Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


sábado, 28 de febrero de 2015

El mito de LOS MONTEROS DE ESPINOSA

Si han seguido la serie con interés, o sin él, comprenderán que enfilemos el fin natural de la misma: ¿La parte de la leyenda referida a los Monteros de Espinosa es real? ¿Podemos sacar algo de ella?

Ya hemos visto que las crónicas medievales y la realidad no son coincidentes. Era un tiempo en que el pasado era un recurso literario para ilustrar mensajes culturales, políticos o religiosos, por lo que carecía de importancia la veracidad. Por eso cotejamos las crónicas con los documentos que nos han llegado (suponiendo que estos, a su vez, sean auténticos-que esa es otra-).

Vieja estampa de Espinosa de los Monteros 

Atacaremos la cuestión desde la pista más segura: El llamado "Privilegio de 1208". Fue expedido por Alfonso VIII el 28 de agosto de 1208 y en él el monarca determina el número de solares radicados en Espinosa de los Monteros cuyos titulares podían ser sus monteros. En total 23, luego 24.

Este texto parece tener su origen en una traducción oficial del original latino, realizada, según declaración del historiador y montero Escalera Guevara, por "el Secretario de la traducción de lenguas Tomás Gracián Dantisco en Madrid, a 18 de enero de 1591". Que no poseemos. Mal empiece solventado por la existencia de otros textos en los que se inserta y confirma dicho documento. Suficiente.

Documento de Enrique III confirmando los privilegios
de Alfonso VIII (1206) y de Fernando III (1240)

La versión "original" en Latín y las romances son coincidentes en cuanto a la lista de solares y a los nombres de sus titulares, así como en las disposiciones complementarias que se dictan en las que se determina que estos "sobredichos mis monteros deben venir a mi corte quando enbiare por ellos, todas las vezes que yo los llamare, i soi obligado yo a proveerles de mantenimientos y vestidos de un color mientras que conmigo estubieren, i los absuelvo perpetuamente de las obligaciones i tributo mío"

¡Ay! En el preámbulo se detecta un error de cierta importancia en la traducción oficial al romance antes citada y, a partir de ella, en todas las copias hechas. Se trata del tiempo verbal utilizado a la hora de establecer la adscripción de los solares al cargo de Montero. Mientras en la versión castellanizada se dice:" ... Los hombres de los subscritos solares, i sus hijos, i nietos, i descendientes debieron ser mis monteros'', en la versión latina original se dice "deben". Lo lógico es que la frase original se dictara en presente, por dos elementales razones: Ningún rey, por muy soberano y autoritario que sea puede dictar el pasado; y la referencia a los hijos, nietos y descendientes sólo puede hacerse desde el presente y mirando al futuro.

¿Podría no ser este error de traducción del todo casual? Mirémoslo así, el hecho de que el documento alfonsino esté redactado en presente, añadido a la circunstancia de que fuera éste el privilegio más antiguo que los Monteros utilizaban siempre, ante los sucesivos reyes y en los tribunales de justicia, como instrumento justificativo de su personalidad institucional y fundamento de sus privilegios, podía inducir a pensar que ese diploma no era otra cosa que el documento fundacional del Cuerpo de Monteros. Por eso convenía cambiar el tiempo de la frase, para dar a entender que la historia de los Monteros se remontaba hasta un pasado indefinido que, de entrada, dejaba la puerta abierta a la tradición para rellenar el resto del pasado del Cuerpo. (No me peguen, que no lo digo yo, lo dice Javier Peñá Pérez, de la UBU y tampoco, todavía, a él).

Fernando IV (1298) confirma el privilegio de
Alfonso VIII de 1208

Y todo sería así de sencillo, faltarían doscientos años para celebrar el milenario de la fundación. Fin de la entrada del blog y de una vida plácida para Lebato de Mena. Pero, hay datos que nos mantienen en danza.

Dos años y medio antes de que Alfonso VIII dejara fijado en 23 el número de solares en el documento que acabamos de analizar, el mismo monarca firmaba otro privilegio a favor de doce Monteros de Espinosa. ¿Privilegios a un cuerpo dos años antes de su fundación? Si. Porque los Monteros ya estaban antes de 1208. En este nuevo documento el rey libera a 12 monteros de hacer fonsadera y, junto con los solares que tienen en Espinosa, de toda carga tributaria, de manera que permanezcan para siempre libres de todo tributo y gravamen.

¡Venga!, que la cosa va bien: son de 1206. ¿Seguimos?

La existencia de dos documentos lleva a pensar si existía un "cuerpo", una organización, de Monteros o cada uno hacía la guerra por su cuenta. Estos documentos mostraría que, alrededor de 1208, se estaba creando el cuerpo de Monteros Reales con sus derechos y obligaciones clarificados.



A saber: Cuántos, quienes, con qué medios... Supongamos que la cercanía al rey permitió a un grupo de Monteros solicitar un documento con los privilegios que tradicionalmente disfrutaban de hecho. El rey accede a la solicitud y el canciller anota el nombre de los Monteras presentes para personalizar en ellos el destino del privilegio regio. Con el título en sus manos, estos doce Monteros se pasean ufanos entre sus paisanos, alguno de los cuales, que vendría ejerciendo el mismo cargo desde tiempo atrás, vería amenazado su puesto al no figurar en la relación de beneficiarios del diploma de 1206. De alguna forma, estos ausentes harían llegan al rey su malestar y sentimiento de agravio, cuya reparación se programa desde la corte mediante la realización de una investigación seria y rigurosa, una "pesquisa", en el lugar de origen de los Monteros, en la villa de Espinosa. ¿Factible?

