Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


martes, 31 de diciembre de 2013

El juego de los errores.

Cerramos otro año en Las Merindades y, quizá por costumbre o quizá por necesidad, revisamos el año que ha transcurrido. Y ya que estamos con la mirada en el retrovisor les invito a este relajado divertimento de los 7 Errores, ya saben, lo que viene en las páginas de pasatiempos de los periódicos.

He recurrido a fotos de Villarcayo.net y a otras propias, fruto de un paseo durante la siesta en un caluroso día de verano, del verano en Las Merindades, cuando sientes que alguien se ha dejado la puerta del horno abierta. No como ahora que anhelamos aquellas temperaturas.

Recordemos lo que ya no está, lo que nunca conocimos, lo que desearíamos recuperar… recordemos. Aprendamos. Porque la vida es eso: Aprender. (¡¡¡Pero qué nostálgico te estas poniendo, Lebato!!!).

Retomaré el camino, una de los efectos que tiene el cambio de año es el “propósito de enmienda” o, al menos, el “Virgencita, que nos quedemos como estamos”. Nunca deseamos empeorar, ¿verdad?

Venga, les dejos con el juego de las diferencias dentro del pueblo que fue Premio provincial de Embellecimiento de 1974, si no recuerdo mal.

Procedamos:

En la primera comparamos las diferencias entre la Calle San Roque a principios del siglo XX y 2013 (todas las actuales serán del verano de 2013):


Siglo XX

Siglo XXI

La siguiente parada será en una cafetería ya mencionadaen este blog: el Bar Chico. La foto "vieja" corresponde a mediados del pasado siglo.




Siguiendo el camino nos detendremos frente a otro lugar emblemático de la noble "villa de Arcadio": la "cuña" de casa donde hoy está el Bar Tesla.







Todos aquellos que conozcan Villarcayo de la Merindad de Castilla la Vieja saben que de frente llegamos a "La Plaza" y al Ayuntamiento. Por ahora estamos haciendo el camino de los Carlistas en aquel lejano 18 de septiembre de 1834.




Giramos nuestra cabeza a la derecha y vemos la plazuela de quiosco con sus casas, supervivientes de muchas batallas y que, de continuo, han albergado en sus bajos negocios como aquel Bar Munich.




Cogemos camino a Cigüenza y nos detenemos de espaldas a la iglesia de Santa Marina. Y, como en la vida, hacemos un alto para mirar atras y ver la senda que no se volverá a pisar (¡Lebato, Lebato...no te vuelvas nostálgico!).

La Plaza, centro de la villa, desde la iglesia:





Finalmente la última diferencia de este recorrido será la casa donde está el Bar El Francés.





Esta entrada, a petición de su hijo y demás familiares,está dedicada a Francisco Javier, Tío Paco, en el día de sus cumpleaños "para que siga muchos años viendo los cambios en Villarcayo".

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Escarbando en busca de Dios (II): Cueva de los Portugueses.

En la primera entrada de esta serie comentamos las diferentes corrientes que estudiaban el eremitismo y dejamos caer que las razones para vivir en cuevas no tenían que ser siempre relacionadas con Dios. En la presente hablaremos del origen del eremitismo rupestre en nuestra comarca, Las Merindades.

Debemos remontarnos a la incorporación de nuestra tierra al estado visigodo en los años finales del siglo VI de nuestra era. En el año 574 el rey Leovigildo culminó la conquista de Cantabria (Norte de la provincia de Palencia, el sur de la actual Cantabria, el tercio septentrional de la provincia de Burgos y la frontera riojano- alavesa).

Sabemos que esta zona estaba romanizada pero solo superficialmente lo que permitió que las arcaicas organizaciones socio-económicas de la zona, basada en el parentesco amplio y en una economía de móvil que impedía su sedentarización, sobreviviesen. También mantuvieron sus prácticas religiosas paganas orientadas al culto a la naturaleza. Esta situación atrajo a los eremitas de corte religioso que deciden evangelizar y difundir entre los norteños el mensaje cristiano antes, durante y después de su sometimiento al estado visigodo.

¿Antes de ser tierra Visigoda? Si. San Millán de la Cogolla en Cantabria o los jarritos litúrgicos de época visigoda hallados en las cuevas naturales de Suano (Reinosa, sur de Cantabria) y Mave (norte de Palencia) confirman la presencia de anacoretas en estos territorios con anterioridad al año 574. Claro que no eran enviados del “nuevo reino” precisamente sino que, aparentemente, son un movimiento religioso alternativo (léase de oposición), que emerge como rechazo a la alianza entre la iglesia católica y los nuevos poderes, los visigodos arrianos, en las áreas más romanizadas de Hispania.

El colaboracionismo de la cúspide católica hispana con el estado visigodo arriano les lleva a creerse los depositarios del mensaje evangélico y a adquirir, voluntariamente, el compromiso de divulgarlo por los territorios ibéricos que aún permanecían paganos. Así, en su nueva condición de apóstoles, los eremitas peregrinan hacia las tierras del norte peninsular, en donde tratarán de difundir el cristianismo entre gentes que destacaban por un elevado arcaísmo socioeconómico y religioso (Así describe San Millán a los cántabros)

O sea, los eremitas se enfrentaban a personas primitivas y sociedades arcaicas y, para romper la cáscara, adoptaron varias estrategias:
  • Meterles en miedo en el cuerpo: Lanzaban mensajes apocalípticos e intimidatorios que recriminaban sus prácticas sociales, concebidas por estos eremitas como pecaminosas. En sus increpaciones, los monjes solitarios les anunciaban los desastres que tendrían por ostentar ese género de vida, y les conjuraban para que hicieran penitencia y abandonaran sus costumbres. Si seguían estos consejos, los eremitas les prometían la benevolencia y el perdón del dios cristiano, creador de todos los elementos naturales a los que estas poblaciones rendían culto.
  • Usar poderes taumatúrgicos o, más llanamente, hacer milagros. (o por lo menos hacerles creer que ellos hacían milagros como Cristo). Lo procuraban aprovechando la creencia en la magia y en los malos espíritus por parte de los norteños. Un clásico: curaban enfermedades y exorcizaban a los endemoniados o embrujados. De esta forma, los eremitas comienzan a ganarse el respeto de estas poblaciones a las que tratan de inculcar una religión en la que los milagros de curación o de castigo para redimir los pecados ocupan el primer lugar.
  • Cristianizando sus santuarios. Muchos de estos enclaves paganos estaban en el interior de cuevas naturales que inmediatamente fueron cristianizadas por los eremitas, dando lugar con ello al comienzo del eremitismo rupestre propiamente dicho. Ahora, en estos paganos lugares se celebraba la liturgia cristiana, ayudados en ocasiones con jarritos y patenas, como certifican los hallazgos en los territorios de la Cantabria visigoda.
  • Vigilar y acoplarse a los nativos: La localización en altura de estos enclaves sagrados ahora cristianizados, facilitaba la labor de control que los eremitas llevaban a cabo sobre las colectividades humanas trashumantes a causa de su economía, basada en la ganadería extensiva de cierto radio. No solo eso sino que, para evangelizar, se adaptaron a este nomadeo constante al tiempo que se convertía en la mejor forma de imitar a los apóstoles y al propio Jesucristo. Dejan de ser “anacoretas” para volverse “giróvagos” o nómadas, sin contar con residencia estable.
  • Una alimentación especial: La conocida frase “de la necesidad virtud” seguía siendo útil y, junto a mensajes apocalípticos, los "milagros", la apropiación de lugares de culto y la predicación itinerante, aparece el influjo de la naturaleza ya que las condiciones medioambientales de Las Merindades, su carácter montañoso, y la fuerza de la economía, ganadera e itinerante, descartaban (minusvaloraban) la agricultura. ¿Solución? Basar la dieta en raíces, hierbas y agua. Así, la frugalidad alimentaria fue el mejor medio para sobrevivir en un contexto tan hostil y estandarte de virtud al “imitar” la pobreza de Cristo y de los primeros cristianos.

