Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


sábado, 22 de febrero de 2014

Peñalba de Manzanedo: Siempre al sol.

Peñalba es pequeña. La "Peña el Picu", un espolón calizo, le protege de los nublados procedentes del norte. Son una docena de casas, algunas con pajares. Su situación en las estribaciones orientales de la Cordillera Cantábrica, en la cuenca del alto Ebro, una particular orografía y su orientación hacia el Sur configuran el clima, la vegetación y su entorno. Ya saben: inviernos fríos y largos, clima continental. Gracias al Ebro y su afluente el Trifón posee unas mañanas con nieblas que se disipan con el sol. Si se quiere disfrutar de ellas basta con atravesar el pasadizo de acceso a las eras (fuera del pueblo y abiertas hacia el Ábrego) y, ya levantadas, perder la mirada hasta encontrar las ruinas del castillo de Arreba.
 
 
 
Pero vayamos a la historia. ¿Desde cuándo existe Peñalba, Peñalva o Penna Alva? Desde hace mucho. Su nombre aparece en el libro "Becerro de las Behetrías de Castilla". Les comento que una Behetría es una población cuyos vecinos, como dueños absolutos de ella, podían recibir por señor a quien quisiesen.
 
Se han localizado restos neolíticos (dólmenes), de la edad del hierro, romano o tardoromano (Torcularium) y altomedieval. Vemos que el ser humano ya vivía por la zona, lo que para algunos autores daría lugar, durante la Alta Edad Media, a aldehuelas en torno a pequeñas iglesias y monasterios. Se ha llegado a pensar que en la iglesia se conservan restos de un primitivo templo prerrománico. Esta iglesia, de nave rectangular, tiene la cabecera hacia el Este. La puerta de acceso, que se abre en la fachada Sur, forma un arco ligeramente apuntado con arquivolta e impostas bastante marcadas de estilo gótico.
 
La iglesia esta bajo la advocación de la Asunción de Nuestra Señora y conserva algunos canecillos y otros elementos que han sido catalogados como "mozárabes". Aparte de estos elementos aislados y reutilizados que podrían datarse entre los siglos X y XII, las partes más antiguas del edificio actual, como el ábside recto y la típica espadaña rematada a piñón con dos grandes vanos para las campanas, podrían ser de los siglos XIII o XIV y se encuentran construidas en un estilo románico muy popular.
 
En el lateral de la espadaña, apoyado directamente en un rebaje del plano inclinado de su primer cuerpo, está el reloj de sol. El sillar ha perdido la parte superior y dos grandes grietas lo atraviesan en diagonal. Parte de la inscripción de la fecha todavía es visible en la pequeña porción de la banda superior que se conserva junto al orificio de la varilla. En antiguas fotos aparece el sillar, o al menos lo parece, completo. La traza es de ángulos iguales. La numeración arábiga ha desaparecido en la zona erosionada. Se leen las horas de las 8 a las 2, las 3 se adivinan bajo el negro de los líquenes. Conserva la varilla de un solo apoyo, sujeta con plomo y próxima a desprenderse (si no lo ha hecho ya). Estuvo pintado de almagre.
 
Junto a la iglesia se descubrió una tumba antropomorfa excavada en la roca, siendo posible que no fuese la única lo que podría apoyar la idea de un templo anterior al actual. Estas necrópolis, como Peña Horrero, son muy comunes en Las Merindades.
 
 

Iglesia de Peñalba de Mazanedo, espadaña y reloj de sol
 
Comentábamos que Penna Alva figuraba en el “Becerro de las Behetrias”, llamado así por el material sobre el que está escrito, mandado hacer por el rey Pedro I de Castilla (1350-1366) para inventariar los “señoríos de behetría” existentes en Castilla. Surge en las Cortes de Valladolid de 1351, cuando el estamento de los hidalgos solicitó al rey la desaparición de las behetrías mediante su conversión en tierras solariegas. El libro servía para saber que y quién cobraba rentas.
 
Nos dice que es de don Pedro Fernández de Velasco y de don Lope García de Porres y que hay un solar yermo y derechos del monasterio Santa María de Rioseco. (Inocencio Cadiñanos Bardecí, en su obra sobre el monasterio de Rioseco, dice que Santa María de Rioseco poseía un solar en Peñalba y que cobró rentas en los años 1554, 1600, 1650 y 1700).
 
Sobre la entrega, al monasterio parte de lo producido en un solar del pueblo y, añaden, cuatro almudes de pan, medio trigo y medio cebada, y ocho maravedíes en metálico. Subraya que a doña María le da cada villano e hidalgo según hayan acordado.
 
Y, ¿esta María quién es? Quizá fuese María Díaz de rueda que figura en una carta de donación de su hija pocos años después del becerro, en 1375. La donación la hace por su alma y la de sus parientes y al parecer en compensación por ciertos daños que ella y su marido hicieron al monasterio y a sus vasallos:
 
“Sepan quantos esta carta vieren como yo dona Juana, fija de Maria Diaz de Rueda e mujer de Dia Sanchez de Bustamante que fue, otorgo e connosco que vendo e do a vos el abat e al conuento del monesterio de Sancta Maria de Ryo Seco lo que yo heredo e deuia heredar en Pennalua e en Cueua, todo assy como a mi pertenesçe e mas la quarta parte del solar de Canpo que yo he en Vilasopliz e mas lo que yo he en Sant Martin del Rojo. Et esto todo vos lo entrego e me desapodero dello del dia de oy que esta carta es fecha assy como lo yo heredo o deuia heredar de parte mi madre Hurraca Lopez de Ryomolino, de la piedra del ryo a la foia del monte, e con todas sus pertenençias assy como a mi pertenençen o deuian perteneçer. Esto vos lo do por la mi alma e de mi padre e de mi madre e Gonzalo Diaz mi fiio e de Dia Sanchez mi marido, que Dios perdone, por danos e menoscabos que fiçimos en el monesterio e en sus vassalos yo e Dia Sanchez. E ruego al abat e al conuento que nos perdone e que esta renta que se leuantare destos solares sobredichos sean para pitança para el conuento por nuestras almas e ellos que sean tenidos de rogar a Dios por nuestras almas e esta pitança que se de a dia de San Lucas euangelista, en cadano e para siempre jamas e yo la sobredicha donna Johanna otorgo que ovi postura e toue carta de condiçion de los sobredichos abat e conuento de Santa Maria de Rio Seco e seello con su sello en que deçia que yo que leuasse en mios dias las rentas e derechos e pertenençias a estos solares sobredichos e yo la dicha donna Johana veyendo que era peligro de la mi alma, soltre estos rentas destos solares e estos solares sobredichos para siempre jamas e que lo ayades por juro de heredat. Penna Alua”
 
Sigamos, al rey, parte importante en el becerro, se le pagan solamente monedas y servicios.
 
Con relación a los derechos de los señores en Peñalba, consta que don Pedro Fernández tenía derecho a dos almuces de pan, medio de trigo y medio de cebada, y cuatro maravedíes en metálico. De otro solar, junto a su hermana, recibe otros dos almudes de pan, igual proporción, y seis dineros. A los hiios de Ruiz Sánchez, por otro solar, por infurción, dos almudes de pan y cuatro maravedíes en metálico. A Lope García, por otro solar, siete cuartas de pan, cuatro de cebada y tres de trigo.
 
Aunque en la copia consultada estas referencias surgen de una nota que nos deriva de Peñalba a “Villa mosa” que pertenecía a Santa Clara de Medina de Pomar y a doña María, hija de Sancho Sanchez (que no Fernández). En fin, lo importante en esta entrada era reflejar que ya estaba poblado Peñalba hacia el 1300.
 