Tumba de Sancho García en Oña

La pesquisa la realiza el Abad Rodrigo, benedictino, de San Salvador de Oña (otra para del romance), una abadía fundada por el conde Sancho García en 1011, que disfrutaba de abundantes bienes en la villa de Espinosa y sus aldeas aledañas desde las primeras décadas de su historia. El abad de Oña, aunque nunca fuera señor de la villa, siempre de realengo, tendría comisionados a los párrocos y demás clérigos de sus parroquias, y éstos le informarían con detalle sobre la cantidad y calidad de todos los feligreses de la villa, sus ascendientes familiares y su posición social y económica.


El abad Rodrigo cumple lo mejor que puede. Antes de nada, pregunta si alguien guarda o sabe de la existencia de algún documento público que pudiera aportarle luz y evitarle trabajo en su tarea. Nadie le puede ayudar en este punto. Por eso se ve obligado a preguntar sobre el asunto a los "hombres buenos" del lugar. Rápidamente llega un claro consenso y a primeros de marzo de 1208 redacta el oportuno informe, que Alfonso VIII toma como referencia para dar contenido al privilegio citado. Y patada hacia atrás.

La guerra de la independencia y las desamortizaciones destruyeron y dispersaron el patrimonio de Oña pero existen dos copias de la pesquisa verosimiles: Una copia simple en papel, depositada en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, y la otra, transcrita y publicada en el opúsculo de fray Tomás Wamba, archivero de San Salvador de Oña en los años previos a la Desamortización titulado "Disertación diplomática sobre el verdadero origen de los Monteros de Espinosa".

Ambas nos dicen que los 23 solares sobre los que descansa el cargo de Montero en 1208 derivan directamente de los cinco solares, cuatro en el barrio de Quintanilla y uno en el de Berrueza, que pobló en Espinosa el conde Sancho durante su gobierno del condado de Castilla. Esto nos acerca al tiempo del supuesto fundador del Cuerpo de Monteros. Gracias a esta carta conocemos, al menos, los antecedentes directos de los solares de los Monteros del siglo XIII.



El conde Sancho, como decíamos, "puebla" esos cinco solares en Espinosa para ennoblecer a otros tantos vecinos convertirlos en vasallos personales suyos. Esto es lo que revela la pesquisa del abad en 1208.

Ya hemos llegado a los años entre 995 y 1017, gobierno de Sancho García. Pero aún podemos ajustarnos más gracias a un dato de un documento firmando por el conde Sancho García en y su tía Fronilde en el 1014, en el que se apean y amojonan los términos de Moscaduero, en su día lugar integrante del dominio señorial de San Salvador de Oña, y a cuyo pie firma como testigo "Pedro Rodríguez, que soy guardia de noche del Conde", personaje que nos permite certificar por primera vez, y con fecha de 1014, la existencia de una guardia nocturna adscrita a la persona del conde.

Aún sin el pergamino original parece cierto dada la palabra de fray Tomás Wanba. La frase nada indica sobre el lugar de nacimiento o de residencia de este testigo, pero vamos a vincularle a los solares de la villa de Espinosa, ya que nada se opone a la suposición de que el tal Pedro Rodríguez fuera uno de los cinco titulares de aquellos solares originarios y, por tanto, uno de los primeros guardias de noche oficiales de su conde.

Oña

En fin, poco a poco nos acercamos a la fecha ¿Cómo daremos el salto final hasta el origen? Bueno, nos viene a todos a la cabeza el privilegio original del Conde Sancho García que daban por verdadero Escalera Guevara y pereda Merino y que nadie a visto ni comprende su historicidad.

En todo caso, separemos la concesión de los cinco solares de Espinosa y la fundación del cuerpo de Monteros situando a cada acontecimiento en su momento y en su contexto.

Que el privilegio no existió se deduce de, al menos, un par de indicios:

  • En primer lugar, si tal documento hubiera existido, no habría hecho falta realizar la pesquisa que Alfonso VIII en 1208 para discernir el origen de los Monteros y su posible vinculación con los cinco solares.
  • En segundo lugar, aun cuando los Monteros se refieran con frecuencia, en sus testimonios escritos con ocasión de su entrada en el Cuerpo o en otros negocios jurídico, a la figura del conde Sancho como referente fundacional de su Cuerpo, jamás aluden a privilegio alguno firmado por tal gobernante. Y siempre alegan, como fundamento más antiguo de su personalidad institucional, los documentos de Alfonso VIII.


La excusa de mal pagador que aduce Pereda Merino para la desaparición del original no vale porque su destrucción en un supuesto incendio de la Casa Real cruje mucho. Por un lado no sería ese el lugar lógico para su custodia y por otro, no existía Palacio Real estable que arder con un Archivo de la Corona de Castilla a comienzos del siglo XIII, antes de 1208.

Montero de Espinosa (Alabarda)

En el mismo sentido, Pereda Merino menciona muchos otros documentos de cuya existencia no hay rastro y que, de haber existido, hubieran hecho innecesaria la pesquisa de 1208. Digamos que a Pereda Merino le perdió la emoción.