Todos hemos oído historias de anacoretas que no comían en años, de los ayunos, la abstinencia (forzada) de determinados alimentos, las vigilias, y otras privaciones voluntarias como la vida solitaria o la renuncia a los bienes materiales (que no podían obtener) y que también fueron sacralizadas y convertidas en virtud por los eremitas.

Lo dicho, la religiosidad y la rigidez disciplinaria a la que se sometieron, fueron las mejores armas de estos ermitaños para hacer frente a la dureza medioambiental y para alcanzar la perfección espiritual que tanto anhelaban. Además, las proezas ascéticas y la austeridad sobrehumana en la que vivían, acrecentaban la atracción que ejercían sobre los lugareños, favoreciendo su evangelización.

Una vez añadidos estos territorios, Cantabria, al reino visigodo hubo importantes modificaciones para las población local. Los visigodos transformaron la tradición ganadera de los nuevos súbditos mediante el control de sus movimientos y la potenciación de la agricultura. La sociedad evolucionó hacia una economía agropastoril, caracterizada por la asociación entre agricultura y ganadería. Esto derivó en una sedentarización de la población que concentró sus movimientos sobre un espacio más limitado y específico que antes.

Religiosamente la cristianización de los norteños, objetivo del reino visigodo sobre todo a partir del año 589, fecha en la que el sucesor de Leovigildo en el trono, Recaredo, abandonó el arrianismo para convertirse al catolicismo de manera oficial en el III Concilio de Toledo.


Croquis de la Cueva de los Portugueses

Iglesia y poder público fueron enseguida conscientes de que la evangelización de los nuevos territorios entrañaba gran complejidad por su arcaísmo y a su escaso desarrollo urbano. Esto llevó a apoyarse en el eremitismo, vía marginal y peligrosa por su carácter anárquico, pero adecuada en un contexto montaraz y atrasado.

La conversión del estado visigodo al catolicismo, hizo que los eremitas cambiasen de actitud con respecto al mismo y se pusieran a su servicio en la empresa de evangelización de los norteños. Así pues, en estos últimos años del siglo VI el eremitismo experimenta un fuerte tirón, nutriéndose de nuevos contingentes dispuestos a cristianizar a unas poblaciones más estables y receptivas que en el pasado inmediato, y circunscritas a territorios más acotados.

Muestra de ello es la aparición de las primeras iglesias rupestres de origen eremítico. En Las Merindades podría ser que la iglesia rupestre de San Pedro de Tartalés de Cilla (Trespaderne) sea de esta etapa y que su existencia esté relacionada con San Fermín de Tartalés de Cilla que, según la leyenda, vivió en estos parajes, en donde llevó a cabo su labor evangelizadora.

Para reforzar esta acción de los eremitas la iglesia y el estado visigodo católico erigieron una sede episcopal en Oca el año 589 y la consagración de la basílica de Santa María de Mijangos (merindad de Cuesta Urría, Las Merindades) en el año 601.

La transformación de los norteños continuará durante el siglo VII gracias a la constitución del ducado de Cantabria para mejorar el control y la administración del territorio recién sometido, afianzar la cristianización a través de la fundación de una nueva sede episcopal en Amaya (zona de La Lora, Burgos), capital del nuevo ducado, y ahondar en el proceso de agrarización de los locales. El siglo VII verá como se abandona la primitiva agricultura de rozas por un cultivo de la tierra más estable que les asentó definitivamente en sitios concretos (alturas con amplia visibilidad y con defensas naturales) que denominaremos con el antiguo término de Castros y donde veremos la separación entre el espacio agrícola y el ganadero. Y la separación entre agricultores y ganaderos.

En el aspecto religioso, la estabilidad alcanzada por los “salvajes” del norte favoreció la llegada de nuevos eremitas (¿a menos riesgo más vocaciones?) dispuestos a convertir a los sedentarios en cristianos, incrementándose así el número de iglesias rupestres.

Por otra parte, la popularidad alcanzada por algunos eremitas a causa de su fuerza espiritual y su entrega a la evangelización, atrajo a numerosos seguidores que se asentaron en las inmediaciones de la celda de quienes pretendían imitar, dando lugar a asentamientos de tipo “Laura” como las "Cuevas de los Portugueses"

El ya comentado eremita Fermín fue referente religioso y existencial para toda una corriente de ascetas que accedieron a este territorio durante el siglo VII y principios del siglo VIII y que se fueron instalando en Las Merindades, de forma agrupada, a través de celdas independientes excavadas por ellos mismos y situadas próximas unas de otras, formando una especie de "colonia eremítica" aglutinada por la iglesia rupestre de Tartalés de Cilla, construida a finales del siglo VI y vinculada a Fermín.

Pasamos del eremita solitario (siglo VI) a la asociación de eremitas que, aunque viven en celdas individuales y gozan de su independencia, mantienen unos lazos de convivencia y de relación, basados en la vecindad, los mismos ideales religiosos y en una más sencilla supervivencia. Las lauras eremíticas son una forma de vida menos dura que la anterior formula ya que la solidaridad y la asistencia mutua garantizaban la supervivencia individual y, espiritualmente, potenciaban la perfección doctrinal, minimizando desviaciones doctrinales.

Las semejanzas entre el modelo de vida que representaban las lauras y el modelo adoptado en esta etapa por el pueblo llano, facilitaron el acercamiento entre ambos grupos y la progresión del cristianismo que se materializó en la aparición de ofrendas y limosnas que los eremitas recibieron.

Interior cueva de los Portugueses.

Finalmente, las autoridades civiles y eclesiásticas encontraron en estas lauras, de carácter asociativo, la mejor forma de control sobre el eremitismo y, por ello, trataron de diluir su componente individualista mediante la promoción de la vida en comunidad. Dicha operación era llevada a cabo en los concilios, en los escritos de las grandes figuras eclesiásticas del momento, como San Isidoro de Sevilla, y en la fundación de monasterios, como el de San Juan de la Hoz de Cillaperlata (Cillaperlata, Las Merindades), de finales del siglo VII o principio del VIII.


