Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


miércoles, 2 de octubre de 2013

Medina de Pomar: ¡¡NO A LA GUERRA!! (de 1914)

Don Julián Sainz de Baranda nos refiere este incidente en su obra “Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar”. Se produjo cuando estábamos cerca de cumplirse un año del inicio de la Primera Guerra Mundial. Ya saben, el asesinato del Archiduque Carlos y su esposa en Sarajevo a manos de un servio miembro de la Mano Negra organización tras la que, según algunos, se encontraba el gobierno del reino de Servia.

Alianzas de 1914

El imperio Austro-Húngaro se alía con el Imperio Alemán y el imperio Otomano que junto a Bulgaria formarán los llamados Imperios Centrales. Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda y todas sus posesiones, el Imperio ruso, Francia y sus colonias, el imperio Japonés y, posteriormente, EEUU y que se denominaron Aliados (fetiche que significa “los Buenos”). Con estos últimos iban un grupito de estados menores: Servia, Grecia, Rumania, Montenegro, Bélgica, Italia… y Portugal.

Los especialistas cuentan que en esta guerra se produjo un choque entre un armamento del siglo XX y unas estrategias militares del XIX con el resaltado que se podía esperar: Masacres de soldados para ganar un palmo de terreno que se abandonaba inmediatamente. Las bajas fueron de unos 18.000.000 entre muertos y desaparecidos y unos 20.000.000 de heridos de distintos grados.

¿Y España? Neutral. Éramos un país básicamente agrícola, traumatizado por la pérdida de las colonias americanas, un sistema político agotado y un ejército desfasado que no tenía capacidad ni intereses en esa guerra. Lo cual no impidió que los españoles se dividiesen en Aliadófilos (liberales, obreros y socialistas) y Germanófilos (aristócratas y militares). El lado bueno es que la guerra permitió un despegue económico de España al vender a ambas partes, sin competencia, desde alimentos a bienes industriales, militares y textiles pasando por materias primas. Se canceló la deuda, acumuló oro en el Banco de España y se obtuvo superávit de la balanza de pagos. ¿Para qué íbamos a meternos en la guerra?


Ermita del Santo Rosario (1994)

Ajeno a estas circunstancias nuestro amigo nos relata el acto que se produjo en la ciudad de Las Merindades:

“Un acontecimiento importante tuvo lugar en este Santuario el día 4 de Julio de 1915. Para impetrar de Dios la terminación de la guerra europea y el que nuestra querida España, no se viera envuelta en las mallas de tan terrible azote, se postraron a los pies de Nuestra Señora del Rosario, unos 6.000 peregrinos, presididos por nuestro amadísimo Prelado el Arzobispo de Burgos, Excmo. e Ilmo. Sr. D. José Cadena y Eleta. Con tal motivo se celebraron muy solemnes fiestas religiosas, a las nueve y media de la mañana de dicho día, hicieron su entrada solemne con sus cruces parroquiales, pendones y estandartes de Cofradías y Asociaciones, los pueblos y feligreses de los Arciprestazgos de Medina de Pomar, Cuesta Urria, Castilla la Vieja, Montija, Losa, Valdivielso y Valdeporres, yéndose a colocar en la explanada del Santuario, en la que se celebró una misa solemne de campaña, con asistencia del Sr. Arzobispo. Predicó en ella muy elocuentemente, el Sr. Magistral de la Catedral de Burgos, D. Félix Arrarás. Un banquete de 65 cubiertos tuvo lugar en el Salón principal de la Casa Consistorial, en honor de nuestro querido Prelado.

José Cadena y Eleta



Por la tarde, después del Santo Rosario, dirigieron a la multitud vibrantes y sentidas exhortaciones, los Sres. Párrocos de Villarcayo, Espinosa de los Monteros y Medina, terminándose la fiesta con la llevada procesional de la Virgen del Rosario a su iglesia, en la que se cantó la “Salve Popular” por la multitud que llenaba las naves del templo, y acabado que hubo esto, despidiéronse los peregrinos, marchándose cada cual a sus pueblos, dejando esta fiesta, imperecederos recuerdos en este territorio”.

Pero estas actuaciones en busca de la paz mundial, el perdón y el deseo de alejarse de esa palma de martirio no eran deseos privativos de las clases populares. Su Majestad don Alfonso XIII encabezó, con el apoyo de la red consular española, una lucha a favor de los perdedores de la guerra. Pasó de agencia de información a “Oficina Pro-cautivos” abusando de sus relaciones con los reyes de los principales contendientes.

Las cifras son concluyentes: proporcionó ayuda a 122.000 prisioneros franceses y belgas, 7.950 ingleses, 6.350 italianos, 400 portugueses, 350 americanos y 250 rusos. Logró repatriar a 21.000 prisioneros enfermos y a unos 70.000 civiles que habían quedado en terreno ocupado por el enemigo. Los agregados militares españoles realizaron también 4.000 visitas a campos de concentración, para controlar el trato que se daba a los prisioneros de guerra. Además, Alfonso XIII logró un acuerdo entre los beligerantes para que no se torpedearan los buques-hospital, como se venía haciendo.


Alfonso XIII

¿Recordaba alguien aquellos buenos deseos de nuestros antecesores? ¿Recuerda alguien el gesto Real?


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