Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 29 de junio de 2015

Pio Baroja, una estampa del carlista Gómez y de Las Merindades.

Vamos a viajar en el tiempo -vaya novedad dirán ustedes-. Cierto. Este es un blog de historia pero lo que vamos a hacer es viajar doblemente en el tiempo. Viajaremos hasta 1935, antes de la última guerra civil, y allí saltaremos hasta 1836, durante la primera guerra civil del siglo XIX, para hablar del general carlista Gómez. Nuestro guía será don Pío Baroja que recorrerá los caminos junto al fotógrafo Marina y el chofer Juan.

Estampa. Febrero 1935

En cursiva estará el texto barojiano frente a las interpretaciones lebatenas.

"Una tarde del verano pasado en uno de mis callejeos por Madrid, encontré a Sánchez-Ocaña. Hablamos.
-¿Por qué no nos hace usted alguna cosa para ESTAMPA, don Pío?
-Hombre, yo no cultivo la actualidad periodística.
-Pues escriba algo que no sea de actualidad. Nuestros lectores seguramente no van a exigirle a usted que le haga una interviú a Miss España.
Me interesaba yo entonces por cosas y hombres del siglo XIX, y recordé a un célebre guerrillero carlista. -¿Le parece a usted bien la figura de Miguel Gómez, el general que tuvo en jaque a las fuerzas liberales durante cinco meses y veinticuatro días?
-¿Por qué eligió usted la figura de Gómez?
-Porque, poco conocido en España, donde no dejó escrito ni un solo documento, su fama traspasó las fronteras. Rusos, ingleses y alemanes estudiaron la expedición de Gómez como un acierto de táctica, y hasta se cuenta que Nicolás I de Rusia preguntaba con frecuencia a nuestros embajadores: ¿Qué se hizo del bravo Gómez?"

Don Pío siguió los pasos, en zigzag, de Gómez montado en uno de aquellos automóviles. Nosotros no haremos todo el camino (¡gracias a Dios!) solo el tramo de salida por Las Merindades...


"Dejamos Quejana y avanzamos por Mengaray a Arciniega, pueblo de más importancia y con ayuntamiento. Pasamos por una calle estrecha, con casas antiguas, con jardines, y vemos un hermoso torreón de piedra. A un viejo, que está en la puerta, le pregunto:

-¿Usted ha oído hablar de la guerra carlista?
-Sí.
-¿Y oyó contar que en este pueblo tuvo presos don Carlos, en la primera guerra civil (se refiere a la guerra 1833 a 1840), a unos generales carlistas?
-No; no lo he oído nunca.
-Entonces ¿no le sonará a usted el nombre de Gómez?
-¿Gómez? No; no me suena.

Dejamos Arciniega y entramos en el valle de Mena.

En Villasana nos detenemos un momento y consulto el mapa. Aquí cerca hubo un encuentro entre las tropas de Gómez y las del general Tello. Don Juan Tello mandaba las fuerzas acantonadas en el Valle de Mena. Al parecer, el ejército liberal estaba descontento: soldados y oficiales no cobraban sus pagas y los víveres eran de mala calidad. (Don Pío no se ajusta a la realidad histórica: Tello no se enfrenta en Mena a nadie, son Castañeda y Andéchaga que realizaba una labor de distracción).

Caballería carlista

El general en jefe había marchado a la línea de Zubiri, previniendo a Tello que si la expedición de Gómez se dirigía hacia la parte de Álava, fuese a reforzar al general Espartero, que estaba con la división en Vitoria, e indicando a éste que si la expedición marchaba hacia el Valle de Mena fuera en socorro de Tello. (Tampoco es lo correcto porque la División de Reserva de Tello debía cubrir esa zona y no dispararse a Vitoria, donde si estaba Espartero).

Cuando Tello supo, el 29 de junio, por la noche, que Gómez había llegado a Arciniega, avisó a Espartero. (Falso: Gómez no pasa por Arciniega, es Castor Andéchaga. Y las fechas tampoco son correctas. Este será un problema durante el artículo. No sé si las imprecisiones son fruto de una mala documentación o de simple dejadez irrelevante para lo que quiere contar). A las dos de la mañana del día 30, Tello salió de Villasana. Paso por Leciñana de Mena. Leciñana de Mena está a la izquierda de la carretera. A la derecha hay un barrio llamado laya. Me detengo a hablar con un hombre:

- ¿Usted ha oído hablar de que por aquí lucharon carlistas y liberales?
-Sí; he oído, pero yo era pequeño cuando la carlistada.
-¿Y de la guerra anterior?
-¿De la de los franceses ?
-No, de otra carlista que hubo antes.
-No; de esa no he oído nada.