Cueva de los Portugueses.

Estas cuevas artificiales están excavadas en la roca arenisca típica de la sierra de la Tesla, alineadas a ambos lados del arroyo de las Torcas en su confluencia con el río Ebro. Se las conoce como "Cuevas de los Portugueses" por la reocupación que sufrieron a principios del siglo XX por inmigrantes lusos que llegaron para trabajar en las obras del canal hidroeléctrico de Trespaderne. La reocupación modificó y alteró seriamente su estructura original. Ahora vemos espacios tabicados y una intercomunicación entre muchas de las celdas que solo tienen unos cien años. Cuando se visitan hay que tener en cuenta que, originariamente, no se comunicaban de esta forma.

Este conjunto de cuevas se halla en una pequeña vaguada formada por el arroyo de Las Toreas, en cuyas márgenes afloran cantiles de arenisca y caliza entremezcladas. En la actualidad el acceso a las cavidades se realiza fácilmente. Además de agua, el lugar cuenta con espacio para cultivos en las proximidades.

Inicialmente fueron habitáculos independientes con planta de tendencia rectangular, paredes rectas y cubierta plana y con un único vano que funcionaba como puerta. Las paredes conservan huellas del instrumental que las talló: pico, piqueta y azuela, aunque esta última parece más reciente. Al momento de su construcción pertenecen algunos de los bancos corridos, hornacinas y mechinales, que dotaron a algunos habitáculos de una mínima habitabilidad.


Exterior de la Cueva de los Portugueses

Desde el punto de vista tipológico, es un hábitat eremítico, constituido por pequeñas celdas individuales cuya agrupación forma un conjunto que podemos denominar "laura". Y es una laura numerosa, catorce celdas, una cámara de uso comunitario o iglesia del conjunto y alguna construcción ligera, hoy desaparecida, adosada a la pared de roca, que quizás funcionaría como almacén.

El ideal eremítico de soledad individual e independencia plena que presenta cada una de las celdas, se combina con el asociacionismo, materializado en la agrupación que presentan los habitáculos y en el uso compartido del espacio de carácter comunitario, dando lugar así, a un asentamiento que podemos calificar como protomonástico o protocenobítico, puesto que frente a la independencia que representa cada celda, sobresale el deseo de asociación, de contacto, reflejado en la proximidad que presentan entre sí las celdas y en la existencia del espacio de uso común.

Recordemos los cambios de finales del siglo VI d. c. con un Estado Visigodo que abandona el credo arriano y se convierte al catolicismo, iniciando una campaña de evangelización en el norte. A esta época puede corresponder la figura de Fermín, eremita que, al parecer, evangelizó en los alrededores de Tartalés. La vida austera y sacrificada de este eremita, atrajo a toda una corriente de seguidores que, en el transcurso del siglo VII, se fueron instalando en pequeñas celdas, próximas unas de otras, constituyendo una agrupación que hemos denominado laura.

La reocupación o reocupaciones posteriores han transformado su estructura para adecuadas a los nuevos usos. Destacamos en ese sentido la de los obreros de Portugal que dan nombre a las cuevas. Actualmente están acondicionadas para las visitas y para su conservación. De hecho resultan de fácil acceso al estar justo en el cruce a Tartalés de Cilla.


Bibliografía: Eremitorios rupestres en la comarca de Las Merindades (Judith Trueba Longo)

viernes, 20 de diciembre de 2013

Navidad 2013-2014

Durante otro año les he hecho partícipes de mis curiosos descubrimientos sobre Las Merindades, ahora sólo deseo que disfruten de la Navidad y de su magia.




miércoles, 18 de diciembre de 2013

Eremitas y eremitorios: Escarbando en busca de Dios (I). San Pedro de Argés.

¿Eremita? ¿Qué es un Eremita? Según la RAE: (Del lat. eremīta, y este del griego desierto, yermo) es una Persona que vive en soledad, como el monje, y que profesa vida solitaria. Resumiendo, una persona solitaria, o no, que vive en lugares inhóspitos, como las cuevas. De hecho, Las Merindades, por su estructura geológica disponía de muchas de estas para vivir de esa manera. Acondicionándolas algo, claro.
 

Eremita
 
Así, el eremitorio sería la cueva, natural o excavada, para crear en ella una vivienda o iglesia. Evidentemente cerca de agua o terreno cultivable. Para hacerlas habitables trabajaban en dos fases: En la primera, los ermitaños tiraban de pico con el que agrandaban el hueco y, en la segunda, remataban con cinceles y escodas. Si lo que se estaba excavando era una iglesia el remate era más fino.
 
Tenemos así que se trabajaban dos modelos: La iglesia y la Celda o vivienda. Pero la división no es absoluta pudiendo compartirse ambas funciones, lo que dificulta la catalogación en un grupo u otro. Pero hay unas sutiles pistas:
 
La celda será de pequeñas dimensiones y estructura sencilla, de labra tosca, poco acabada y sin elementos decorativos. Algunas de estas celdas individualizan un sector lateral en el que aparece una especie de banco alto, labrado en la roca, que no se hallaría en las iglesias. Seria utilizado como una dura cama. Hoy, están transformados en tumbas. Por último, las celdas podrán estar solas o en compañía de otras (Cueva de los Portugueses).
 
Las iglesias eremíticas se caracterizan por unas dimensiones y una complejidad arquitectónica superiores a las celdas, un mayor refinamiento en el acabado de las superficies y en el tratamiento de los detalles, la presencia de elementos decorativos (cruces o arcos labrados en las paredes) que dignifican y señalan la importancia religiosa del espacio y la existencia de un sector interior individualizado a modo de ábside, generalmente orientado al este, donde se ubica el altar, y forma de nicho excavado o de bloque prismático.
 
Y este gusto por la soledad ¿de donde les viene a los eremitas? Bueno, era, podríamos decirlo así, una corriente cultural y religiosa del momento en el mundo mediterráneo que se desarrolla en buena parte de la Península Ibérica: en la zona cristiana. Y, por tanto, en Las Merindades.
 
 

San Pedro de Argés. La cueva de los Gitanos.
 
El eremitismo tenía, o quizá tiene, como finalidad alcanzar una relación más perfecta con Dios. El eremita era asceta, penitente, solitario, silencioso, orante, trabajador y, a veces, viajero. La corriente nació a finales del siglo III con los llamados “Padres del desierto” (eremu en griego) que abandonaron las ciudades imperiales para vivir en las soledades de los desiertos de Siria y Egipto.
 