Avancemos hasta la época de La Ilustración, accedemos al catastro del Marqués de la Ensenada. Este fue un documento registral cuyo funcionamiento estaba reglado y pautado para conseguir unas respuestas homogéneas.
 
Primero se procedía a la elección de representantes del concejo o ayuntamiento (lo hacían el alcalde y los regidores) que responderían al interrogatorio y dos o más peritos entre las personas que mejor conociesen las tierras, frutos y, en general, todo lo referente al lugar.
 
Después el Intendente, o en su representación un Juez delegado, que en nuestro caso fue don Felipe López, iba acompañado de un asesor jurídico, un escribano y los operarios, agrimensores, escribientes y demás dependientes que considere necesarios para acudir a cada pueblo de la provincia. Mandaba citar al alcalde (a la sazón don Esteban Ruiz), peritos –generalmente forasteros- (Bernabé Gil y Simón González que eran vecinos de Cueva) y al cura párroco que les tomaría juramento (el de Peñalba era don Santiago de la Peña), para un día, hora y lugar determinados.
 
Llegado el momento, se daba comienzo al Interrogatorio, recogiendo el escribano las respuestas literales dadas por el concejo y los peritos. Podía suspenderse el interrogatorio un tiempo, a condición de hacerlo con reserva, justificación y brevedad para recopilar los datos que no se tuviesen en el momento. Finalmente, las autoridades y testigos firmaban el documento, a excepción del cura párroco.
 
Centrándonos ya en Peñalba vemos algunas curiosidades:
  • En la pregunta referida a la existencia de ganados en el pueblo –que nos dice muchos sobre la riqueza de los residente –dice que hay bueyes de labranza (¿cuantos?), una vaca y una novilla.
  • Que hay cuatro vecinos (entiéndase como cabezas de casa con sus criados y parientes) y no hay casas de labor ni alquerías, lo que hoy entendemos como granjas. Relata que de las casas del pueblo hay cuatro habitadas y ocho arruinadas.
  • Que es lugar de realengo.
  • No había ni tabernas, ni mercado, ni panadería, ni hospitales, ni mercader al por mayor, ni…
  • Pero consta un Blas de la Serna como cantero durante 180 días al año, Juan Bueno como tejedor. El resto de vecinos serían agricultores.
  • ¡Y posee una pobre de solemnidad! Que se llamaba María Martínez.
  • Se indagó también sobre los mayores de 18 años y menores de 60 años. Se ajustaba a ello el Labrador Esteban Ruiz. Identifican a otra persona, Francisco Sainz, que sobrepasa el límite marcado y que estaba impedido.
Es decir, los cuatro vecinos de derecho que tenía Peñalba de Manzanedo en 1752 eran: Blas de la Serna, Juan Bueno, Esteban Ruiz y Francisco Sainz. Y que no era un pueblo rico, más bien lo contrario.
 
Tras el trienio liberal tenemos la descripción, escueta, de Peñalba que recoge el “Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal” (1826-1829) del doctor don Sebastián de Miñano y Bedoya (1779-1845), individuo de la Real Academia de la Historia y de la Sociedad Geográfica del País. Vulgo: El Miñano.
 
Nos la sitúa en Burgos, partido de Castilla la Vieja en Laredo, corregimiento de Villarcayo, Valle de Manzanedo. Dice que tenía 7 vecinos y 35 habitantes; que distaba 13 leguas de la capital; y que contribuía con el Valle. Tiene un corregidor pedaneo que depende del de Manzanedo.
 
Según en Madoz (siglo XIX, el "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España" de Pascual Madoz), imprescindible para conocer el siglo XIX, Peñalba de Manzanedo estaba en la provincia, diócesis, audiencia territorial de Burgos (a 13 leguas), perteneciente al partido judicial de Villarcayo y ayuntamiento denominado del Valle de Manzanedo. Está situada en una pequeña altura y rodeado de monte escabroso; el Clima es templado; reinan comúnmente los vientos N. y E. y las enfermedades dominantes son los constipados y dolores de cabeza. Tiene 8 Casas; una fuente de abundantes y buenas aguas; una iglesia parroquial matriz (la Asunción) y un cementerio unido a la misma, de la cual es aneja la del pueblo de Consortes, y sirven su culto un cura párroco y un sacristán.
 
El término linda: al norte Villasopliz; al este Cueva; al sur San Miguel, y al oeste Consortes. En el monte llamado Casas se encuentran vestigios que indican haber existido allí algún pueblo, llamando particularmente la atención la multitud de sepulcros que se descubren de una sola piedra bien labrada y los mas con epitafios, cuyos caracteres no se distinguen por estar gastados á causa de su mucha antigüedad. Esta aseveración del Madoz es reiterada por Basilio Osaba y Ruiz de Erenchun en “Poblados, Monasterios y Castillos desaparecidos en la provincia de Burgos”.
 
El terreno es secano y de mediana calidad, pasando por él un riachuelo muy poco caudaloso conocido con el nombre de Trifón. En este terreno se encuentran también varias canteras de piedra bastante buena y diferentes montes poblados de encinas y carrascos de robles. Caminos: los de pueblo a pueblo. La correspondencia se recibe de la capital del partido. Las producciones son trigo, cebada, avena y legumbres; cría ganado lanar, cabrío, de cerda y mular para la arriería. Su industria es la agrícola. Población: 6 vecinos, 23 almas. Capacidad Productiva: 60,600 rs. IMP. : 6,032.
 
El Indicador general de la industria y el comercio de Burgos (1894) no relata que tenía 75 habitantes (no separa entre vecinos y almas) y que está a 2`7 km. de Manzanedo, la capital del valle y ayuntamiento con 1135 habitantes. “Manzanedo city” era gobernado ese año por el Alcalde Miguel Fernández González. El juez municipal era Manuel González González y el fiscal: Tomás de la Hera Peña.
 
No nos consta el párroco ni el maestro pero si quedaron reflejados otros oficios que servían tanto a este pueblo como a sus pedanías:
  • Carpintero: González García, José.
  • Herrero: Ruiz y Ruiz, Pablo.
  • Practicante: Mata y Peña, Félix.
  • Vinos y licores: Sainz y Sainz, Sebastián.
En 1951 vivían en Peñalba 54 personas con doce viviendas y nueve edificios de otros usos.
 
 

Casa de Peñalba. Entrada actual al pueblo
(antes era el "final" de la población)
 
En 2013 estaban empadronados dos mujeres y un hombre (INE).
 
Bibliografía.
Becerro de las Behetrías (1352)
Donación solar a monasterio de Rioseco (1375)
El Monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco (Valle de Manzanedo-Villarcayo). Historia y cartulario. Inocencio Cadiñanos Bardecí.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián de Miñano y Bedoya
"Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España" de Pascual Madoz
'Nomenclator de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España'
Instituto Nacional de Estadística.
Relojes de Sol de la Diócesis de Burgos. Pedro J. Novella
 
Quiero dedicar esta entrada a Juana de Valderredible que celebra hoy su cumpleaños, 84 años, y a varios vecinos de este humilde pueblo de Peñalba de Manzanedo, a saber: Isabelo, Soledad, Elías y un recuerdo a Petra.

viernes, 14 de febrero de 2014

La fortaleza de Tedeja: Un castillo anterior a Castilla.