Como ocurre hoy en día la guerra más reciente hace olvidar los detalles de las más viejas. En especial si han transcurrido casi 100 años y no hay una voluntad de mantener heridas abiertas u ofensas pasadas. Más aún si el lugar no es el correcto. Todo ello potencia la sensación de revisión ácida, despiadada, típicamente noventayochista -devaluadora y pesimista - de la historia de España en el siglo XIX.


Seguimos adelante y pasamos por Bercedo, que tiene una pequeña iglesia románica. A través de una puerta nueva, con una reja también nueva, se ve el arco de entrada. (Esta última frase no aparece en el artículo de ESTAMPA pero la representa una fotografía).

El año 1836, por junio, la división liberal y carlista, con Tello y Gómez, marchaban en columnas de una manera paralela por el Valle de Mena. Al llegar a Bercedo se avistaron las divisiones y desplegaron frente al pueblo de Baranda, con el pequeño rio Trueba entre las dos líneas. Las fuerzas de Gómez eran mejores y estaban mejor pertrechadas; las de Tello, inferiores en número y en calidad, pues tenía un regimiento de quintos, el Provincial de Túy, que no sabían manejar el fusil y no habían disparado un tiro. (Para todo este desatino les recomiendo Baranda-Revilla-Rivero 1836. Una importante batalla olvidada. Pero les indicaré que las tropas liberales doblaban a las carlistas).

El encuentro duró hasta el anochecer; se verificó en las cercanías de Baranda, la Colina y Las Rivas. Los carlistas dieron prueba de que tenían fuerzas bien preparadas. Entre los liberales hubo de todo. Al pasar el río los de Gómez, los quintos de Tuy se pusieron en fuga, arrojando las armas. El coronel del Provincial de Tuy, don Atanasio Alesón, quedó prisionero.

Siempre ha pasado lo mismo en España. El reaccionario ha sido reaccionario de veras, el liberal ha sido muchas veces liberal falso, de pacotilla. (Frase ausente del artículo de ESTAMPA).


De los liberales se lucieron Tello, el brigadier Castañeda y don Saturnino Abuin, alias el Manco, el antiguo teniente del Empecinado, hombre de gran valor y de gran audacia. (No sé si el término "lucieron" lo aplica con grandes dosis de ironía y burla o, sinceramente, pensó que brillaron militarmente. Cosa poco probable dado el perfil del texto).

Nos acercamos a Villasante con el objeto de ver el campo de acción de las dos columnas enemigas. Ha comenzado a echarse la bruma por los valles. Las nubes bajas no permiten ver las cimas ni aun las faldas de los montes. Tomamos hacía Espinosa de los Monteros. El general Tello se retiró a Espinosa, y no encontrando aquí municiones ni víveres, fue a Quintana de Soba. Cuando se apeó el general, llevaba veintidós horas a caballo, sin haber comido ni bebido.


Al marchar a Espinosa se despeja el cielo un momento y vemos a la izquierda del camino una serie de picos todos iguales. Un peón caminero nos dice que se llaman las Siete Gemelas. El fotógrafo Marina capta dos de estas gemelas en su placa.

Al llegar a Espinosa me siento en un banco de la plaza, en donde hay unas niñas.
-¿Cómo se llaman las chicas de Espinosa?- Les pregunto a las mayores del grupo.
-Nosotras no somos de Espinosa: somos de Bilbao.
-¡Bilbao! Mal pueblo.
-¡Sí, malo! El mejor.
-¿Seréis un poco maketas?
-Sí, mucho. Todas somos vascongadas.
-Pero no sabéis vascuence.
¡Que no! Más que usted.
-Eta zu?-me pregunta una de las chicas.
-Ni guchi.
-Yo no sé lo que quiere decir guchi.
-¿Cómo decís vosotras poco en vascuence?
-Guichi.
-Pues nosotros decimos guchi. Bueno, chicas. Hasta el año que viene.
-¿No tiene usted que hacer nada en el pueblo?-me preguntan.
-No. Soy un viajante que no tiene comercio.