Profundizando un poco más, nos encontramos tres corrientes que interpretan el fenómeno:
 
  • Empírico-positivismo: Puro pragmatismo. Buscan localizar, encuadrar y tipificar los datos que permitan establecer la cronología, la geografía y los formalismos del fenómeno. Ve al fenómeno un origen religioso y recalca que no todos los hallados son eremitorios ni todos los que allí vivieron verdaderos penitentes. Dispone de una catalogación en tres modalidades: Eremitismo penitencial, formado por desencantados con la sociedad o muy críticos con las connivencias de la Iglesia con el poder; Eremitismo misionero, solitarios dedicados a la cristianización; Eremitismo contemplativo, esencialmente altomedieval, que acogió a individuos centrados preferentemente en la contemplación.
  • Providencialismo-agustinismo: Pura fe. Los eremitas eran individuos empeñados en llevar el penitencialismo a situaciones de extrema tensión espiritual para ir limpios al cielo ellos o ellos y la sociedad. Aislados para favorecer su lucha contra las debilidades humanas (son célibes) los eremitas se multiplicaron en los periodos tardoantiguos y altomedieval en la consecución de la salvación eterna. Junto a ello terminaron siendo la plasmación de las potencialidades de la religiosidad para superar los periodos de adversidad.
  • Materialismo histórico: Una ruptura frente a las otras posturas. Encuentra la razón de ser del eremitismo en las condiciones materiales dominantes entre los colectivos montanos. Y encontraríamos dos formas:
  1. El eremitismo tardo antiguo (250 DC-768 DC) o Nativista que asumieron la vida eremítica como una opción con incidencia social en tiempos de adversidad. Con el tiempo se añadió a esta vía personas desplazadas de los sistemas de producción tuvieron que sobrevivir aislados, en régimen de celibato y en base a la caza-recolección. (Hicieron de la necesidad virtud). En su ideario tenían cabida opciones muy variadas, que iban desde el aislamiento populista de San Félix en Bílibio hasta el activismo político de San Millán de la Cogolla o la capacidad organizativa de San Fructuoso y San Valerio. Estaban comprometidos socialmente y llegaron a actuar al margen de la jerarquía de la Iglesia.
  2. El eremitismo marginal (768DC y 932DC) coincide con el repliegue astur sobre el litoral tras el asesinato de Fruela I y con la adjudicación del condado de Castilla a Fernán González por Ramiro II de León. Podría ser visto como solución a estos problemas: los musulmanes ante ellos, la emigración desde Al-andalus y la centrifugación de los hijos sobrantes que imponía la pequeña explotación agropecuaria familiar situada al norte de los Montes Obarenes. Algunos se acomodaron como trogloditas, ocupando los espacios marginales. Para sobrellevar su desamparo se abrazaron a la religión, único refugio que disponían y que convertía en virtud tanto la soledad como la frugalidad y en vía de salvación una necesidad.
Entonces, ¿vivir en grutas no significaba que se era religioso? Parece que no. Si nos fijamos en los emigrados del sur, los mozárabes, veremos que las cuevas y abrigos les ofrecieron un lugar de habitación que incluso superaba en comodidad la vivienda rural al uso en la zona (techos y paredes de materiales vegetales). En nuestra vida urbanita desconocemos que las cuevas mantienen una temperatura sin grandes oscilaciones, lo que es importante cuando podemos caer a 20º bajo cero. Además las cuevas estaban apartadas de zonas agrícolas y pastizales con lo que se minimizaba el rechazo por parte de los locales. La recolección, la caza, y el huerto les permitieron resolver las necesidades básicas. Obviamente, la mayoría de los eremitorios están situados junto a fuentes o manantiales, o recogen el agua a través de canales excavados en las rocas. Por ellos, los escasos emigrados del sur, abunda el topónimo “moros” con el que se conocen muchas de estas cuevas, riscos o castros.
 
No solo la existencia de recursos para la subsistencia y la ausencia de posibles ofendidos determinaban el lugar sino que el anacoreta prefería roca blanda (localizándose la mayoría en toberas que son rocas compuestas por restos vegetales recubiertos en su arrastre por el carbonato cálcico que acompaña el agua en sus torrenteras) o afloraciones de roca arenisca, muy fácil de trabajar. Incluso se han encontrando en oquedades naturales, producto de erosión y corrosión de los peñascos calizos, a las que daba nueva forma, como en el caso de La Mosquita entre Incinillas y Villalaín.
 
Y en este afán, léase pecado, de trabajar lo justo está la penitencia de la erosión. Es decir, las formas que hoy presentan los eremitorios son confusas por mor del desgaste de los mismos al haberse excavado en rocas muy erosionables. No solo eso sino que con los siglos algunos de estos eremitorios han sido reformados y se han habilitado como capillas o ermitas en las que todavía se celebran actos litúrgicos: San Vítores en Oña (Burgos). Están siempre orientadas al poniente y tienen un manantial de agua en las inmediaciones, salvo en el caso de la de Santa Ana (Oña) que está colgada aunque cercana al curso del río Oca.
 
Pero, siempre hay un pero, aunque digamos que muchas de estas cuevas no fueron “nido de Santos” sí es cierto que los monjes de vida eremítica o los que adoptaban pautas de estilo cenobítico, fueron responsables de la expansión y consolidación del cristianismo en estos valles septentrionales y los artífices de la colonización. De hecho, la arqueología ha confirmado la existencia de cuevas habitadas junto a los monasterios que podrían haber sido habitaciones de ermitaños (celdas, vamos).
 
Debemos recordar al anacoreta Iñigo, procedente de San Juan de la Peña, en Oña y la de su discípulo el obispo Attón, o, también en Oña, San Vítores Vale, son leyendas hagiográficas o puede que no. En los Montes de Obarenes existió una colonia de ermitaños vinculada al monasterio de San Mamés, al fundarse éste en el siglo IX. Parece que, a la vera del viejo monasterio de San Vicente de Orbañanos, en el valle burgalés de Tobalina, documentado desde mediados del siglo IX, funcionó también un asentamiento eremítico
 
En otras entradas sobre estas casas de piedra comentaremos algo más de su intrahistoria. Pasemos a hablar de alguno de estos lugares. Empezaremos por la cueva de San Pedro, en Argés (Valle de Manzanedo), uno de los más representativos de entre los eremitorios de Las Merindades. Lo pueden conocer, también, como “Cueva de los Gitanos” o “Ermita de San Pedro”.
 
La cueva de los Gitanos
 
La cueva está excavada en la roca arenisca (siguiendo la lógica ya indicada), localizado a poca altura sobre el río, a las afueras del pueblo y perfectamente señalizado. El lugar es abierto, accesible y con agua y terreno cultivable.
 
 

Altar de San Pedro de Argés.

Al llegar veremos un templo con cabecera orientada al Este, dos naves (de dos momentos diferentes) y un atrio o nártex (vestíbulo a la entrada de las iglesias paleocristianas y bizantinas) localizado a los pies de la nave principal, orientado al Oeste y con dos enterramientos en su interior. El muro sur ha desaparecido, salvo restos en cabecera y atrio, a causa de los desplomes. Probablemente en este muro se abrió la puerta y alguna ventana.
 