Este es un viejo castillo de Burgos, de una época en que Burgos no existía. Bueno, para ser exactos, no es un castillo sino una fortaleza. ¿Son lo mismo? NO. Un castillo es un edificio con una serie de dependencias pero una fortaleza es una muralla con una o varias puestas que puede contener una ciudadela, un cuartel, iglesia…


Da igual, es el “castillo de Tedeja”. Para algunos habría que catalogarlo, como mínimo, del siglo V (el último emperador romano de occidente es depuesto en 476, siglo V), y alcanza el XIV. José Ángel Lecanda estimaba que su origen era un punto de control tardorromano de tipo Turris fechable en el siglo III D.C. o albores del IV (alrededor del año 300), a causa de las cerámicas y estructuras encontradas. Según el libro «Condado de Castilla» de Fray Justo Pérez de Urbel, el fundador del Castillo de Tedeja fue don Pedro, duque de Cantabria, muerto en el 740 y suegro de Pelayo, primer rey de Asturias.
  
Para el fantástico y fantasioso Hauberto Hispalensis de Gregorio de Argaiz, los refugiados godos del duque Pedro se replegarían a Tetelia tras la caída de Amaya frente a los árabes. Cerrando el desfiladero salvaguardaban el valle de Tobalina y la costa, algo así como “el último bastión” frente al invasor. En la huida desde Toledo, los espatarios supervivientes de la batalla de Guadalete, trasladarían (siempre según el diploma que encontró) el panteón real de los reyes godos hasta aquí. (¡Anda tú, qué coincidencia!). Para otros el panteón godo estaría en Oña (Anda tú, igual que el de los reyes de Castilla. Otra interesada coincidencia).


La primera referencia que se tiene del castillo es del año 790 cuando se le menciona en una donación del abad Alejandro Quelino al monasterio de San Juan de Cillaperlata, el cual se encuentra «in locum qui dicitur cellaprelata subtus Tetelia. Cierto que el documento es posterior al Siglo V pero tiene un valor indiciario ya que los datos arqueológicos conocidos para este monasterio evidencian, para sus fases iniciales, un contexto avanzado del siglo VIII o quizás de principios del IX.
  

A partir de ésta, las referencias se suceden de forma continua desde el siglo X hasta que el rey Enrique II de Castilla cede sus derechos en el alfoz de Tedeja a Pedro Gómez de Porras, hecho que se produciría, según Cadiñanos, en 1366.
  

Pero Tedeja dejó de vivir solo en viejos textos cuando Roberto Fernández (15 años de paseos por la sierra de La Tesla) lo encontró en 1981 y se produjeron las primeras aportaciones de fondos para poder excavar el castillo.
  

Tedeja ocupa un saliente en el extremo oriental de la Sierra de la Tesla, en la desembocadura del río Nela en el Ebro. A sus pies está el desfiladero de la Horadada, que es uno de los pasos naturales entre Las Merindades y la llanura de La Bureba. Lugar este claramente estratégico por sus condiciones topográficas, por el dominio visual que llega hasta Medina de Pomar situada a unos 20 Km. y por el control de la vía de comunicación que transcurre a su lado.


La Turris de Tetelia (Siglo III a siglo V)


Viajemos en el tiempo hasta llegar a los años iniciales de Tedeja: el Turris. El entorno que se observa difiere, como no podía ser menos, del actual. Hay una serie de castros habitados en estos años Bajo imperiales: Nocedo (Návagos), La Quintana (Rosales), Castillo (Rosío) o San Pantaleón. Estas defensas se complementan con las turris de Peña Partida, de la Peña del Mazo y el Castillo de Tedeja.


¿Pero para qué servían los turris? Formaban parte del sistema de vigilancia y control policial de las vías del Imperio, especialmente allí donde existía un motivo de inseguridad: bandolerismo, la amenaza exterior o la convulsión social. En este caso se explica por la situación marginal y periférica de las latitudes situadas al norte de Las Merindades, y por los diferentes grados de romanización del área.
Reconstrucción de una Torre de vigilancia romana. 
  
Para hacernos una idea, eran pequeñas fortificaciones aisladas que funcionaban como torre de vigilancia, como estación de señales o ambas cosas a la vez. La nuestra sería de piedra (Técnica usada a partir del siglo II). Solían ser de 4,8 a 6 m. de lado y, generalmente estaban rodeadas por un foso y una empalizada. Se conservan restos arqueológicos de centenares de torres, pero ninguna integra. Recordemos que los ejércitos de Roma destruían sus fortificaciones al retirarse.

  
Disponían de una balconada de madera y de un poste inclinado en cuyo extremo existía una cestita metálica donde se colocaba el fuego para enviar señales luminosas o de humo a las torres próximas. Tenían cuatro plantas con el acceso en la primera para evitar asaltos en tromba. Sus partes eran: 
  • Planta baja: despensa y almacén de suministros, accesible solo desde la planta superior.
  • Planta 1ª: Posee la entrada, se utilizaba para cocinar, comer y dormir y solía tener una ventana relativamente amplia.
  • Planta 2ª: el “cuarto militar”, donde estaban depositadas los pertrechos militares y el retén de guardia
  • Planta 3ª: en ella se encastraba la balconada exterior de madera, que rodeaba todo el perímetro de la torre.  

En el extremo Noroeste del yacimiento de Tedeja destacan los restos de una torre cuadrangular que rondaría el siglo III que encajaría en un sistema de torres/Turris intercomunicadas para controlar el territorio. De hecho, Tedeja procede del término latino Tetelis, que significa tutela, vigía, lo que remarca su situación e importancia.


La construcción de la muralla. (Siglo V)
  

La primera fase importante del castillo de Tedeja se inaugura allá por la segunda mitad del siglo V d.c, con la construcción de un amplio recinto, enriscado y muy fortificado, potente y vanguardista desde el punto de vista poliorcético; estratégico desde el punto de vista militar y político, justamente en los instantes finales de Roma; esta fase se continúa con la históricamente inmediata y caracterizada por la instauración de la monarquía visigoda en Toledo; la etapa se prolongará más allá de la desaparición de la institución dinástica, caída tras los acontecimientos del 711. Tengan claro que un recinto para albergar un mayor número de tropas que indicaría una mayor inseguridad de la zona.

  
Es decir, que en el periodo visigodo, siglos V-VIII nos consta la ocupación de Tedeja y la Peña del Mazo que acabamos de ver como defensas romanas. Esta ocupación se ve reforzada por la presencia de monasterios que buscarían la protección de aquellos. Son las iglesias-monasterio como Santa María de los Reyes Godos (300 m de Tedeja) que pudo ser panteón godo de reyes o nobles, y otras cercanas a lugares con nombres como Castillo o Castro. Puede que la basílica visigoda de Santa María (Mijangos) se construyese al abrigo de Tedeja.


El levantamiento de la muralla arrancaría con la construcción de los cubos situados frente al actual acceso al yacimiento y que marcan el trazado de la línea defensiva en los puntos más elevados del frente septentrional, el más vulnerable. Ambos cubos disponían de acceso individualizado mediante una escalera de tramo único adosada por el interior. Después se trabajó la unión entre ambas torres y la construcción del resto de la muralla con un cubo semicircular en cada extremo. Finalmente se remata su engarce con los precipicios.

Muralla de la Fortaleza de Tedeja
  

En el lado que mira a Trespaderne está la puerta flanqueada por su torre. Probablemente sea la única puerta, algo desplazada con respecto a la línea de fachada. Es estrecha, recta y relativamente profunda, ligeramente retranqueada hacia el interior con una anchura en el umbral de 1,70 m por el exterior. La profundidad de la puerta es superior a los 3 m. A lo largo de este umbral encontramos la impronta que han dejado los goznes de los ejes de las puertas y los topes para los batientes, así como la solera de opus caementicium.