Casona de Espinosa

Es paradigmático este diálogo donde se destilan una serie de valores cuanto menos llamativos actualmente. Por un lado se definen como "vascongados" en un uso alejado del que hoy se le asocia por el nacionalismo. Nos muestra las variaciones del euskera al presentarnos diferentes formas de pronunciar la voz castellana "poco". Destila superioridad y desprecio hacia aquellos que no comparten el humus vizcaíno-guipuzcoano con un uso alegre del término peyorativo creado por el PNV y Sabino Arana. Muestra una ya asentada corriente turística desde Bilbao gracias al ferrocarril de La robla -con estación en Espinosa de Los Monteros- hacia Las Merindades y el balneario de Gayangos. Y, cosas de la vida, contrasta con el actual ambiente de penetración del euskera y su santoral gracias a los descendientes de los que emigraron a Vizcaya para trabajar y que han vivido durante el gobierno autonómico de la constitución de 1978. Puede que estas ideas rondasen al presentar tres párrafos sobre la vasquidad (primero posible y luego cierta) del Valle de Mena.

Seguimos a Quisicedo, donde los carlistas, victoriosos de la acción de Baranda y Colina, estuvieron acantonados; pasamos por Argomedo.

Paramos en Argomedo, pueblo del valle de Mena (Error, es de la Merindad de Valdeporres), delante de una iglesuca, que se hallaba en la carretera. Él día, claro al comienzo, se va llenando de niebla, y no se ve a treinta pasos el contorno de la aldea. Aquella iglesia o ermita, tan pobre como pequeña, tenía delante un arco con un cubierto de tejas, y a ambos lados, dos pilastras, que limitaban la puerta, formada por seis listones, cual las barras de una reja. Desde ella advertí en la sombra una imagen de madera y ramilletes de flores y candeleros con velas. (Párrafo inexistente en ESTAMPA)


Al llegar a Soncillo, la niebla y la noche se nos echan encima y vamos envueltos en una bruma gris. Los focos del auto no sirven para marcar bien los límites de la carretera. Marchamos despacio durante varios kilómetros en medio de las tinieblas. Hace frío. Nuestro fotógrafo, que no lleva gabán, tirita.

El auto debe parecer un gusano de luz en la obscuridad de la noche.

-Sabe usted-le digo a Juan, nuestro chofer-que los amigos de Madrid dicen que esta excursión se podía hacer muy bien en enero o en febrero.
-En enero o en febrero-contesta él-hubiera habido que quedarse en el camino.

Al acercarse a Reinosa, la niebla se va desvaneciendo y se ven brillar las luces del pueblo. Entramos en la fonda y vamos al comedor y cenamos.


Anejos:

Fragmento sobre Mena

"Mena no debe ser palabra vasca. No sé de dónde procede esta voz. En los naturales del valle hay la idea de que antiguamente no pertenecían a Castilla, sino a Vizcaya. Esto parece que no está claro. El aspecto físico del valle tiene más de vasco que de castellano (¿Cómo? ¿Por qué no montañés o cántabro?). Confina con Vizcaya, con Álava y con Santander. Los montes que dominan este valle son el Ordunte o la Ordunte (según que se llamen el monte o lo peña) y algunos otros menos destacados. De los ríos del valle, el principal es el Cadagua, pero hay otros más pequeños: el Ordunte, el Ángulo y el Sienes. En el valle se ven todavía algunas casas y torreones más o menos destrozados.

El valle de Mena, por su aspecto y por su frondosidad, es un valle vasco. Parece que fue separado de Vizcaya a fines de la Edad Media. (Digamos que fluctuaba, como otras poblaciones, según las necesidades de los señores. Otro ejemplo de esto sería la incorporación tardía de las encartaciones a Vizcaya o Valdegovía, definitivamente hacia  1700 a Álava). Antiguamente se llamaba Maina, palabra que no suena a vasca. El valle se extiende paralelamente a la costa del Cantábrico y tendrá unos treinta a cuarenta kilómetros de extensión. El eje del valle de Mena es el río Cadagua, que baja desde la Sierra Salvada en arroyos y en cascadas, y después de recorrer el valle aparece cerca de Valmaseda, a reunirse con el Nervión.