La puerta abría a la nave principal, de planta rectangular y mayor que la nave secundaria. Estuvo cubierta con bóveda de cañón dividida en dos tramos mediante un arco fajón (arco adherido a una bóveda) del que sólo queda el arranque y un pilar, de sección cuadrangular, sobre el que descansaba en el muro izquierdo.
 

Plano A San Pedro de Argés
 
La zona del Nártex (donde las tumbas antropomorfas) poseía su propia bóveda de cañón. El enterramiento pertenecería a dos adultos que yacieron con la cabeza orientada a poniente, mirando la salida de la luz. Debió estar cubierto por losa de piedra.
 
En el muro oeste del nártex aparece un arco de medio punto que cobija otros dos de menor tamaño, también de medio punto, unidos por una pilastra tallada y muy afectada por la erosión. En el costado derecho de la plataforma vemos una cruz latina con peana. La transición del atrio a la nave se realizaría a través de un gran arco de medio punto que descansaría sobre un pilar adosado al muro sur del que se conserva el arranque, y un pilar exento en el sector norte que crea la separación entre las naves.
 
 

Alzada San Pedro de Argés.
 
Nos consta un antecoro creador de un espacio de transición entre la nave principal y la cabecera. El esquema arquitectónico empleado para separar el nártex de la nave principal se repitió para señalar el tránsito hacia la cabecera de la iglesia. El gran arco triunfal presenta un intradós (superficie interior de un arco) en forma de cortina que cobijaría dos pequeños arcos de herradura, unidos entre sí por un soporte central desaparecido. La pista sobre esos arcos la dan unas muescas y ranuras que pudieron servir para colgar cortinas que separasen el sanctasanctórum del resto del templo. Deduciríamos así la realización de ritos ocultos a los fieles protegido por un iconostasio, al estilo de la iglesia de oriente.
 
A través del iconostasio se pasa al coro, sector estrecho, cubierto mediante bóveda de cañón rebajado con hornacinas para, seguramente, objetos litúrgicos. Tras el coro está el ábside, elevado mediante un escalón delimitado por dos muretes que lo cierran. Es de planta de herradura y con bóveda “de horno”. Del techo, en función de las muescas presentes, pudo colgar una lámpara. El altar adopta forma de nicho trapezoidal que alberga una cruz latina con peana tallada en relieve en la pared del fondo y cobijada por un arquillo labrado de medio punto. Bajo el altar, aparece una oquedad, ¿un relicario?
 
La nave secundaria del templo es de menor altura y anchura que la principal. Está menos trabajada que la anterior y su planta es irregular. Se halla cubierta por una bóveda de cañón, dividida en tres tramos apoyada en arcos fajones de escasa potencia que descansan sobre los pilares que separan las dos naves, y sobre pequeñas pilastras y ménsulas labradas en la pared norte. En el tramo que discurre paralelo al sector del antecoro de la nave principal, presenta un nicho alto cubierto con bovedilla de horno, que quizás funcionó como un altar secundario.
 
Fuera de la iglesia, a la derecha, próxima a la entrada, localizamos excavada en la roca una tumba de bañera perteneciente a un adulto. Siguiendo por la izquierda el roquedo en el que se encuentra el templo aparecen varios abrigos excavados que pudieron ser celdas eremíticas.
 
Y… ¿de cuando es? Pues el iconostasio es fundamental para situar la iglesia al ser un elemento que únicamente aparece en el arte mozárabe o arte de la repoblación. Podríamos encontrarnos, por tanto, ante el templo de una comunidad de huidos del Islam. Esta corriente artística combina el arte bizantino, el arte hispanovisigodo y el arte asturiano. En san Pedro de Argés encontramos el concepto bizantino de jerarquía a través de la separación de espacios, (el dichoso iconostasio); del arte hispanovisigodo toma la forma de herradura en arcos y plantas, los pilares y la compartimentación espacial; del arte asturiano, la bóveda de cañón con fajones o el arco de medio punto peraltado para la sensación de verticalidad.
 
Finalmente, y reafirmando la pertenencia de esta iglesia al periodo de la repoblación altomedieval, están los enterramiento s excavados, dos en el interior de la iglesia y uno en el exterior, que son característicos de ese momento.
 
 

San Pedro de Argés. Interior.
 
Lo que tenemos aquí es una iglesia rupestre que, inicialmente, sirvió como oratorio común de una pequeña colonia de eremitas instalados en las celdas próximas al templo y, después, cuando la cristianización de los lugareños era total, la iglesia fue ampliada con una segunda nave para los nuevos fieles. Entenderíamos que a partir de ese momento fue una iglesia parroquial. Con ello, la iglesia rupestre de San Pedro de Argés se situaría entre los siglos VIII-X.
 
 
Bibliografía: Eremitorios rupestres en la comarca de Las Merindades (Judith Trueba Longo)

martes, 10 de diciembre de 2013

Un hermoso día de ejecución en Villarcayo

La prensa del siglo XIX y del primer tercio del s XX recoge algunos crímenes ocurridos en esta tierra. Antes de sumergirnos en ellos debemos conocer la sociedad del XIX y su, nuestro, sistema judicial.

La Revolución Francesa inicia la descomposición de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Desaparecen los privilegios legales y, casi siempre, fiscales que habían disfrutado nobles, el clero y territorios. La sociedad se diseña en función de los deseos de la burguesa surgida de la Revolución Industrial que precisó el nacimiento del proletariado obrero.

La nobleza perdió poder debido a la industrialización. Buscó soluciones por dos vías: el carlismo o la adaptación invirtiendo su capital en el mercado industrial o emparentándose con familias burguesas con más solvencia. Políticamente se mantuvieron cercanos al trono y solían formar parte del Senado (como cámara Nobiliaria). La alta burguesía adoptó las costumbres y maneras de la nobleza, y no al revés.

La Iglesia también fue reduciendo su influencia y dominio económico desde los primeros años del siglo, con el Estatuto de Bayona que prohibió la Inquisición de manera oficial; las Cortes de Cádiz (1812) lo ratificaron e intentaron la desamortización de parte de los latifundios eclesiásticos; Con Fernando VII absolutista, el clero mantuvo su posición en las Cortes estamentales. Gracias a dios, la Inquisición, que había acaparado el poder judicial no resurgió. Mendizábal, y su desamortización, acentúa la sangría económica (y la tensión política). Con ello llega a surgir un proletariado religioso y al apoyo al Carlismo (que prometía devolverles riqueza y poder). Avanzando el XIX ya sólo se observa influencia en las localidades medianas y pequeñas, y concretamente es el clero secular (los curas).


Familias trabajadoras S XIX

La burguesía vivió en el siglo XIX su época de crecimiento y la instauración del sistema liberal diseñado de acuerdo con sus intereses. Una vez instaurado el Estado liberal con Isabel II, los grandes burgueses se identificaron con el partido moderado, junto con los nobles más moderados que no apoyasen al carlismo.