  
Los análisis realizados para datar la muralla, aun con alteraciones por arreglos posteriores y algunos hallazgos diversos, nos sitúan su inicio en el siglo V. Recordemos que los Visigodos llegan como fedatarios a lo largo de esta centuria del 400. ¿Quién ordenó acrecentar las defensas de Tetelia? ¿Roma o Teodorico?


Primeros Añadidos por peligro de derrumbe. (Siglo VI)


En plena existencia del reino Visigodo, y en unos años en que esta zona marca el límite de su poder, se construye el cubo central que se adosa al paramento exterior de la muralla para, actuando como contrafuerte, reforzarla. Se emplaza en una zona de fuerte desnivel donde la presión que ejerce la masa construida sobre la situada en el plano inferior es considerable. Pero, además, la torre viene a reforzar la capacidad defensiva de la muralla al instalarse en un punto donde esta construcción resultaba de inicio bastante vulnerable.


No solo eso sino que se añade un paso de ronda por el interior, entre los cubos principales y anulando los peldaños inferiores de las escaleras de acceso, inutilizando las mismas desde esa fecha. No parece que se realizasen muchos años después de la primera muralla al ser de fábrica similar y por ello podría situarse a lo largo del siglo VI.


Dominio Árabe (del 711 al 745. Siglo VIII)


En el corto periodo de dominio bereber (711 a 745) constan elementos de orden defensivo o de vigilancia. Parece que reutilizan las torres circulares romanas o visigodas, y sería lógico que Tedeja también. Hay una estructura circular de unos 8 metros de diámetro cuyo muro tenía una anchura de 2 metros, esta torre pudo construirse entre el año 700 y el 1000.
  

Reformas, refuerzos y nuevos elementos añadidos por peligro de derrumbe. (siglos XI-XII)


Parece que durante un periodo de tiempo no se realizan reformas en la muralla. Otro tema es lo que se produjo en el interior de la fortaleza donde pudo haberse construido con materiales perecederos. Se aguantan las aceifas musulmanas, surgen los condes de Castilla y, en el siglo XI (años 1028 a 1054) se produce el dominio del reino de Pamplona… En una donación del rey navarro García Sánchez III, el de Nájera, a su mujer Estefanía de Foix vemos como este rey decide sobre los territorios de Castilla Vetula, también nos indica que el señor del castillo de Tedeja es Fortún López. A su vez nos informa de un tal Galindo Bellacoz, de Colindres, que para 1054 será quién controle el Alfoz de Tedeja.
Recreación del "castillo" de Tedeja

La tenencia de Tedeja toma el nombre del castillo pero Tedeja es también la zona más norteña del valle de Valdivielso (San Pedro de Tejada) y su castro. La tenencia debió comprender los alfoces Campo Redondo, Cigüenza, Medina, Torres (La Cerca), Mijangos, Los Butrones, el valle de Valdivielso, y el valle de Caderechas, cada uno de ellos con su correspondiente elemento defensivo. El registro documental de Tedeja como tenencia finaliza en 1127.

  
Mientras todo eso pasaba, el sector largo de la muralla, sin torres, (145m y 10 % de desnivel) sufrió problemas estructurales provocando la ruina de algunos tramos. Como hemos indicado esta fue la causa de la construcción de una de las torres. Esto se ve también en la muralla con cortes en el paramento que se corresponden con una profunda reforma llevada a cabo desde la misma base porque “se caía”. Reparación que dispuso un alineamiento de bloques rectangulares de arenisca que sirve de cimiento a partir del cual se levanta el resto del paramento, empleando material del mismo derribo.
  

Idénticos problemas de estabilidad se observan en la torre construida en la fase anterior y en el cubo de la puerta. El colapso de ambos se evitó adosándoles un potente refuerzo exterior, ejecutado a modo de forro, consistente en una construcción maciza de planta cuadrada que emplea grandes sillares de arenisca, similares a los empleados en la reparación del tramo de muralla. El alzado total de este refuerzo rondaría 1,30 m, ya que de otro modo habría tapado los drenajes que presentan los cubos en su tramo inferior.
  

Este proceso de reforma se completa con la construcción de una nueva torre que se distingue por ser de planta cuadrada, aunque asimétrica. Esta, también maciza, se adosa al exterior de la muralla en una zona destacada, incrementando con ello el potencial estratégico y de defensa del recinto.


¿Qué nos dice todo esto? Que la muralla llevaba mucho tiempo en uso y que todavía era necesaria como para trabajar en su mantenimiento. Las técnicas empleadas, tanto en las reparaciones como en la obra nueva, muestran la evolución de la técnica de cantería. La talla de los sillares se ha realizado con instrumentos como el trinchante o la escoda, herramientas empleadas en cantería desde finales del siglo XI hasta bien avanzado el siglo XIII. Traducido: una cronología Plenomedieval.


Para los expertos de Arakitos Arqueólogos, S.L. los refuerzos cuadrangulares documentados se conocen desde las excavaciones efectuadas en los años noventa, no obstante, la falta de una perspectiva global del recinto defensivo y de los diferentes elementos que lo integran, llevó a interpretarlas como torres de planta cuadrada arrasadas hasta la cimentación construida en época tardorromana. Y ya en época visigoda se levantarían sobre ellas los cubos semicirculares de la muralla. Si les suena esta idea es porque es la hipótesis comúnmente conocida y, también, aceptada. Para Ángel L. Palomino Lázaro, María Negredo García y Ramón Bohigas Roldan, sin embargo, las estructuras de planta cuadrada documentadas en la base de los cubos semicirculares no son cimentaciones, sino potentes refuerzos exteriores construidos en una fase avanzada, cuando éstos ya presentan unos problemas de estabilidad evidente.


Abandono. (Siglos XIII-XIV)
  

Se descubre por el desmoronamiento y ruina de la fábrica original. En términos generales, la alzada conservada ronda los 2 m en la línea de muralla y casi los 3 m en los cubos, del resto dan buena cuenta los potentes niveles de derrumbe que se amontonan junto a la muralla extendiéndose varios metros a partir de éstas, sobre todo y fundamentalmente, al exterior.


Al desaparecer el mantenimiento aplicado durante su fase de actividad se inicia su desaparición. No se han documentado acciones violentas o catastróficas como causas de dicha destrucción. Por ello, a medida que Tedeja pierde su peso como centro jerárquico, lo pierde su defensa. Debemos entender este fenómeno como un proceso paulatino producido a lo largo de la plena Edad Media. Así en el siglo IX, continuaría en uso militar sin relevancia política y, a que a partir de finales del siglo XII y avanzado el siglo XIII, únicamente parece mantenerse su referencia como topónimo. Un proceso que estaría culminado a finales del siglo XIV, cuando Tedeja deja de aparecer en las fuentes documentales escritas.

  
El yacimiento. Estado actual e interpretación.
  