Resumiendo: Tenemos confirmada, en el siglo XIII, la existencia de 24 solares de Monteros, y sabemos que estos solares derivan de los cinco que el conde Sancho García pobló en Espinosa para dotar otros tantos puestos de servidores personales suyos.

¿Por qué lo hace? Por razones de agradecimiento o por el simple deseo de poner en valor su patrimonio en Espinosa puebla cinco solares, a cuyos titulares, vecinos antiguos de Espinosa o instalados allí al tomar posesión de los propios solares, vincula a su servicio personal. Que termina siendo hereditario y como consecuencia, adscrito a los solares en la villa de Espinosa. Pronto se especializan en la vigilia nocturna de los condes, y lo harán en exclusiva.


El número de monteros irá aumentando pero a finales del siglo XII los Monteros todavía disfrutan de su cargo y de sus privilegios a título personal, como se deduce del tono que refleja en el documento de 1206, dictado por Alfonso VIII a favor de "doce" Monteros. En torno a 1200, en suma, existen Monteros, pero no el Cuerpo de Monteros.

Esto cambiará con el documento de 1208, en el que se reconoce formalmente la institución de los Monteros y se vincula la pertenencia al Cuerpo a los titulares de cada solar y no a los Monteros que en ese momento ejercen el cargo por cada unidad solariega citada.

De esta manera, las crónicas y los documentos convergen en el mismo hecho fundamental: el protagonismo del conde Sancho García en la gestación de los Monteros. Las crónicas, adoptando leyendas e imaginando escenas puramente quiméricas; y los documentos, con menos literatura, pero con más precisión, aportando datos y señalando el camino mediante sugerencias eficaces y certeras no perfilan la historia de los Monteros, como institución o como conjunto simple de personas.

Y estos rastros nos llevan hasta comienzos del segundo milenio de nuestra era, hace unos mil años.


Bibliografía:

"Los leales Monteros de Espinosa" de Fernando Sanchez-Moreno del Moral
"Los Monteros de Espinosa. Mil años de Historia" Parte de Fco. Javier Peña Pérez.
"Historia de la ciudad de Burgos" de Anselmo Salvá.





sábado, 21 de febrero de 2015

Desmontando a la Condesa Traidora

Espero que hayan leído los pasos anteriores de esta serie sobre los romances y Las Merindades. Les indico, por si acaso:



Ahora pasamos a los análisis sobre los relatos. El más antiguo que conocemos está en la Chronica najerensis (finales del siglo XII), donde van juntas las dos traiciones -asesinato del marido con amoríos almanzorinos e intento de asesinato del hijo- y, también, gracias a la "Estoria de España" alfonsí. En su origen pudo estar motivado, al menos una de las versiones, por un motivo económico o propagandístico: la fundación del monasterio de Oña.


Analicemos previamente factores presentes en el relato como, por ejemplo, la incompatible relación del conde Sancho con sus esposas francesas que refleja la galofobia castellana. Muestran una falta de cariño entre los esposos, la relación está centrada en lo físico... ¿Cómo un conde tan vanidoso y orgulloso, que no gobierna su hogar, puede gobernar Castilla?

Les recuerdo que el romance describe al conde Sancho cono un seductor nato, las mujeres caían a sus pies, físicamente perfecto... Pero ninguna de sus esposas deseaba permanecer con él. ¿Cómo? ¿Tenía alguna disfunción sexual? ¿Gustos raros? ¿No daba la talla ante sus esposas francesas? ¿Su hijo no era suyo? Podríamos desbarrar todo lo que quisiéramos. Algunos han calificado este romance como una muestra de la literatura antinupcial.

Doña Argentina lleva seis años de matrimonio infecundo y problemático, sin conectar con su marido, lo que la lleva a caer en brazos de un francés que, como la familia de ella, peregrinaba a Santiago de Compostela. El relato presenta aquí otro elemento social: el camino de Santiago, vía para el tránsito de personas, bienes e ideas. Un camino de libertad e, incluso, de libertinaje. Recordemos que una de las razones para emprender el camino era expiar pecados, pecados sexuales incluidos. ¿Eran esos los de Argentina? Suponemos que no: va acompañada de sus padres, lo que les separa del ambiente orgiástico del que participaban numerosos peregrinos.

Conques (Francia)

Frente al libertinaje santiagueño el Conde García opta por peregrinar al santuario de la abadía de Santa María de Rocamador. Curiosamente muy cerca de donde vive la pecadora Argentina. Rocamador está cerca de Conques y allí se curaban varios tipos de dolencias y, he aquí lo importante, un lugar donde arrepentirse y recibir la absolución de actos criminales. Te vengas y te absuelven. El lugar era conocido en la España de la época. No creemos en las casualidades literarias.

Sancha, la segunda esposa del Conde García, parece desear lo mismo que su madrastra, un hombre fuerte y por eso, tal vez, su atracción hacia Almanzor y la sensualidad de la corte andalusí. Y, en contradicción con lo que suponemos, la sociedad hispana del alto medievo practicaba una exogamia generalizada; los matrimonios mixtos y las conversiones eran normales. Incluso la entrega de hijas o hermanas (¿por qué no madres?) para matrimoniar con los ismaelitas del sur. Lo cual chocaba con la moral de la España renacentista y sus estatutos de limpieza de sangre.