Las reivindicaciones de las clases medias eran expresadas por el partido progresista. Eran las profesiones liberales: abogados, periodistas, funcionarios, ingenieros, profesores y médicos. Centrémonos en dos que necesitamos conocer para la entrada:
  • Los abogados: la profesión con mayor influencia política, ya que de sus bufetes salieron la mayoría de los políticos del siglo. En las Cortes era difícil encontrar un diputado o senador que no fuera burgués, noble (ya pocos), militar o abogado.
  • Los periodistas nacieron con la libertad de prensa. La difusión de los periódicos (llegó a haber 700 publicaciones en 1822) los convirtió en una herramienta de propaganda política, por lo que los periodistas solían estar significados con uno u otro partido. A través de sus escritos dirigían los ánimos de sus lectores.
Las clases bajas formaban el grueso del la población, nada nuevo. En el siglo XIX se distinguían varios grupos según su ocupación: campesinos, artesanos, obreros y criados. Las tres últimas clases, de extracción urbana, estuvieron representadas a partir de la década de 1840 por el partido demócrata.

Los campesinos vivían de forma diferente según las regiones. En Las Merindades había campesinos propietarios que cultivaban su pequeña finca, lo que les permitía llevar una vida algo más desahogada siempre que la cosecha fuese suficiente. Este tipo de campesinos solían apoyar al movimiento carlista, debido a que se veían perjudicados por el sistema liberal, ideado para los burgueses.

Los criados y dependientes acaparaban el resto de los oficios, siempre bajo la supervisión de un burgués o aristócrata, o bien un tendero de clase media. El sueldo se solía complementar con la manutención y el alojamiento en los casos en que no permitiría a los empleados pagárselos por su cuenta.

En el siglo XIX se desarrolló políticamente el ideal de la Ilustración. A lo largo del siglo la tasa de analfabetismo fue decreciendo del casi 100% de 1800 al 75% de 1850 y 50% de 1910. Otro proyecto educativo importante fue la instauración de los institutos de enseñanza media en 1845, bajo el mando de los liberales moderados. En principio se fundó uno por provincia, pero no pudieron expandirse mucho debido a la mala situación económica del país. Esto, junto con la recuperación de las órdenes religiosas durante la Restauración, permitió a los colegios privados ganar terreno en la enseñanza media. Así lo refleja el hecho de que en 1890 hubiese sólo 59 institutos frente a 511 colegios.

Además, la prensa, como único medio de comunicación de masas en ese siglo, sirvió de soporte a escritores y poetas como Larra o Bécquer, además de serlo también para los partidos políticos, los ecos de sociedad y la crónica negra y funcionó como acicate, al ser un medio de comunicación escrito, de la alfabetización. La información, y la libertad de prensa, no se ejecutaban de la misma forma que hoy. El telégrafo y demás tecnología, los corresponsales, el pudor o la censura ahorman la imagen de la prensa decimonónica.




Con relación al sistema judicial de esos años, s XIX y s XX, demos unas ligeras pinceladas. En los primeros años del siglo XIX permanecen la multiplicidad de jurisdicciones del Antiguo Régimen, basadas en criterios de privilegio de grupos o personas, por los delitos que deberían ser juzgados (Inquisición, Consejo de Hacienda, Consulados de Comercio) o por zona del país. Y destacadamente cruel y arbitrario. El organigrama de la administración de justicia se hallaba configurado por Alcaldes ordinarios, Corregidores, Alcaldes de Corte, Audiencias y Chancillerías. En la cúspide, el Consejo de Castilla asumió, junto a las facultades normativas y de administración, las atribuciones judiciales correspondientes al más alto Tribunal de Justicia.

Con la constitución de 1812 se introduce la separación de poderes y surge el Poder Judicial y se trató de instaurar el principio de igualdad ante la ley, vinculado al sistema liberal y basado en la soberanía popular. Se reproduce con el gobierno de Martínez de la Rosa (1834-1835), en lo esencial, que subdivide las provincias creadas en partidos judiciales, cuyos juzgados estarían en manos de jueces ordinarios (letrados y de primera instancia); estableció quince audiencias como Tribunales Superiores en sus respectivos territorios y restableció el Tribunal Supremo.

La unidad de fueros fue impulsada en 1862, proclamándose que la jurisdicción ordinaria fuera la única competente con algunas excepciones (jurisdicciones eclesiástica, militar, tribunales de comercio y senado) que reforzó el Decreto Unificador de los fueros (diciembre de 1868). La Ley Orgánica de 1870, tras “La Gloriosa”, intentará enmendar más problemas del sistema, como la dependencia política de los jueces. (¿A que les suena el asunto?)

Con relación a los Códigos penales, estos sufren los mismos cambios que la sociedad de su siglo y de la evolución del derecho y de la Justicia. Conoceremos los de 1822, 1848, 1850, 1928, 1932… y posteriores.

También evolucionaron las penas que se aproximarán a lo que conocemos hoy. Desde la visión romana que entendía que las cárceles son para contener a los hombres y no para castigarlos hasta ser la pena principal en nuestros días. La evolución urbana impulsó la necesidad de penas menos cruentas que las corporales o la muerte. Surgen las casas de corrección que deben ser consideradas como las primeras manifestaciones de la concepción moderna de la pena privativa de libertad. Pero esta evolución no impidió que se ejecutase la “Pena Máxima” en los casos, siempre cambiantes, así determinados por los sucesivos Códigos Penales. En especial asociado a casos de Homicidio o asesinato.

Incluso en Las Merindades……..


Caso número 1 o el asalto al furgón correo. De La Revista Española 23/IV/1833:

“Escriben de Laredo que la correspondencia de esta Corte que debiera haber llegado el 7 del corriente, fue esperada inútilmente, y no se recibió hasta el 8. El correo fue acometido entre Briviesca y Medina de Pomar, en las inmediaciones de Villamagria por unos malhechores que asesinaron al conductor, arrojando su cadáver al río, abrieron la valija , sacaron la correspondencia oficial , y se fugaron dejando en el sitio del crimen derramadas por el suelo como unas 600 cartas. Se ignora aun quiénes pueden ser los perpetradores de este mal hecho, si bien no se achaca á simples salteadores”.

La primera víctima encontrada en la prensa era “un cartero” cuyos asesinos no se encontraron pero que podrían tener una motivación política o quizá económica según lo que entendiésemos por documentación oficial. Si hubieran sido capturados hubieran sufrido las penas en función de la legislación del Antiguo Régimen en vigor durante el tramo final de la vida de Fernando VII. Todavía no podían ser Carlistas. Incluso si estuviera en vigor el código de 1822, por el art. 611 se habrían ganado la pena de muerte.