Las excavaciones empezaron en 1994, en un proyecto de investigación iniciado por R. Bohigas e I. Ruiz, al que un año después se incorporó J.A. Lecanda, paralizándose en 1998. En 2000 hay trabajos pero, aparte de una campaña de limpieza la actividad no se reanudará hasta 2008
  

Además, con motivo de las obras de ampliación y reforma del trazado de la carretera N-629 en el año 1998 se trabajó en el yacimiento de «Peña Partida» y en el de «Santa María de los Reyes Godos» en el vallejo de Santillán. Una última referencia externa será la vecina iglesia de «Santa María de Mijangos» (Merindad de Cuesta Urría, Burgos) cuyos vínculos con Ted
Subamos al cerro y describamos lo que se ve. Debemos empezar al suroeste del cerro, donde está el mirador sobre La Horadada, en un área de fuerte pendiente en la que se ha nivelado el terreno construir el cubo. Desde ahí el cortado rocoso a cuyos pies se abre el vallejo de Santullán (o Santillán) y Santa María de los Reyes Godos. Desde este cubo la muralla remonta la fuerte pendiente, proyectándose hacia el borde norte del cerro mediante un potente lienzo de 30 m de longitud y 1,60 m de anchura, que conservaba en el momento de la excavación un alzado medio aproximado de 1,55 m. Su trazado se adapta al terreno, aprovechándolo y salvando un desnivel de 10 m.
Vista aerea de los trabajos en Tedeja
  

El siguiente cubo, el más cercano a la actual entrada de vehículos, conservaba en el momento de la excavación una altura media de 2 m, con un diámetro de 7 m, sobresaliendo 5,30 m con respecto a la línea de muralla. Desde él se ha proyectado el cierre de todo el flanco septentrional del cerro, el área más vulnerable, configurando una estructura amurallada que permitiría definir este enclave más como recinto fortificado que como castillo.

  
El tramo total de muralla mide 175 m, con cinco cubos a intervalos variables, y se proyecta hasta el extremo noreste del relieve. Aquí, donde la ladera cae pronunciadamente hacia el este, hallamos un acceso flanqueado por una torre de planta circular en origen. Mientras, hacia el sur el recinto gira proyectándose hacia unos crestones rocosos desde los cuales se pierde su rastro, aunque se supone que continúa descendiendo hasta el cauce del Ebro.
  

Los muros fueron construidos mediante el sistema de doble paramento con un relleno interno relativamente compacto compuesto de piedra menuda, cascajo y barro. Su ancho ronda los 2,00 metros. Los paramentos fueron levantados con mampostería, empleando piezas de tamaño mediano, combinando los mampuestos con alineamientos de lajas que crean una serie de planos de nivelación. Para los que sepan de construcción diremos que esta fábrica se ve reforzada con ripios, lechadas de barro y un porcentaje muy bajo de mortero de arena y cal. La mayor parte de las piedras se han colocado a tizón, de modo que al penetrar en el núcleo de la muralla dotan a toda la estructura de una mayor consistencia.
  

No hay zanja de cimentación solo argamasa para uniformar el terreno y aportar solidez a la base de la estructura. A su vez, se conservan numerosos restos de un revoco de mortero de arena y cal aplicados en ambas caras, varias capas, lo que pone de manifiesto una intensa labor de mantenimiento mientras la defensa fue operativa.

  
¿Cómo consiguieron subir la piedra? Pues de la misma forma que parece que lo hicieron en Machi-Pichu. Es decir, de allí mismo: en numerosos sectores la superficie rocosa aparece descarnada y cortada en bloques angulosos, sobre todo en la zona del foso que antecede a la muralla. Vemos en ello un rasgo de inteligencia destinar un único esfuerzo a una doble tarea.
Corte muralla de Tedeja
  

Esta forma de construir denotaría, para la fase inicial, premura en la ejecución de un plan que, a pesar de la magnitud de la obra proyectada y de los problemas inherentes a su ejecución, consigue no obstante cerrar el acceso al recinto en aquella zona en la que éste ofrece mayores facilidades de acceso, salvando además unas condiciones topográficas especialmente complejas. Una vez conseguido este objetivo, las actuaciones inmediatamente posteriores se destinarán a reforzar el potencial estratégico y defensivo de la muralla, construyendo un paseo de ronda entre los cubos originarios y construyendo un nuevo cubo que apuntala la estructura en un sector donde su estabilidad está más comprometida.
  

Por otra parte, es importante tener en cuenta otra serie de elementos que junto a la muralla terminan por configurar el complejo defensivo. En paralelo al paramento exterior de la muralla y en toda su longitud, se dispone una banda de terreno que cabe identificar como liza, cuya anchura oscila entre 7 y 14 m, dependiendo de la situación con respecto a los cubos o al propio paramento de la muralla. Es una superficie aterrazada que conserva la pendiente natural del terreno en sentido oeste/este, manteniendo la uniformidad gracias al aporte, directamente sobre el afloramiento rocoso, de sucesivos echadizos del sedimento natural arcilloso propio del cerro.


El segundo elemento que refuerza el sistema defensivo al exterior de la muralla es el foso, identificado parcialmente durante las intervenciones de los años 90. Su presencia se restringe al sector noroeste con el objeto de introducir una discontinuidad topográfica que dificulte el acceso en el tramo más vulnerable. El foso consiste en un vaciado de la superficie rocosa, cortada mediante aristas vivas o tajos sucesivos muy angulosos, que aprovisionó como cantera al proceso constructivo de la muralla, produciendo un corte alargado de marcada sección en V, asimétrico e irregular, con una anchura estimada de 12 m, una longitud próxima a los 30 m y una profundidad media de 4 m.


Pero esto es una descripción de lo que se encontrarán si se acercan a ver un castillo más antiguo que Castilla.
  

Bibliografía:
La fortaleza de Tedeja en Trespaderne y el castillo de Poza de la Sal (Burgos). Variables arqueoógicas para el análisis de la articulación del poder local en el tránsito de la tardoantigüedad a la alta Edad Media en la Castilla del Ebro (Ángel L. Palomino Lázaro, María J. Negredo García, Ramón Boñigas Roldan)
Merindades, la piedra de Castilla. Aitor Lizarazu Pérez.
Asociación Cultural de Tedeja.

miércoles, 5 de febrero de 2014

De la Garza Falcón y la conquista de Texas.

En un documento de Las Merindades se indica que “algunos habitantes de la comarca como Juan de Garay y De la Garza, fundador de Corpus Christi en Texas, participaron en la colonización de América”. Centrándonos en este último apellido, repite cita cuando habla de la casa de la familia De la Garza en Valdenoceda indicando que “uno de sus miembros fue el fundador de la ciudad de Corpus Christi, en Texas”.

En varios sitios de la Internet, algunos desde Las Merindades, se repite la siguiente cita cuando se habla de este caserón que hundiría sus raíces en el siglo XVI o, quizá XVII: “En el barrio de arriba, entre el apiñado caserío, se ubica una casona que fue el solar en Las Merindades de la familia De la Garza, descendientes del fundador de la ciudad de Corpus Christi, en Texas”. Aquí me surge una duda, ¿Puede alguien del siglo XVIII fundar un solar en el siglo XVI?

Casa De la Garza en Valdenoceda
Otros lugares del mundo digital se escudan en una frase menos contundente: “Miembros de esta destacada familia participaron en la fundación de varias ciudades americanas en los tiempos de la colonización americana”. (sic)

Es difícil conocer cuándo y cómo se inició el éxodo desde Valdenoceda al Virreinato de Nueva España. Se ha rastreado el apellido encontrándose personas con este nombre en Andalucía, Canarias y, lógicamente, México. De hecho, la familia, o el apellido, siguieron presentes en la población al ser conocida la trayectoria del nacido en Valdenoceda Francisco De la Garza (1757-1832).