Otra característica del "Romance de la condesa traidora" es la violencia asociada, además, a la libido. En ambas esposas, pura pasión sexual sin cariño. Lástima que ni Argentina ni Sancha existieron. La que sí existió fue Aba de Ribagorza que también era extranjera pero no francesa y las huellas del matrimonio parecen indicar que vivieron armoniosamente. La pena es que la Crónica Najerense la confunde con doña Sancha y le atribuye a Aba los defectos de Sancha.

Y ya que estamos con la procedencia y el trato, Aba -como Sancha- era de zonas partidarias de apaños con los musulmanes para evitar las muy reales aceifas anuales frente a la política Castellana de enfrentarse siempre al Andalusí.

Si nos fijamos, la versión más conocida en el siglo XX procede de la publicación de Florián Ocampo (Crónica general de España 1541) porque en esta hallamos dos motivos de tardía aparición textual: el asociar la fundación del monasterio de Oña por el conde don Sancho a la expiación del parricidio y el fundamentar la “costumbre” castellana de que las mujeres beban primero en la advertencia que salva al conde de la muerte. El primero lo crea el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximenez de Rada, en su historia "De rebus Hispaniae", mediante el cual "explica" el topónimo Oña.

Por supuesto, un hecho tan llamativo como este tuvo su engarce en la literatura y así lo refleja José Zorrilla en su obra "El Conde Don Sancho" que se estrenó el 12 de noviembre de 1842, cuando el autor vallisoletano tenía 25. Claro que Zorrilla cambia el final salvando a la madre, ya que busca rehabilitar la figura de Sancho García, héroe de la patria, que en ningún caso puede matar a su madre. Opta por fundar el monasterio de Oña y encerrarla dentro.

No solo eso sino que el poema francés de "Beuve de Hantone" es una copia del nuestro, el de "la Condesa Traidora", según lo determina E.V. Richthofen.

Finalmente va una versión del romance:

LA CONDESA DE CASTILLA TRAIDORA

Por los palacios del rey
iba una dama corriendo;
iba descalza y desnuda,
desmelenado el cabello,
en busca del rey don Sancho
del rey don Sancho, el nuevo.
¡Cómo duermes, ay, don Sancho,
cómo te entregas al sueño,
la traidora de tu madre
procura hacerte el entierro!
En la semana no hizo
sino un vaso de veneno;
no lo bebas, ay, don Sancho,
sin que ella beba primero.
¿Cómo te va, hijo mío
hijo mío y mi consuelo?
Aquí te traigo, hijo mío,
este vaso de gran precio,
aquí te traigo, hijo mío,
un vaso de vino bueno.
Toma, bebe de este vino,
que te lo traigo compuesto,
que por hacer la bebida
tres días van que no duermo.
Yo os agradezco, mi madre,
los vuestros desasosiegos,
mas no beberé, mi madre,
sin que lo probéis primero.
El día que murió tu padre
hice yo un juramento:
donde estuvieran los hombres,
de no beber yo primero.
Bebedlo, madre, bebedlo,
que, si no, os mato luego.
No lo tocó a los labios,
muerta se cayó al suelo.
La ha enterrado como a madre;
sobre la tumba alzó un templo.
Mandó cartas por España
de esta manera diciendo:
“Donde quiera que hay mujeres,
hombres no beban primero”.


Extraída de la Antología de Leyendas de la Literatura Universal seleccionadas por D. Vicente García de Diego para Ed. Labor - Barcelona. 1953


Bibliografía:

"Moros y Cristianos. La gran aventura de la España medieval". José Javier Esparza.
"De Rodrigo a Rodrigo en el romancero histórico" Jack Weiner
"Boletines de la Real Academia de la Historia 1997"
"La literatura perdida de la edad media castellana. Catálogo y estudio" Alan Deyermond.
"Andanzas por la vieja España" Julio Alemparte.
"Mujeres épicas españolas: silencios, olvidos e ideologías. Marjorie Ratcliffe
"Los Monteros de Espinosa" Rufino Pereda



Ya, pero... ¿Y los Monteros?

La próxima entrada.




viernes, 13 de febrero de 2015

Romance de La Condesa Traidora.

Intentaremos ahora desgranar el relato desde la época de García Fernández. Cuentan que era un joven robusto y apuesto con bellas y delicadas manos de persona sin obligación de trabajar. Su vida cambia cuando un matrimonio de nobles franceses en peregrinación a Santiago de Compostela descansan unos días en su castillo. Les acompañaba su hija, Argentina, joven de gran belleza. García se enamora y la desposa.

Conde García Fernández

Pasaron seis años y la unión de García Fernández y Argentina fue estéril. El Conde estaba siempre agobiado por la lucha contra los musulmanes, y Argentina pierde el amor que la hiciera cambiar de patria y morada. Es cuando un noble francés, viudo, que también esta peregrinando, solicita hospedaje en el castillo. Como resultó ser un conocido de su esposa, se le recibió de buen grado. Desafortunadamente el conde García se encontraba en aquel momento enfermo y no pudo atenderle con la hospitalidad en él habitual siendo la condesa Argentina quien se ocupó del invitado. Tan bien debió de hacerlo que ambos franceses acabaron fugándose.

Para cuando el conde se enteró de la traición, los amantes se hallaban ya fuera de Castilla. Dolido, anunció que se iba a Compostela pero en su lugar marcha hacia el santuario de la Virgen de Recamador. Encargó el gobierno de Castilla a dos jueces, Gil Pérez de Barbadillo y Ferrant Pérez.