Afortunadamente les habrían aplicado el humanitario Garrote que hizo obligatoria Fernando VII en su Real Cédula de 28 de abril de 1828: «para señalar la grata memoria del feliz cumpleaños de la Reina, mi amada esposa, derogo la pena de muerte… en la horca disponiendo que en adelante se ejecutará en garrote ordinario a las personas del estado llano, en garrote vil a los condenados por delitos infamantes y en garrote noble a los fijosdalgos», reproduciendo en esencia las disposiciones del Código Penal de 1822.

¿Pero cuales eran las diferencias entre el garrote vil y el ordinario o el noble? Para los condenados a garrote vil el tablado estaba desnudo y el reo llevado a él en caballería menor o arrastrado en un serón (elemento para llevar cargas en caballerías), llevando el capuz suelto; en el ordinario o noble, el patíbulo cubierto de negro, más o menos ricamente, y traídos al mismo en caballo o yegua ensillados o con gualdrapas, el capuz cosido a la túnica..., Meros accesorios porque el verdugo y el aparato eran los mismos. Y para todos ellos, la compañía de los cofrades de la Real Archicofradía de Nuestra Señora de la Caridad y la Paz u otra semejante.

Pero no solo era eso, el Código Penal de 1822 daba, en una relación de artículos, las disposiciones para una correcta… una correcta progresión hacia el fin: (Si es usted sensible, no lo lea)

Art. 31. «Al condenado a muerte se le notificará la sentencia cuarenta y ocho horas antes de su ejecución.»
Art. 32. «Se tratará al reo con la mayor conmiseración y blandura... »
Art. 33. «Si en el intermedio de la notificación a la ejecución muriere el reo, natural o violentamente, será conducido su cadáver al lugar del suplicio con las mismas ropas que hubiere llevado vivo en un féretro descubierto, el cual será puesto al público sobre el cadalso por el ejecutor de la justicia y observándose los artículos 42, 45 y 46.»
Art. 37. «Desde la notificación de la sentencia, se anunciará al público por carteles el día, hora y sitio de la ejecución con el nombre, domicilio y delito del reo.»
Art. 38. «El reo condenado a muerte sufrirá en todos casos la de garrote, sin tortura alguna ni otra mortificación previa de la persona, sino en los términos prescritos en este capítulo.»
Art. 39. «La ejecución será siempre pública entre once y doce de la mañana, y no podrá verificarse nunca en domingo, ni día feriado, ni fiesta nacional, ni en día de regocijo de todo el pueblo. La pena se ejecutará sobre un cadalso de madera o mampostería pintado de negro, sin adorno ni colgadura en ningún caso y colocado fuera de la población, pero en sitio inmediato a ella y proporcionado para muchos espectadores.»
Art. 40. «El reo será conducido desde la cárcel al suplicio, con túnica y gorro negros, atadas las manos y en una muía llevada del diestro por el ejecutor de la justicia, siempre que no haya incurrido en pena de infamia. Si se le hubiera impuesto esta pena con la de muerte, llevará descubierta la cabeza y será conducido en un jumento en los términos expresados. Sin embargo, el condenado a muerte por traidor llevará atadas las manos a la espalda, descubierta y sin cabello la cabeza y una soga de esparto al cuello. El asesino llevará túnica blanca con soga de esparto al cuello. El parricida llevará igual túnica que el asesino, descubierta y sin cabellos la cabeza, atadas las manos a la espalda y con una cadena de hierro al cuello, llevando un extremo de ésta el ejecutor de la justicia, que deberá preceder cabalgando en una muía. Los reos sacerdotes que no hubieran sido previamente degradados llevarán siempre cubierta la corona con un gorro negro.»
Art. 41. «En todos los casos llevará el reo en el pecho y en la espalda un cartel con letras grandes que anuncie su delito de traidor, homicida, asesino, reincidente en tal crimen. Le acompañarán siempre dos sacerdotes, el escribano y alguaciles enlutados y la escolta correspondiente.»
Art. 42. «Al salir el reo de la cárcel, al llegar al cadalso, y a cada doscientos o trescientos pasos en el camino, publicará en alta voz el pregonero público el nombre del delincuente, el delito por el que se le hubiere condenado y la pena que se le hubiere impuesto.»
Art. 43. «Así en las calles del tránsito como en el sitio de las ejecuciones debe reinar el mayor orden...»
Art. 44. «Al reo no le será permitido hacer arenga ni decir cosa alguna al público ni a persona determinada, sino orar con los ministros de la religión que le acompañen.»
Art. 45. «Sobre el sitio en que haya de sufrir la muerte y en la parte más visible se pondrá otro cartel que anuncie en letras grandes lo mismo que el pregón.»
Art. 46. «Ejecutada la sentencia, permanecerá el cadáver, expuesto al público en el mismo sitio hasta la puesta del sol.»


Caso 2 o cómo desear venganza y juicios Rápidos en 1846. El Español 23/IV/1846, n.º 554:

Pero ya sabemos que la gente no escarmienta en cabeza ajena y toda esa parafernalia de ejecuciones públicas, muy en boga en esa época no afectaba al deseo de matar a los semejantes (siempre que no fueses la esposa), llegando a periodos de tiempo en que la cosecha era, digamos, fructífera.


“Salinas de Rosío. (Burgos 18 de Abril). (…) En últimas del año anterior se cometió un crimen horroroso en la persona de una desgraciada mujer, cuyo cadáver hallado ya fétido en un monte, resultó serlo de las muchas puñaladas que habían taladrado, su cuerpo. Posteriormente, es decir, en este año, un joven fue aprehendido como envenenador presunto de su pobre anciana abuela; y últimamente en 17 del mes anterior, tuvo lugar en el pueblo llamado Villalba de Losa, el doble crimen perpetrado por un criado del vecino D. Juan de Zulueta, cuya sola enunciación horroriza, y del que debidamente dí, á esa redacción, conocimiento. Semejantes atentados han producido los resultados más desfavorables en el ánimo de los pacíficos habitantes da este país, pero aun más el largo período que para la sustanciación de sus procesos se observa.

Consiguiente era que estos azotes de 1a humanidad, presos en la cárcel pública de Villarcayo, hubiesen sido castigados en el largo tiempo trascurrido desde que un hado fatal les impulsó á marcar su frente con el signo de criminales horrorosos: esto era lo lógico, lo moral; y lo que la conciencia misma debe dictar al juzgador es desagravio del país timorato que abortó tales monstruos, y de la vindicta pública que ofendida reclama el de las leyes”.