Pero lo que nos ha traído a los De la Garza no es don Francisco, que merecería una entrada por sí mismo (pero formará parte de esta, por ahora), sino los Americanos que llevan ese apellido y que se indican al hablar de Valdenoceda y la casona del barrio de arriba.

Crucemos el charco y situémonos en los tiempos de la conquista de Texas para la corona española. La razón inicial que se apunta es que se conquistó el territorio para proteger el Virreinato de Nueva España de posibles vecinos europeos indeseables.

Y también de indeseables residentes. Frente a la plácida vida que ofrecía California, el territorio disponía de dos atributos poco interesantes para nuevos pobladores: Violencia y guerra, apaches y, luego, comanches. ¿Entonces? Culpa de los franceses. Estos habían llegado desde Canadá y amenazaban con dividir las posesiones españolas y con meter sus narices en el Golfo de México. (Lo consiguieron)

España ya sabía que la zona era difícil de colonizar: Gran distancia entre las misiones y la capital; dificultades de abastecimiento en un territorio hostil; enfermedades; defectos en la gestión; e indios más interesados en los caballos que en ser cristianizados.

Por ello en 1693 la región fue abandonada. Y se volvió a partir de 1713. En los siguientes años se fundarán misiones y presidios: San Antonio de Valero, San Antonio de Bexar, Nuestra Señora de la Purísima Concepción, San Francisco de la Espada y San Juan Capistrano entre otras.


Mapa de misiones españolas en Texas, The Atlas of Texas,
Bureau of Business Research, The University of Texas at Austin, 1976
Pero la población siempre fue exigua rondando las 1.000 personas entre indios bautizados y españoles de todo color. Lo fabuloso es la capacidad que tuvieron aquellas personas para mantener controlados a los peliculeramente peligrosos Apaches y comanches. Lo que no lograba la Caballería de Estados Unidos lo ejecutaban unidades españolas.

Procedamos. Para proteger a los nuevos pobladores y los caminos necesarios para el comercio y el envío de los metales de las minas, se crearon unidades militares, los soldados presidiales, y los ya famosos presidios (fuertes, no cárceles) a imagen de los del norte de África.

Estos presidios, de piedra o adobe, contaban con tierras, por lo cual posteriormente se formaban poblaciones y al crecer estas, los presidios se movían más al norte. Tenían unos 120 m de lado y torres en, al menos, dos esquinas opuestas. No eran sofisticadas porque los indios disponían de armamento simple (Ya saben que, como toda buena película del oeste cuenta, para empeorar la situación se necesita comerciantes que les vendan Whisky y rifles). Dentro vivían los soldados, sus familias, sacerdotes, oficiales, y los indios incorporados como guías, y contaban con casas, almacenes, capilla y demás. Existían además unidades volantes que recorrían los caminos, conectando de este modo los múltiples asentamientos aislados.

Los soldados presidiales eran gentes de la región, criados bajo el peligro indio, expuestos al extremo clima, acostumbrados a grandes jornadas y fatigas. Diría que unos “indios blancos”. Protegían las misiones, las poblaciones y los caminos, escoltaban las caravanas de provisiones y el correo, cuidaban las manadas de equinos con que los presidios contaban o patrullaban por las grandes praderas en busca de indios hostiles. Se enfrentaban a muchos grupos indios con jefes distintos que se movían por todo el territorio. Había que dominarlos a todos para lograr la pacificación de las provincias. Además, esos indios tenían un carácter difícil y eran muy violentos, en especial los apaches.

Por la utilización de la cuera como uniforme, se les conoció también con el nombre soldados de cuera o dragones de cuera. Esta era un abrigo largo sin mangas, constituido por hasta siete capas de piel, resistente a las flechas de los indios enemigos, que sustituyó a las corazas metálicas de la conquista. Como su peso llegaba a los 10kg., con el tiempo la cuera se acortó desde las rodillas hasta la cintura (Siglos XVIII y XIX) a modo de chaquetón. Generalmente era color blanco con el escudo Español bordado en las bolsas. También se utilizó color “piel”.


Dragón de Cuera

Las armas que el mismo reglamento de 1772 mandaba, eran una espada ancha, lanza, adarga, escopeta y pistolas, además el soldado debía contar con seis caballos, un potro y una mula. La adarga era un escudo en forma de dos círculos traslapados fabricado de piel, capaz de contener las flechas y los golpes de los indios. Lucía el escudo de Castilla y León. Parecen soldados de otro siglo pero debemos entender quién era su enemigo. Las armas de fuego valen contra grupos compactos y se usan por unidades numerosas que permitan mantener el ritmo de disparo. Pero los indios atacaban despegados y con la velocidad como punto fuerte. Es decir, había lucha cuerpo a cuerpo. Entonces la lanza, la espada y la adarga eran más eficaces. En algunas ocasiones los mismos soldados utilizaron el arco y la flecha.

Y en este atractivo ambiente actuó la familia Garza Falcón que, como hemos dicho tendría orígenes en Las Merindades. Probablemente no estén todos los que fueron pero estos son una muestra de aquella gente de frontera, de la frontera española en el norte de América.

Blas de la Garza Falcón ( ? - 1736). Gobernador de Coahuila en dos ocasiones (1723-1729 y 1733-1735). En 1725 efectuó una campaña contra las partidas indias que merodeaban la provincia de Coahuila. En 1735 por orden del Virrey, el arzobispo de Vizarrón (Virrey 1734-1740), junto con el capitán del presidio de San Juan Bautista, don Joseph de Ecay Múzquiz, recorrieron las márgenes del río Grande para encontrar un paraje donde establecer un presidio. Partió de Monclova el 12 de diciembre del mismo año hasta el presidio de San Juan Bautista, de donde siguió hasta el río San Diego. Acampados en ese sitio, dio ordenes al capitán Miguel de la Garza Falcón (hijo suyo) de seguir explorando río arriba. El 17 de enero mandó al Virrey el derrotero seguido y solicitó que el presidio fuera fundado en el río San Diego. Poco después falleció. En sus ausencias, dejaba a cargo del gobierno de Coahuila a su hermano o hijo, Clemente de la Garza Falcón, que a su muerte fue también gobernador.

Clemente de la Garza Falcón. Hijo o hermano de Blas de la Garza Falcón, sustituía e este en sus ausencias durante sus campañas de exploración. A la muerte de este, fue gobernador de la provincia de Coahuila. A raíz del decreto de la fundación del presidio de Sacramento, el capitán del presidio (Miguel de la Garza Falcón) podía otorgar tierras. En 1740, cuando Clemente ya no era gobernador de Coahuila, solicitó tierras, argumentando que descendía de los primeros fundadores del Nuevo Reyno de León y que "hallándose avecindado en el real presidio de Santa Rosa con casa, mujer e hijos a quienes me es preciso fomentar, pues es el número tan considerable que son doce, los seis de armas tomar..." Miguel le dio el 2 de diciembre de 1740 a Clemente un ojo de agua, dos sitios de ganado mayor y otros tantos de menor en la banda derecha del río Sabinas. En la margen izquierda fueron cincuenta sitios de ganado mayor. En ese paraje se estableció la estancia de San Juan de Sabinas, precursora de la actual villa homónima.



