Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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jueves, 26 de junio de 2014

Palos y pedradas "pal" protestante ("u" hereje).

Pongámonos rápidamente en situación histórica para entrar en materia. En el siglo XIX se conjugan tres elementos que favorecen la presencia de herejes en tierras de la contra-reforma (esto es, España):

  • Incremento de la tolerancia hacia los extranjeros no católicos residentes. Fernando VII autorizó cementerios civiles para los protestantes extranjeros. (¡Qué generoso!)
  • Llegada de misioneros foráneos y de españoles protestantes para construir el protestantismo español.
  • Una "quintacolumna" de evangélicos españoles clandestinos que dieron lugar a las primeras Iglesias españolas.


Esta patata caliente se intentó regular en las constituciones del "siglo apasionante" con diversa fortuna. Será con la llegada de la revolución contra Isabel II y su libertad de culto de 1868 ratificada en la constitución de 1869 cuando parezca arreglarse: "La nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la Religión Católica. El ejercicio público o privado de cualquier otro culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España, sin más limitaciones que las reglas universales de la moral y del derecho. Si algunos españoles profesasen otra religión que la Católica, es aplicable a los mismos todo lo dispuesto en el párrafo anterior". (Artículo 21 de la Constitución de 1869).

George Borrow

Los lugares de mayor implantación de las Iglesias Evangélicas fueron Andalucía, Madrid, Cataluña, Baleares y Galicia. En este periodo se fundaron públicamente templos, escuelas, periódicos, editoriales, hospitales, hogares de ancianos y orfanatos. Los propios protestantes reconocían que aprovecharon esa libertad para actuar contra la visión común de la historia de España (Federico Fliedner.- 1874).

Con la Constitución de 1876 se reconduce la situación hacia posturas más tradicionales pero "donde nadie será molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su culto respectivo, salvo el respeto debido a la moralidad cristiana. No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado". (Artículo 11 de la Constitución de 1876).

Eso era lo que decía la ley pero la realidad era otra como podrían contar los vendedores de la Sociedad Bíblica que ofrecían la versión protestante de la Biblia. Esta organización, que todavía funciona, desembarcó en España en 1805; anclándose en 1836 cuando aparece Jorge Borrow como primer agente oficial para España de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Curiosamente tenía su primer almacén de Biblias en la calle Preciados, en el número 45. La palabra será Colportores, nombre de los protestantes que se movían por el terreno divulgando su buena nueva mediante la biblia de Reina-Valera, adoptada por los evangélicos a partir de 1860. Previamente estuvieron vendiendo la de Amat.

De hecho, eran tan representativos que el personaje del vendedor de biblias ha sido recurrente como en la novela de J.J. Melero "Historia lógico natural".

Y en estas estamos cuando dos de esos Colportores aparecen por Las Merindades. Concretamente iniciaron su trabajo por Oña (¡¡Por Oña!!) para luego llegarse a Frías. En palabras de El Motín del 16 de Agosto de 1888:

"La santa intransigencia (claramente no son partidarios) de los ministros del Señor está dando óptimos frutos en la provincia de Burgos. Días pasados llegaron á Oña dos individuos con objeto de vender varios libros de la sociedad bíblica. En cuanto advirtieron su llegada los educandos del convento de jesuitas, llenos de piadosa ira empezaron á apedrearlos y darles una solemne cencerrada; y si no cometieron atropellos mayores, no fue por falta de intención, sino porque intervinieron algunas personas sensatas.




En vista de aquel salvaje recibimiento, los propagandistas protestantes se trasladaron á la ciudad de Frías, y allí, no sólo los apedrearon, sino que el alcalde, por excitación de un presbítero llamado Nicolás, los metió en la cárcel y les recogió los libros, á pesar de exhibir la patente industrial que les autoriza para su tráfico.

Para remachar el clavo, en Rozas, adonde últimamente se dirigieron, los obsequiaron también con la correspondiente pedrea y cencerrada. Los tribunales entienden en el asunto, pero no es de esperar que esos atropellos, dignos de las kábilas del Riff, sean castigados. Estamos tan hechos á ver que las autoridades toleran las tropelías clericales, que no nos sorprendería que á esos católicos se les dejase en libertad para descalabrar cuantos protestantes se les presenten.

Protestantes que son tan mamarrachos (¡Tampoco son partidarios!) como ellos y cuantos se dedican á enseñar al hombre el camino del cielo, pero que deben ser amparados por la ley como cualquier hijo de vecino".

Como vemos el periódico no deja títere con cabeza. El consuelo es que nuestros antiguos convecinos no eran una caso aislado de "cromagnonismo" sino que eran claros representantes del sentir popular. En 1892, damas de la nobleza reclamaban al Presidente del Gobierno que impidiera la apertura del templo protestante de la calle de Beneficencia de Madrid, y todas las diócesis españolas lanzaron una campaña encaminada al mismo fin.

En 1893 El Siglo Futuro publicaba en la primera página del día 9 de febrero, columna izquierda, publicaba dos cartas de sacerdotes que solicitaban... eso. Adjunto os presento la portada, leedla.



Pero bueno, estamos todos de acuerdo en que estas cosa son sombras del pasado que sorprenden. O ¿no?

Igual es que no, porque según una encuesta realizada por el Gobierno en 2010, los protestantes son el tercer grupo religioso con más antipatía en España (22,5%), superado por judíos (26,2%) y por musulmanes (39,7%). (La Razón, 9 de septiembre, 2010, p. 32.)

Bibliografía:

Constitución española de 1869. Congreso de los Diputados.
Constitución española de 1876. Congreso de los Diputados.
Periódico EL MOTÍN.
Periódico EL SIGLO FUTURO.
Periódico LA RAZÓN.

"Reseña histórico-social del protestantismo español" de Mariano Blázquez y Gabino Fernández.

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