Caso 3 o de cómo la Paciencia es una Virtud. El Heraldo. 15/I/1847

“EJECUCIÓN DE UN SENTENCIADO A MUERTE.— Escriben de Villarcayo (Burgos) con fecha 10: «Ayer sufrió la pena de muerte en garrote, Román Presa, soltero, huérfano, de 25 años, natural de San Llorente, por la que el 17 de marzo último causó á su compañera de servicio en la casa de su amo don Juan Feliz Zulueta, vecino de Villalba, ambos de este partido de la que estaba enamorado y en relaciones de futuro matrimonio. Si el crimen causó indignación á muchos porque la victima sufrió más de nueve heridas mortales, y hasta el número de 27 con las que no contenían tal circunstancia, todas á golpe de hacha y navaja, á muchísimos ha causado compasión la expiación, contemplando que aquel fue hijo de una pasión de las que abrigan hasta las almas grandes y que como muy probable, el Presa fue insultado por la que antes había sido su querida al tiempo de reconvenirla, porque ya le despreciaba, cuya circunstancia atenuante no resulta en el proceso, como que no la presenció más que una sobrina del Zulueta, que también recibió heridas del furor de aquel joven, quien marchó con la mayor serenidad al patíbulo, ¡ Dichosas las naciones el día que por sus costumbres y por sus leyes sean proscriptos esos cadalsos de horror y tristeza!”

Por lo cual entendemos que la culpa de ser asesinada la joven era de ella misma porque el periodista supone que el reo fue insultado por la víctima, manchado su honor y que la reacción le podía ocurrir a cualquiera.


Caso 4 o compañeros de viaje peligrosos El Genio de la libertad. 17/XI/1851

De Briviesca (Burgos) dicen el 3. Por personas venidas de Santander se sabe que hace poco desembarcaron en aquella ciudad tres soldados licenciados de la isla de Cuba, que se dirigían á su pueblo. Uno de ellos que había sido cabo furriel, y parece que traía unos 12.000 reales de sus ahorros, habiendo sospechado en sus compañeros alguna intención siniestra contra él, encargó en la posada en que pernoctaron al patrón que le despertase temprano, porque quería marchar antes que sus compañeros; hizólo así este, y se puso en camino solo; pero despertándose á poco los otros dos y echándolo de menos, salieron en pos de él, y logrando darle alcance, le robaron y cortaron la cabeza, que echaron en seguida al Ebro.

A los pocos días dos guardias civiles que iban por la inmediación del otro río, observaron que un cadáver sin cabeza nadaba á flor de agua, sacáronle de ella y por las averiguaciones y declaraciones que se han hecho, parece que uno de los asesinos era primo del difunto, y ha sido apresado en Haro, y el otro en el pueblo del infeliz Cabo. El juzgado de Villarcayo entiende en esta causa, y espera que cuanto antes caiga sobre los culpables el fallo de la ley. M (Clamor.)

Aparte de cierta falta de concreción suponemos que a los culpables se les aplicaría el nuevo código penal de 1848, corregido en 1851, donde se eliminaban las distinciones entre ajusticiamientos por garrote (art 89) y se abandona definitivamente el sistema del Antiguo Régimen (la Novísima compilación, los Fueros y las Partidas, las cuales eran aplicadas por los jueces arbitrariamente). Vemos, también, que ya está la Guardia Civil recorriendo los caminos.

Guardia Civil S XIX

Caso 5. Un crimen “Kosovar” o de chalet. La Esperanza. 21/II/1854.

“Perece que cuatro hombres enmascarados, tratando de robar a un labrador que goza de fama de acaudalado, le sorprendieron durmiendo en la cama, y que, con las mas duras amenazas, le exigieron la entrega del dinero que poseía. Pero la mujer de este, que despertó con el estrépito y se presentó en el lugar en donde se representaba la escena, pudo en la lucha que trabó con uno de los ladrones arrancarle la máscara y reconocer en quien la llevaba á uno de los vecinos del pueblo. Considerándose perdidos con las declaraciones que pudiera dar esta mujer, la subieron al desván y allí la sacrificaron sin piedad. Entre tanto golpeaban á su infortunado marido los demás ladrones, hasta conseguir el dinero de que era dueño, después de lo cual volvieron á maltratarle, y casi sin aliento le encerraron dentro de un arca, fugándose en seguida.

Al día siguiente, observando algunos vecinos que la puerta de la casa permanecía cerrada, y sospechando siniestramente, acudieron á la autoridad participándole la observación que les movía á dar aquel paso. La justicia se presentó en la casa, y, después de tomar las medidas conducentes, determinó penetrar en ella y registrarla. Pronto halló la verdad de las sospechas, pues descubrió a la infeliz mujer aun viva para poder declarar a sus asesinos, y al marido casi examine revolcándose en su sangre dentro del arca. Nos han asegurado que la justicia, que interviene en este grave suceso, ha apresado ya á los delincuentes, y sigue las diligencias con la mayor celeridad.

Después de escrito lo que antecede, nos anuncian que el crimen se perpetró el día 6 en el pueblo de la Quintana, muy cerca de Villarcayo; fueron robaron como unos 8,000 rs. y algunos efectos y que martirizaron á la mujer mas arriba mencionada, sacándola primeramente los ojos, mutilándola los brazos, y punzándola en seguida para que declarase el lugar donde se hallaba el dinero. Últimamente, nos dicen que el juzgado de Medina de Pomar entiende en este negocio, y que dos de los criminales se hallan ya en poder de la justicia.”

¿Qué hemos descubierto? Exacto: ¡Que el Juzgado se había llevado a Medina de Pomar!

Bueno, y que la vida y la integridad humana no valía nada ante el deseo de dinero. Como ahora. Pero al menos algo se solucionó:

La Época (Madrid. 1849). 24-8-1858, n.º 2.877

“El 18 fue un día de júbilo para el pueblo de Villarcayo, que tan brillante página tiene consignada en la historia de nuestra guerra civil. La capitalidad del juzgado, que radicaba en Medina de Pomar, se ha dispuesto, por real orden, que su traslado á Villarcayo, donde por espacio de más tres siglos se administró justicia”.


Caso 6. Porque no todo son crímenes violentos.

El Clarín 9/VIII/1883

“Se dirigió una familia, en cuyo seno iba una mujer variolosa (Con Viruela), desde Burgos á Villarcayo, y no la admitieron en esta población, teniendo que pasar toda la noche en la carretera dentro del carenaje que llevaba, sin abrigo, sin alimento, sin nada para los tiernos niños que con ella iban, á pesar de los muchos parientes y amigos que allí tienen. Aun, si cabe, sucedió más en Quintana de Valdivielso, cuyo Ayuntamiento acordó en sesión no recibir á l a mencionada familia en el pueblo. El desconsolado padre de la variolosa, completamente aislado por toda clase de personas, tuvo que amortajar y meter en el ataúd el cadáver de su hija.

Y dice el colega de donde tomamos la noticia: Estos hechos repugnantes, más que en un país civilizado, parecen ocurridos en la Zululandia. ¿Dónde, dónde está la caridad católica de nuestros religiosos pueblos? En los labios, y nada más que en los labios”.
Jenner inoculando la vacuna de la Viruela
  
La Época (Madrid. 1849). 9-1-1887, n.º 12.380

Dicen de Burgos que en la carretera de Villarcayo a Medina, A dos kilómetros de aquella villa, se encontró el cadáver del peatón Nicasio Martínez González. La muerte debió ser casual.