Virreinato de Nueva España

Miguel de la Garza Falcón (1699-1753). Hijo del General Blas de la Garza Falcón y de Doña Beatriz de Villarreal, nació en Pesquería, Nuevo León. Soldado, explorador y colonizador, aparte de alférez y teniente bajo el mando de su padre. En 1735, acompañó a su padre a explorar el río Grande con el propósito de encontrar un lugar donde situar el presidio de Santa Rosa María del Sacramento. Viajando río arriba, la partida localizó un sitio como a 20 leguas de San Juan Bautista, donde acamparon. Miguel recibió ordenes de explorar 50 leguas más, río arriba, pero por lo difícil del terreno y una nevada, solamente pudieron avanzar 20 leguas en tres días, hasta un lugar llamado la Santa Cruz de Mayo, donde alguien había puesto una gran cruz de madera. Regresó y a los tres días llegó al campamento donde se encontraba su padre.

Se otorgó permiso para que el presidio se situara en el río San Diego, y el general Garza Falcón fue nombrado comandante, pero a su muerte en 1736, Miguel fue nombrado para el cargo por el Virrey. En 1739 el presidio fue trasladado al Valle de Santa Rosa (Múzquiz, Coahuila). En 1747 formó parte en la expedición que exploró hacia el sur de la boca del río Grande con el propósito de colonizar el Nuevo Santander (Tamaulipas). El mismo año, acompañó al gobernador Pedro de Rábago y Terán en la exploración del Big Bend y la Junta de los Ríos en el norte de Coahuila. Es probable que haya sido una de las personas que más exploraron el río Grande.

En 1753 el Virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas nombra a Miguel como juez comisionado y capitán interino del presidio de San Francisco Javier de Gigedo en el río San Gabriel en Texas, donde investigó la muerte de Fray Juan José de Ganzabal. Tuvo tres hijos. Murió el 26 de agosto de 1753. El poblado de Falcón, Texas, fue nombrado así en su honor, y existe un paso en el río Grande, cercano a Nuevo Laredo que se llama el paso de Don Miguel, o el paso de Garza.

Blas María de la Garza Falcón (1712-1767). Hijo del General Blas de la Garza Falcón y Doña Beatriz de Villarreal, hermano menor de Miguel, pasó su niñez cerca de Monterrey. El 4 de enero de 1731 contrajo matrimonio con Doña Catarina Gómez de Castro, con quien tuvo tres hijos (Juan José, José Antonio y María Gertrudis). Viudo se casó con Doña Josefa de los Santos Coy.

A la edad de 22 años era el capitán del presidio de San Gregorio de Cerralvo en Nuevo León. En 1747 fue elegido para explorar el sur del río Grande, para lo que llevó un contingente de cincuenta hombres desde el presidio de Cerralvo hasta la boca del río. En marzo de 1749 arregló que cuarenta familias de Nuevo León se asentaran a orillas del río Grande, fundando así Camargo, con un presidio para los soldados y la misión de San Agustín de Laredo para los indios. Escandón, el gobernador, lo nombró capitán y justicia de la nueva población. Para 1752 Blas María había establecido un rancho llamado Carnestolendas donde ahora se encuentra la ciudad de Río Grande, Texas, en la parte norte del río.

Después de varios intentos de colonizar en la región del río Nueces, el gobernador de Nuevo Santander, José de Escandón dio esa asignación a Blas María. Para 1766, había establecido una ranchería en el lugar conocido como Santa Petronila, a 5 leguas del río Nueces, en lo que ahora es el condado Nueces en Texas a donde llevó a su familia (¿Se han fijado que Valdenoceda sería Valle de la Nogalera?). Esta ranchería sirvió como posta para los viajeros, y como campo para los soldados del presidio de Nuestra Señora de Loreto que patrullaban cuidando la costa y la isla Blanca (isla Del Padre) de posibles incursiones de ingleses o franceses.

En 1767 Blas María de la Garza Falcón regresó a Camargo donde falleció y fue enterrado en la capilla familiar de Nuestra Señora de Guadalupe. Después de su muerte su familia recibió tierras que se extendían desde el río Grande hasta el río Nueces, en la parte sur de Texas.

Alejo de la Garza Falcón. Fue parte de la familia de la Garza Falcón, probablemente nacido en Monterrey, Nuevo León alrededor de 1719. Teniente de la parte de la guarnición del presidio de San Sabá que se asignó a la población de San Fernando de Austria (Zaragoza, Coahuila) en 1769, para su protección durante la campaña que el Comandante Manuel Rodríguez hacia contra los indios en la Junta de los Ríos y el Paso del Norte. Al quedar definitivamente suprimido el presidio de San Sabá en 1770, estas tropas permanecieron en San Fernando.

En mayo de 1773, los indios apaches Mezcaleros atacaron el poblado de San José, a 10 leguas al sudoeste de San Fernando. Al siguiente día el teniente Alejo de la Garza Falcón salió en su persecución con 50 hombres, a los que después se les unieron otras tropas de San Juan Bautista. La tropa alcanzó a los Mezcaleros al norte del río Grande, en las cercanías de la boca del río Pecos, y los atacó en su campamento al amanecer del 6 de junio. Alejo de la Garza Falcón formó el centro del ataque con sesenta hombres. Los indios sufrieron numerosas bajas, se rescataron tres cautivos que habían hecho en San José, y se recuperaron 200 caballos y mulas que habían sido robados en cinco ataques hechos en Coahuila.

Alejo continuó participando en la defensa contra los indios que seguían amenazando las poblaciones de Coahuila, y unos años después, fue enviado al nuevo presidio de San Vicente (a las orillas del río Grande en la región del Big Bend), donde en 1775 y 1776 participó a la cabeza de las tropas del presidio en la larga campaña organizada por el Intendente de Guadalajara Jacobo de Ugarte y Loyola. El 22 de diciembre de 1775, una patrulla de soldados presidiales fue atacada por los indios apaches Lipanes en el río del Diablo, donde perdieron 3 hombres. El 24 de diciembre, Alejo recibió ordenes de Ugarte para perseguir con una fuerza de 100 hombre a los indios hostiles. Los buscó por las márgenes del río Grande y del río del Diablo, encontrando solamente rastros. Pasó algunos días buscándolos pero se habían dispersado en su huida, y solamente encontró y capturó a un hombre y una mujer apaches lipanos, que habían huido de un ataque del comandante Manuel Muñoz, muy al oriente del lugar.

María Gertrudis de la Garza Falcón (1734 - 1789). Hija de Blas María de la Garza Falcón y Doña Catarina Gómez de Castro, nació en Cerralvo, Nuevo León, en 1734. Fue dueña de una gran cantidad de tierras en el la provincia de Texas. En 1754 se casó con su primo José Salvador de la Garza también residente de Camargo, hijo del capitán Adrián de la Garza y María de Elizondo. La pareja tuvo 3 hijos. Doña María Gertrudis falleció en 1789. En su testamento fechado el 18 de agosto de 1789, pidió ser enterrada en la capilla de Guadalupe en Camargo al lado de su padre.

José Antonio de la Garza Falcón (1739 - 1797). Soldado y funcionario público, nació en Cerralvo, Nuevo León, hijo del capitán Blas María de la Garza Falcón y Doña Catarina Gómez de Castro. Se incorporó a las fuerzas de la compañía presidial de Camargo, donde posteriormente fue teniente de la caballería. Tras la muerte de su padre (en 1767), fue nombrado capitán y justicia de Camargo con jurisdicción hasta Matamoros en Nuevo Santander y río Nueces en Texas.

En 1766 José Antonio investigó los rumores que había de que los ingleses estaban preparándose para establecerse en la parte baja de Texas. Ese año recorrió la costa desde el río Grande hasta la bahía de Corpus Christi y la Isla del Padre. Algunos autores se preguntan si puso él nombre a la bahía de Corpus Christi o su padre. Se apoyan en que poseían el cercano rancho de Santa Petronila. El único problema a esa idea lo veo en que Álvarez de Pineda durante su expedición entró en la bahía de Corpus Christi (Texas) y esto fue el día del Corpus Christi de 1519.