A pie y vestido de pobre pasó por la villa de los adúlteros. Paró en la posada y sondeó el ambiente. Unos villanos le comentaron que la felicidad de sus señores estaba enturbiada por su mala relación con Sancha -la hija del seductor- que no admitía a la amante de su padre, Argentina.

Rocamador

Al día siguiente, la bella Sancha se dispuso a realizar sus periódicas obras de caridad pero, deprimida por el maltrato o la vergüenza familiar, envió a su vieja criada a la caza de mendigos para socorrerlos a domicilio. La doncella bajó de la fortaleza y encontró a García en la puerta de la posada. Le atrajo la belleza de las manos del viajero - señal de distinción, por no trabajar-. Les ofreció comida y limosna y les invitó al castillo. Éstos aceptaron.

Otra versión de esta parte de la leyenda cuenta que el conde García Fernández y su criado iban todos los días al castillo para comer de las sobras que allí se repartían a los mendigos. La criada de la hija del Conde francés, una vez que asistía al reparto, notó la distinción que, a pesar del harapiento disfraz, emanaba de la persona de García Fernández mientras éste tenía la escudilla entre sus manos, vio la criada cómo brillaban de blancura, contrastando con el barro de la tosca vasija. Pensó que quien poseía tales manos no podía ser sino un noble caballero. Lo llamó aparte, como si fuera a darle más comida, y con habilidad fue preguntándole por su patria y procedencia, hasta que, ganando la confianza del supuesto peregrino, supo su historia.

Una vez en la fortaleza, la criada llevó a García donde doña Sancha, mientras ella se ocupaba del escudero. La joven, necesitada de un desconocido con quien desahogarse, enseguida le contó sus cuitas con la amante de su padre. García se sinceró también: le explicó que era el conde de Castilla y le relató, a su vez, la traición de Argentina. Sellaron su alianza con promesa de boda sin esperar a anular (o liquidar mediante defunción) el matrimonio con la otra. Lo consumaron esa noche. Antes del amanecer Sancha y su doncella se las arreglaron para que el conde y su escudero (que mantendría alto el pabellón castellano, digo yo) salieran del castillo a hurtadillas.

Virgen de Rocamador cuyo culto se extendió
gracias al camino de Santiago 

También este último párrafo tiene otra versión: La fiel sirviente, pensando que había encontrado al hombre que pudiera librar a su señora de la cruel vida que recibía, condujo al conde de Castilla por un pasaje reservado hasta la cámara de doña Sancha, que así se llamaba la hija del Conde francés. El castellano, echándose de rodillas ante la muchacha, le declaró todo lo que le había ocurrido y de qué manera había sido burlado y afrentado. "No la vida, sino el honor es lo que es valioso para mí, - le dijo. - Y no puedo volver a Castilla y presentarme ante mis súbditos si no es después de haber cumplido mi venganza".

Tres noches después, Sancha introdujo a su bígamo secreto esposo en el castillo escondiéndole debajo de la cama de su padre y de la, también, bígama Argentina. Como el francés se hallaba algo enfermo, Sancha se brindó a dormir en la misma alcoba que la pareja para asistir a su padre rápidamente. Este y Argentina se mostraron encantados con el cambio de actitud y accedieron. Sancha aprovechó una distracción de los adúlteros para atar una cuerda al pie de García y así poder avisarle del momento más oportuno para salir. Cuando la pareja se durmió, la joven tiró de la cuerda, el conde salió de debajo de la cama y los degolló. Luego, tras decapitarles, se fue con su ya legítima esposa, y ambas cabezas, a Castilla.

Volvemos a las dobles versiones -más que nada divergentes en florituras y elementos crematísticos- que alteran la posición y carácter de cada uno de los intérpretes principales: Aquí doña Sancha ve abierto el camino de su liberación a través del dolido castellano. También esa misma noche se entrega como esposa al conde García Fernández; lo oculta en su cámara y le indica el camino a la de su padre y "madrastra". García, cuando todos descansan en el palacio, se desliza ocultamente, y entrando en la alcoba de los traidores, los mata y descabeza. Y después huyen a Castilla.

Reunió en Burgos a sus vasallos y les puso al día de la situación. Dijo: "Ahora soy digno de ser señor vuestro, que me he vengado, y no antes, que vivía en deshonra". Y todos los caballeros reconocieron que la honra de su señor había quedado limpia, y rindieron pleito homenaje a doña Sancha, como condesa de Castilla. Pero ella había actuado por venganza y ambición no por amor. Al poco fueron padres de Sancho García quién fue creciendo fuerte y ambicioso. Muy ambicioso.

De hecho, se rebeló contra su padre.

Quizá les suene la historia del caballo. Vamos, la captura del Conde fue facilitada por el extraño comportamiento de su montura durante la batalla. O bien García era raro o escogía mal a sus esposas porque la condesa Sancha se había cansado de él, y poco deseosa de acabar como su antecesora, decidió dar el primer golpe. El proceso se hizo mediante la sustitución de la cebada por salvado en el pesebre del caballo del conde. Así, cuando el caballo se lanzó a la batalla, digamos que "se averió". Con ello, Sancho García heredó el condado y Sancha se convirtió en condesa viuda.