El comienzo del valle está entre los montes de Ordunte y la Sierra Salvada. Ordunte es un monte vasco y la Sierra Salvada es una sierra castellana burgalesa. Ordunte tiene hayas y robles y helechos en abundancia. La Sierra Salvada, en sus alturas, está sin vegetación y presenta un aire severo y trágico. (Burda forma de volcar prejuicios a través de descripciones de un territorio: Vasco equivale a vergel y castellano a secarral. Encima falsos. Es triste que este guipuzcoano viaje con una mochila de prejuicios tan grande). Quizá los habitantes del valle de Mena presentan este mismo contraste del paisaje seco y del frondoso, pero yo no he conocido bastante gente del país para asegurarlo".


Pío Baroja, Periodista.

Pío Baroja y Nessi nació en San Sebastián el 28 de diciembre de 1872 en la calle Oquendo 6. Siempre creyó en la preponderancia de la raza frente a la cultura y la educación y esto se suele reflejar en su obras y artículos periodísticos. Él mismo decía que "en Cestona empecé a sentirme vasco y recogí este hilo de la raza que ya para mí estaba perdido".

Baroja se inició en las letras haciendo periodismo en La Voz Guipúzcoa, El Ideal y La Unión Liberal, de San Sebastián, y en periódicos madrileños como: Germinal, El Liberal, El Ideal, La Justicia, El País, El Globo... Algunas de sus novelas aparecieron primero como folletines de periódicos.

Entre sus antepasados, la línea de imprenta era bastante fuerte. Su bisabuelo, don Rafael Baroja, alternaba sus ocupaciones de boticario con la redacción del periódico La Papeleta de Oyarzun. Ayudado por sus hijos editó El Liberal Guipuzcoano y algunos números de La Gaceta de Bayona, que dirigía el abate don Sebastián de Miñano desde Francia.

Los hijos de don Rafael (Ignacio, Ramón y Pío) publicaron la Historia de la Revolución Francesa, de Thiers, en doce tomos, traducida por eI abate Miñano. Ricardo Baroja, tío de don Pío, fundó en San Sebastián El Urumea, del que fue director, redactor y cajista. En San Sebastián existió una Imprenta de Baroja. Don Serafín Baroja, padre del novelista, escribía en diarios donostiarras y llegó a ser corresponsal de El Tiempo, de Madrid.

Alejado durante muchos años del periodismo, Pío Baroja se vio obligado a alternar sus trabajos de novelista con colaboraciones en diarios españoles y sudamericanos, después de la última guerra civil y durante la segunda guerra mundial. Algunos de estos trabajos periodísticos aparecen en el tomo VI de sus Memorias, con el título de Reportajes, y en el tomo V de sus Obras Completas.

Baroja cultivó un periodismo demoledor, de gran probidad intelectual, valiente, pintoresco y agresivo, muy en consonancia con el espíritu revisionista y satírico de los escritores de la generación de 1898.

Baroja combatió el barroquismo inferior, la palabrería inútil y pomposa que infectaba la novela española a fines del XIX. Sacudió la hojarasca retórica grandilocuente y abrió el camino a un estilo recto y preciso, periodístico.








Bibliografía:

Revista "Estampa".
"Pío Baroja: técnica, estilo, personajes" Anales de la Universidad de Chile.
"La Expedición del General Gómez" Pío Baroja.
"¿Reconstrucción histórica o ficción? La Expedición de Gómez: Un ejemplo barojiano". Jacqueline Heuer

¿Más?



lunes, 22 de junio de 2015

Los pies del peregrino

Hoy cederé este espacio y su palabra a Marga López Azkona para dar a conocer su obra titulada "Los pies del peregrino" que recorre nuestra humilde comarca. No digo más y os dejo con ella.

Hola, soy una psicóloga por la universidad de Deusto que ha colaborado en el diseño y puesta en marcha de diferentes proyectos sociales y se ha interesado siempre por el mundo de las relaciones humanas utilizando sus conocimientos técnicos para incidir en diversos campos, tales como la inserción social de personas excluidas, evolución de las drogas de síntesis y su prevención. E impartido seminarios y talleres en diferentes Congresos y Jornadas.