José Antonio se casó el 12 de abril de 1773 con Doña Leonor Méndez, hija de Bartolomé Méndez y Francisca González. Tuvieron dos hijas, una llamada Guadalupe que se casó con el Alcalde y teniente Blas de la Garza (1772-1820) en Matamoros. José Antonio falleció en Camargo en 1797 y fue enterrado en la capilla familiar de Nuestra Señora de Guadalupe.

Señoras y señores, hemos contado la vida de varios De la Garza de las cuales nos resultaban importantes para nuestra “investigación” dos de ellas y el resto, nada más y nada menos que interesantes. En la de José Antonio de la Garza Falcón se indica que llegó a la bahía de Corpus Christi pero no dice nada de la fundación de dicha ciudad. Según la información recogida en la red la ciudad de Corpus Christi fue fundada en 1839 por el coronel Henry Lawrence Kinney como Kinney Trading Post, o el rancho de Kinney, un pequeño puesto de comercio para vender suministros y otros contrabandos, sólo tres años después de que Texas declarase su independencia.

Siendo generosos podríamos entender que la ciudad surgió, aun conociendo la versión norteamericana, por estar cerca la misión de Nuestra Señora del Refugio, la última de las misiones franciscanas en Texas, establecida en 1793 en un lugar que los indios llamaban "El Paraje del Refugio” y que impulsó el padre José Francisco Mariano Garza para colocar la misión bajo la protección de la Virgen María. ¿Nos valdría este Garza? No lo creo.

Lo más probable es que las referencias a ciudades fundadas deban ser hechas a la instalación de presidios, rancherías o misiones y entre los que habría varios que evolucionaron a ciudades contemporáneas como, por ejemplo, el Presidio de Nuestra Señora de la Bahía del espíritu Santo, a orillas de la bahía de Matagorda, fundado por el capitán Domingo Ramón y que da lugar a la ciudad de Goliad, la arriba citada de San Juan de Sabinas o el rancho de Carnestolendas que, fundado por Blas María de la Garza Falcón, derivó en la ciudad de Río Grande. Pero esto no es fundar una ciudad como nosotros entendemos.

Biografías accesorias:

Francisco de la Garza (1757-1832). Ingeniero de minas nacido en Valdenoceda (Burgos), en 1757, y fallecido en Madrid en 1832. Estudió matemáticas en Madrid y fue el primer alumno de la Academia de Minas de Almadén, cuyo primer director en 1777 fue el alemán Heinrich Astort. Prácticamente consagró toda su vida a Almadén, a excepción de algunas comisiones de reconocimiento de otras minas, como la que en 1822 le reunió Con Fausto de Elhuyar en Guadalcanal, ocasión en que hubo de levantar el plano de la zona. Cuando Elhuyar fue encargado de organizar el cuerpo de minas, en su calidad de director general, dispensó a Garza un trato de favor en reconocimiento a su sólida preparación. En 1796 siguió el curso de química que dictaba en Madrid François Chavaneau y entre 1797 y 1800 hizo un viaje de estudios por Europa con Diego de Larrañaga, cuya descripción figura en dicho autor. En 1816 fue nombrado director de las minas de Almadén, cargo que desempeñara interinamente en 1788 por enfermedad del entonces director Johann Martin Hoppensack.

A lo largo de su vida trazó varios caminos y levantó planos subterráneos de minas. En 1789 realizó un atlas de siete láminas en las que figuran los cinco pisos de las de Almadén y los alrededores del establecimiento minero. Aquel mismo año dirigió la construcción de una bomba de vapor. En 1821 mostró los primeros síntomas de su enfermedad debida a los vapores mercuriales.

En un trabajo experimental realizado en común con Diego de Larrañaga, Alejandro Vicente Ezpeleta y Juan Modesto Peringer sobre la amalgamación de la plata demostró que la interpretación del fenómeno por parte del barón Ignaz von Born era incorrecta, subrayando la importancia de la formación de la plata córnea que ya había señalado Fausto de Elhuyar; mostraron también la influencia del hierro y el cobre en el proceso de amalgamación.



Escudo Casa De la Garza de Valdenoceda

Fray José de Ganzabal (?-1752). En el ataque a la misión de Nuestra Señora de la Candelaria (Rockdale, Texas) mueren un soldado y este sacerdote que estaba a cargo de la vecina misión de San Ildefonso. Algunos acusaron al comandante del presidio anexo Felipe de Rábago como instigador.

Intendente Jacobo Ugarte y Loyola, fue el segundo intendente de Guadalajara, gobernó desde 1791 hasta 1799, bajo su gobierno se entablaron serios conflictos de autoridad entre él y el virrey de México, pues la polémica se basó en la primacía de autoridad entre ambos gobernantes. También se combatió en su gobierno el bandolerismo que azotaba el sureste de la intendencia, para lo cual fue determinante el apoyo prestado por el recién establecido Tribunal de Acordada. Falleció en posesión de su cargo y sus restos fueron depositados en el convento de San Francisco.

Coronel don José de Escandón y Helguera, I conde de Sierra Gorda, (Cantabria 1700 - Querétaro 1770) noble militar, primer gobernador de la provincia de Nuevo Santander en el Virreinato de Nueva España. Hijo de Juan de Escandón y Francisca de la Helguera pasó a los quince años a Nueva España, ingresando voluntario en la "Compañía de Caballeros Montados y Encomendados de Mérida". Al poco tiempo recibió el nombramiento de teniente, y más tarde el de sargento mayor, para finalmente ser nombrado coronel, máximo rango militar que alcanzaría en su carrera.

Intervino en varias campañas para pacificar a los indígenas rebeldes, siendo una de las más notables la pacificación de los indígenas chichimecas de la Sierra Gorda. En 1748 fue nombrado "Jefe de la Conquista del Seno Mexicano" para reconocer, pacificar y poblar las tierras que median entre Tampico, Pánuco, la Ciudad Valles, Custodia del Río Verde, el Nuevo Reino de León y la Bahía del Espíritu Santo. El día 25 de diciembre de 1748, fundó la Villa de Llera de Canales, y a partir de entonces, hasta el año 1755, ayudó en la fundación de numerosas villas y ciudades, tales como Soto de la Marina, Mier, Laredo, Camargo, Reynosa, Güemez, Santillana, Santander, Revilla, etc.

Hacia 1775, don José de Escandón había conseguido para la Nueva España 24 nuevas poblaciones, 70.000 kilómetros cuadrados de extensión y más de un millón de cabezas de ganado. Sin embargo, Escandón moriría sin ser reconocido el 10 de septiembre de 1770, tras ser sometido a Juicio de Residencia. Las principales acusaciones eran que utilizaba indios en sus obras (manufacturas textiles), lo que estaba prohibido desde 1601, y que se valía del puerto de Santander para hacer contrabando con los ingleses. Cinco años después de su muerte fue exonerado de los cargos y se produjo su rehabilitación.



Hoy José de Escandón es reconocido como Introductor de la explotación de ganado en Texas y en el desarrollo de la cultura de los vaqueros o cowboys.


Bibliografía:

“Banderas Lejanas” de Fernando Martínez Lainez y Carlos Canales Torres (ed. EDAF)
MCN Biografías.
Tríptico de Las Merindades.