Pero aún hay más: Sancha quería ser reina, no condesa y menos condesa viuda, y, dado el mercado, lo mejor era convertirse en reina mora. Los candidatos -según versiones- eran Mahomad Almohadio o Almanzor. (La que se decanta por el caudillo árabe lo hacen para aprovechar su figura mítica e influencia política pero murió en 1002 y, por subrayarlo, los Monteros de espinosa surgen hacia el 1006). Almanzor, habiendo sabido la hermosura de la Condesa, envió un mensaje en el cual le pedía que se uniese con él. Y viendo doña Sancha de qué manera sus deseos tenían vía abierta para cumplirse, planeó lo del caballo

Para garantizarse el éxito necesitaba liquidar a su hijo y así aportar Castilla como dote. ¿Cómo hacerlo? Con veneno. Una tarde se puso a preparar la pócima en sus aposentos para lo que solicitó a su doncella que le trajera algunos ingredientes. La lealtad de la muchacha flaqueó y, aunque desconcertada le llevó a la condesa lo que pedía, le contó a su amante lo que estaba ocurriendo. El novio de la doncella era uno de los monteros del conde que, al enterarse, rápidamente corrió a contárselo a su señor. Aquella noche, Sancho García se sentó en su sitial para comenzar la cena. Circunstancia que aprovechó su madre para ofrecerle una copa de vino (envenenado). El conde, cortés, le dijo que bebiera ella. Esta sorprendida (y alarmada) se negó, insistiendo en que era un vino que había traído especialmente para su hijo a lo cual él respondió que razón de más para que se lo bebiera ella. La cosa es que el turno de bebida degeneró en discusión, el conde tiró de espada, y acabó obligando a la condesa a tragarse su vino (y el veneno). En fin, que la condesa traidora murió.


Pero de buen hijo es ser agradecido y Sancho García decidió que su madre debía ser recordada y para ello se edificó en Las Merindades un monasterio en su honor. Será el de Oña que debía ser la forma en que en esa época se llamaba a la señora: Mioña, mi señora.

Más agradecimientos: El montero que le había salvado la vida por estar liado con la doncella de su madre y por haberle dicho que le iba a asesinar, natural de Espinosa, consiguió que en adelante la guardia personal del Conde se compusiera de monteros provenientes de ese pueblo.

Rufino Pereda recogía lo que le interesaba del relato indicando que entre los años 995 a 1017 gobernaba el Condado, Don Sancho García Fernández, hijo de Don García Fernández y de la Princesa Doña Aba, nieta del Emperador de Alemania, Don Enrique I el Cazador.

En 1006 el Conde Don Sancho residía en la Villa de San Esteban de Gormaz (Burgos) y su oponente árabe, Mahomad Almohadio, tenía sus huestes en la Villa de Gormaz, frontera de aquélla. Ojo, puede que ustedes hayan leído que los lugares eran Tedeja por los cristianos y Frías por los moros. ¿Vale? pues sigamos. La reconquista no fue una guerra continua y tuvo periodos de paz y de intercambio y en uno de ellos se encuadra el inicio de esta leyenda cuando el Conde castellano invita a una partida de caza al "Rey" árabe y que este último, en correspondencia, organice unas fiestas. Mahomad conocerá y tratará así a la madre del Conde castellano, Doña Aba. (También conocida como doña Sancha o doña Eva)

Entre Mahomad y Aba surge la pasión y ante la previsible oposición del conde don Sancho deciden eliminarlo mediante veneno. La mano ejecutora sería doña Aba, de quién no desconfiaría. Después de consumado el asesinato se invadiría el condado de Castilla. Para ello doña Aba avisaría arrojando una gran cantidad de paja al río Duero que baña ambas Villas. Y Aba gobernaría Castilla.


Pero los preparativos del golpe fueron observados por una camarera (Cobijera se decía), llamada en algunas versiones Elsa, de la Condesa Doña Aba y se los contó a su esposo Sancho Espinosa Peláez, escudero y mayordomo del Conde, quién avisó a su señor. Días después, ya caída la tarde y al regreso de una cacería, venía el conde fatigado, sudoroso y sediento. Su madre Doña Aba, con fingida solicitud y con aparente afecto, le ofreció un refresco; pero Don Sancho invitó a su madre a que bebiese primeramente del refresco; después se lo ordenó ante sus negativas y, al final, la obligó a que lo bebiese, Doña Aba apuró el brebaje y murió.

Mas como Don Sancho, siempre atendía al interés del Condado antes que al suyo propio, ordenó echasen al río una gran cantidad de paja, que había de servir de señal al Rey moro para saber la muerte del Conde. Tan pronto como Mahomad vio la señal salió con sus huestes de Gormaz pero antes de llegar a la Villa de San Esteban les acometió el Conde pasando a cuchillo a cuantos se ponían a su alcance y persiguiendo hasta Gormaz a los que lograron escapar. Les arrojó de allí y de sus comarca y consiguiendo eliminar al caudillo musulmán Mahomed Almohadio. Se puede encontrar por la internet que la batalla fue la de Las Encinas... en fin, de todo.