En la UNED me formé en Dirección de Marketing y en la Escuela Europea de Estudios Universitarios y de Negocios en Planificación Estratégica. Especializada en el tratamiento de adicciones, stress, depresión, ansiedad, intervenciones de pareja y de familia.

En la actualidad trabajo en mi consulta psicológica privada “Centro clínico Azkona” y, lo que puede llegar a resultar más interesante, estoy escribiendo mi segunda novela.

Sobre la primera, "Los pies del peregrino", os diré que presenta una serie de acontecimientos, encadenados, que reúnen a varias personas en el Camino de Santiago desde Santander hasta el Monasterio de Santo Toribio. Algunos de ellos hacía mucho tiempo que no se veían, teniendo asuntos pendientes que resolver.

Aquellos niños que recorrieron la pradera, cerca de Cueva, jugando y soñando, idealizando un futuro mejor, deseando transformar el mundo, se encontraban después de muchos años de haber estado separados, afrontando los fantasmas del pasado.


La niña que jugaba con Alfredo en el pasado, se ha convertido en una mujer decidida, que cuestiona las claves acertadas o equivocadas de la existencia, caminando siguiendo un impulso después de una extraña experiencia; quizás, impulsada por una fuerza sobrenatural.

Durante el recorrido al monasterio, se siente atraída por Khalid, compartiendo con él su reciente inquietud por el tema del Apocalipsis; aunque, a la vez, siente cierto rechazo por él, que no termina de comprender.

Antonio, gravemente enfermo, hace el mismo recorrido, reflexionando sobre los errores cometidos llevado por su ambición.

Oscar, traicionado por su mejor amigo, relata la convivencia con unos vagabundos en una cabaña junto al mar.

Carlos y Claudia, retoman una relación destruida, valorando el proceso que les separó.

La novela os permite conocer las Cuevas de Ojo de Guareña (Burgos), San Juan de Gaztelugatxe (Vizcaya) y el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria), a través de las vivencias de algunos peregrinos y de la magia de los paisajes que rodean esos lugares tan llenos de belleza y espiritualidad.


Se va conociendo la historia de esos lugares, características geográficas, así como algunas de sus leyendas mediante relatos de lugareños y de diferentes personas que están haciendo el camino hasta Liébana, cuyas vidas se entremezclan, enlazando historias presentes y pasadas que van apareciendo, hilvanando temas pendientes mientras caminan con auténtico coraje.

Diversas experiencias, descritas por los peregrinos con gran emoción, expresan los sentimientos contradictorios del ser humano durante el aprendizaje de su proceso vital, cuestionándose las mismas preguntas que nos hemos hecho todos sobre el sentido de la vida y de la muerte, los movimientos de poder o  las carencias irresolubles que desatan verdaderas crisis si no se afrontan adecuadamente.

No es una guía de viajes, pero el lector hace un trayecto con etapas descritas con precisión, conociendo los escenarios donde suceden los acontecimientos como si los hubiera recorrido previamente, incluso deseando conocerlos personalmente; no es un libro de autoayuda, pero muchos refieren que su lectura les ha ayudado a superar conflictos y dificultades ya que resulta muy fácil identificarse con los diferentes personajes y con sus problemas; no es un libro espiritual, pero se sumerge en las inquietudes que provocan ciertas dudas, que contienen cierto misterio, rozando los límites entre lo terrenal y lo divino.


Es un libro que camina firmemente desde el primer día porque toca el corazón del ser humano, dándole fuerza y esperanza, mientras escritor y lector se funden en el descubrimiento de las claves acertadas o equivocadas de nuestro propio caminar a la vez que la misteriosa naturaleza de las Merindades que tanto amamos los que tenemos nuestras raíces allí, va envolviendo cada emoción, desatando expectación, deseo de un mayor conocimiento de la región y de su historia, y sobre todo, va cubriendo el alma del lector de una esperanza sosegada a través de los diversos tonos verduzcos del Valle.

La novela “LOS PIES DEL PEREGRINO” puede encontrarse en:

Librería Cámara, librería Elkar, Casa del libro, Corte Inglés en Bilbao.
Corte Inglés de Zaragoza.
Librería Stvdio de Santander.
Madrid y otras ciudades: Corte Inglés
Librería Mari Carmen de Espinosa de los Monteros (Burgos).