Pasemos a las interesadas palabras de Rufino Pereda: "Y este es el momento crítico en que se crea el Cuerpo de Monteros de Espinosa, pues agradecido el Conde D. Sancho al nobilísimo proceder de su escudero y mayordomo a quien debía no ya la vida sino la integridad del Condado, entregó de allí en adelante la guarda de su persona a tan leal vasallo, queriendo premiar semejante acción no solamente en él, sino en las personas de su misma sangre; y habida consideración a que dicho mayordomo era natural de la Villa de Espinosa, entonces en ruinas por haberla casi destruido en totalidad y en reciente fecha el Califa Abdherramán, instituyó para él, sus parientes y descendientes suyos, cinco oficios de Montero, siendo los primeros que desempeñaron estos cargos, el referido Sancho Espinosa, Flarcines Peláez, primo del anterior y sus parientes en grado menos inmediato Armenter Telloiz, Munio y Joanes Oveiz, dándoles el nombre de Monteros, por haberse concertado y originado el hecho en un monte; y de Espinosa por ser todos naturales de esta Villa, o quizás por ser próximos e inmediatos parientes de Sancho Espinosa; y a todos ellos les concedió sus respectivos solares para ellos y sus descendientes naturales de la Villa de Espinosa, según era uso y costumbre en aquella época; privilegios que han sido confirmados, ampliados y desarrollados por todos los Augustos Príncipes que desde entonces han ocupado, primeramente, la soberanía del Condado y luego más tarde, el trono de España, cuando esta ha quedado reconstituida en su más ilustre nacionalidad".


Esta versión aparece en la obra escrita por el capitán Fernández de Oviedo en el año 1547, titulada "Las Quincuagenas de los generosos y no menos famosos Reyes, Príncipes, Duques, Marqueses, e Condes, e Caballeros, e personas notables de España". El Montero de Cámara Don Pedro de la Escalera, en su obra sobre el origen de los Monteros de Espinosa hace depender del capitán Fernández de Oviedo y de su obra el momento de tomar forma histórica el suceso que originó el Cuerpo de Monteros, que hasta entonces había permanecido envuelto entre las brumas de la leyenda.

Ya hemos escrito mucho. El análisis crítico la próxima semana.

Bibliografía:

"Moros y Cristianos. La gran aventura de la España medieval". José Javier Esparza.
"De Rodrigo a Rodrigo en el romancero histórico" Jack Weiner
"Boletines de la Real Academia de la Historia 1997"
"La literatura perdida de la edad media castellana. Catálogo y estudio" Alan Deyermond.
"Andanzas por la vieja España" Julio Alemparte.
"Mujeres épicas españolas: silencios, olvidos e ideologías. Marjorie Ratcliffe
"Los Monteros de Espinosa" Rufino Pereda.


jueves, 5 de febrero de 2015

Contexto de Romance

Durante algunas semanas nos vamos a adentrar en nuestro ciclo de leyendas artúricas- bueno, leyendas montéricas- para intentar pescar algo de realidad. Tenemos en mente la historia de la reina Aba que intenta matar a su hijo pero, como todo en esta vida, siempre hay más. Mucho más...


Dirijamos la mirada al padre de Sancho García, el conde García Fernández, llamado el de las bellas manos, y un genio militar realmente encastillado en su territorio. Tanto que el hijo de Almanzor, Abdalá, se refugia en Castilla y su padre se ve obligado a negociar su entrega: Paz y respeto a la vida de su hijo. Abdalá será decapitado.

Vale eso no lo cumplió, pero hay tregua. Eso sí, Almanzor intrigó para minar la autoridad de García Fernández. Probablemente esto sea el inicio de leyendas como la del Cantar de los siete infantes de Lara donde se cuenta una trama político-familiar con Almanzor metiendo cuchara. Sinopsis: Dos grandes familias burgalesas, los de Lara y los de Bureba, viven enfrentadas. Para solucionar la rivalidad, una dama de Bureba, doña Zambra, casa con un caballero de Lara, don Rodrigo. Pero la hostilidad no mengua y doña Zambra pide venganza. Entonces su marido teje una oscura maniobra: envía a su cuñado Gonzalo Bustos, padre de los infantes de Lara, para que lleve una carta a Almanzor. La carta está escrita en árabe, lengua que Gonzalo no entiende. "Mata al portador de esta carta", dice la misiva.

Y al mismo tiempo, el malvado Rodrigo ha preparado las cosas para que los infantes sean destrozados por un ejército moro. Almanzor no mata a Gonzalo, sino que le mantiene preso. Los infantes son vencidos por los moros y decapitados. Años más tarde, un bastardo de Gonzalo, Mudarra, hijo del preso y de una hermana de Almanzor, vengará la afrenta. A pesar de la existencia de los sepulcros, nadie ha podido demostrar nunca que el Cantar de los siete infantes de Lara sea verdad.

Condado de Castilla cortesía de Area Patriniani

Aunque todos los cantares suelen tener un fondo de realidad: En este los movimientos de Almanzor para ganarse a los grandes señores castellanos y minar la autoridad del Conde. lo intentará varias veces, bien o mal, y eso se ve en todo el ciclo: La condesa traidora y Los Monteros de Espinosa.

Castilla resiste, tocada, pero resiste; ha perdido territorio; ha pactado treguas... pero resiste. ¿Y eso? Por la decisión de su líder, por su orografía y sus fortalezas y por su gente. No queremos decir que fuesen una unión inquebrantable porque ahí están la marcha de Sancho García a Córdoba a ponerse a las órdenes de Abu Amir (992), la traición de los infanzones de Espeja, cerca de Gormaz (993) o la revuelta del hijo, Sancho, contra el padre, García. El dinero de Córdoba engrasaba muchos egos y alzaba voces con la disyuntiva: Libertad o seguridad.

García quería libertad. Sancho, seguridad. Se restablece el orden a favor de García hasta su muerte en 995. Sancho se apresuró a establecer acuerdos con el moro. Consiguió a cambio de eso una paz precaria que le permitió reorganizar su condado. Todo, sin embargo, se tuerce a la altura del año 999. ¿Por qué? Se especula con dos teorías: una, que Sancho había intentado ayudar a los navarros cuando Almanzor les atacó; otra, que Sancho, sintiéndose fuerte, dejó de pagar tributos. Sea como fuere, el hecho es que también Castilla rompió su sumisión. Y, claro, llega la guerra. La batalla de Peña Cervera. Era el 29 de julio del año 1000. Sancho García, conde de Castilla, dirige a las tropas cristianas. Junto a él, García Gómez, conde de Saldaña. Acabó en tablas pero aunque nadie se sintió ganador señala la quiebra de la Córdoba de Almanzor.

Almanzor

Entonces ¿Los romances? Porque ¿Lo han notado? esto descrito arriba no se refleja en el romance más implicado en Las Merindades: La condesa traidora.

La "culpa" la tiene la "Crónica najerense" que culmina un movimiento político-literario cuyo propósito es el de crear una visión oficialmente legítima de la creación de los reinos. Al final del siglo XII el reino de Castilla, separado de nuevo de León, ha sobrevivido a la minoría de edad de Alfonso VIII y se había consolidado frente a los reinos circundantes.

Entonces fue cuando, o bien por una orden regia o por un plan de terceros aceptado por el rey de Castilla, una comunidad monástica en el cenobio de Santa María de Nájera compondrá una crónica para afirmar la dignidad regia castellana y justificar la pretensión de Castilla a ejercer una hegemonía pan-hispánica.

Para ese objetivo hegemónico los de Nájera inventaron, entre otras cosas, la resistencia solitaria del conde Sancho de Castilla a la embestida de Almanzor, haciendo del castellano un nuevo Pelayo, continuador de la restauración neogótica en cuanto único salvador de la Hispania cristiana. A finales de la primera mitad del siglo XIII, cuando Rodrigo de Toledo escriba la "Historia de rebus Hispaniae", se subraya en la "Leyenda de la condesa traidora" que el conde Sancho García muestra más amor a Castilla que a su madre, claro que, para aliviar su conciencia parricida, construye el monasterio de Oña.

Ventana del Castillo deFrías

Pero del conde Sancho, el de los buenos fueros, también se dirá otra cosa en el De rebus Hispaniae. El relato de la muerte de García Fernández, padre de Sancho, atribuirá su desastrado fin a la rebelión de su hijo. En efecto, “prefiriendo morir por la patria” a reprimir el levantamiento de Sancho, el conde García tiene que enfrentarse con los moros en un momento en que, por culpa de su hijo, está el pueblo castellano dividido y debilitado. Así el conde García es herido el 19 de mayo de 995, capturado, llevado a Medinaceli y de allí a Córdoba muriendo cuatro días después de llegar, el 29 de julio de 995.

Y con todo este lío ¿qué se conseguía? Pensemos que la noticia de la rebelión de Sancho contra su padre era antigua y anterior a la Najerense: estaba ya presente en los "Anales castellanos segundos" compuestos en la primera mitad del siglo XII. Atribuyéndole a la condesa, además del intento de envenenar a su hijo, la muerte traicionera del conde García Fernández se eliminaba de la memoria histórica de Castilla la rebelión parricida del conde Sancho el Bueno y quitarle toda mancha a su acceso al condado.

El envenenamiento del hijo es específico de la "Crónica najerense", donde encuentra muy probablemente su origen. De hecho, Lucas de Tuy y Rodrigo de Toledo la desechan o la ignoran. De la Najerense pasa a la "Estoria de España" donde los compiladores alfonsíes la asocian a la versión desfavorable al conde Sancho, uniendo los tres módulos narrativos (el de la rebelión de Sancho contra su padre, el de la traición del conde García Fernández por su esposa y el del envenenamiento frustrado de Sancho por su madre) en un mismo relato. Y aparecen los Monteros de Espinosa (incluidos tardíamente en la leyenda).


Abreviando: es ficción aunque en un entorno verídico y parece ideada tras la lectura de la historia de Cleopatra, reina de Siria muerta el año 120 antes de Cristo, narrada por Justino. Además, analizándola se puede concluir que el relato tiene que ver poco con la poesía épica y mucho con la historiografía clerical. Según Diego Catalán "de la leyenda de la condesa traidora conocemos cuatro romances cronísticos y uno artificioso, obra este último de Juan de la Cueva" pero hubo más versiones cantadas en Palencia, León, Asturias y Lugo. No tengan miedo, lo más probable es que una trama tan sorprendente partiese de alguno de los textos eruditos que nos han llegado o de alguno perdido. Como deben de haberse oportunamente perdido, según Menéndez Pidal, los cantares que pudieron haberse creado sobre la traición de Sancho hacia su padre García.

La semana que viene el romance y, si hay tiempo, algo de análisis.


Bibliografía:

"Moros y Cristianos. La gran aventura de la España medieval". José Javier Esparza.
"De Rodrigo a Rodrigo en el romancero histórico" Jack Weiner
"Boletines de la Real Academia de la Historia 1997"
"La literatura perdida de la edad media castellana. Catálogo y estudio" Alan Deyermond.
"Andanzas por la vieja España" Julio Alemparte.
"Mujeres épicas españolas: silencios, olvidos e ideologías. Marjorie Ratcliffe
"Los Monteros de Espinosa" Rufino Pereda.