Se puede solicitar en cualquier librería del país y del extranjero, aunque no la tengan en ese momento, ya que estas pueden pedirla a la distribuidora UDL. (la distribuidora en Castilla y León se llama Lidiza)

O podéis pedírmela si me veis por el pueblo porque siempre tengo el maletero lleno de novelas para las diferentes presentaciones que hago en las casas de cultura donde no hay librería.

Más:




lunes, 15 de junio de 2015

Una lobera fantasma y otra que casi no es de Las Merindades: lobera de Monte Santiago.

Todos conocemos la existencia de la atractiva lobera del Monte Santiago pero podría ser que no hubiera sido la única del entorno cercano. Cierto que, si siguen este blog o les interesan las loberas conocerán las de Loberas Viejas y Fontanilla. Pero estamos hablando de otra diferente, una nueva, o vieja.


Cuenta Salvador Velilla Córdoba, en la revista Aztarna (2007) que halló un documento de 1663 donde, durante un amojonamiento, se indicaba que "Item, bisitaron otro mojón junto a la Lobera Vieja, que está antes de entrar en el monte Santiago, entre los caminos que van a Bidabe y al monte del Señor Santiago. Y éste dijeron que cortaba al del campo de Corimurita y de allí al de la senda que baja al poço del Cortón y de allí al que dice que está en el espino albar, encima del poço de Cortonton (sic) y de allí al mojón de Oyalarte y de Oyalarte al de la questa de la orca y de allí al de encima de la casa de San Bartolomé (ermita arruinada y cuya localización es bajo la actual carretera)". Y en 1773 hay una nueva pista sobre la lobera vieja y pensemos, como veremos más adelante, que ya estaba en marcha la lobera de Santiago. Como ven, se da a entender que nos encontramos con una lobera diferente a la de "Loberas Viejas". Prosigamos con su idea.

Surge un nuevo dato gracias al libro de María Ángeles Larrea "Caminos de Vizcaya en la segunda mitad del siglo XVIII" donde incluye los mapas de Joseph Santos Calderón. En especial el titulado "Plano que manifiesta el camino proyectado desde el Espino de la Hermita arruynada de San Bartolomé Peña de Orduña hasta la iglesia de Berberana" donde acota una zona como lobera a la entrada del monte Santiago.

Lobera del Monte Santiago (Google)

La lobera vieja del Monte Santiago estaría en una zona boscosa que apenas deja entrever los restos de sus mangas, completamente desmochadas, y del foso, colmatado, que sirve de tiesto a un haya (descripción similar a la "Lobera Vieja"). Salvador nos la sitúa al norte del camino que enfila hacia la Fuente Santiago, no lejos del primer aparcamiento para coches. Un mapa del Instituto Geográfico Nacional dedicado a Villalba de Losa, recoge el topónimo Alto de la Lobera, situado junto a la antena de comunicaciones que se levanta en la cima del puerto de Orduña. Por los restos se sabe que estaba construida en piedra y con el hoyo en la parte oeste, abriéndose las dos mangas hacia poniente.

Desplazada de esta está la conocida lobera, o loberas, del monte Santiago, quizá llamado así por el arruinado monasterio de Santiago de Langreriz. Loberas, en plural, porque algunos autores han hallado pistas que podrían concluir que anteriormente hubo en esta zona otra lobera de madera.


Recordemos que, con mucha probabilidad, las primeras loberas fuesen de madera (persisten algunos ejemplos como "El Chorco" en el río Cares) pero por la naturaleza de los materiales y su sustitución por estructuras de piedra con el subsiguiente abandono de las de madera estas son más difíciles de hallar.

Pero no solo son suposiciones sobre estructuras previas sino que hay un documento del Archivo del Concejo de Délica sobre el proyecto de construcción de la lobera de Santiago que dice "Que las comunidades ynteresadas en el monte Santiago, que son la villa de Berberana, la villa de Villalba, la letanía de Luna y el conzejo de Délica, determinaron hacer en dicho monte una lobera de piedra donde al presente se halla la de madera y llaman la lobera de Quartango". Y el acuerdo tiene fecha del 16 de mayo de 1756 y debía estar terminada la obra para San Miguel (29 de Septiembre). Harán la lobera y un bebedero para el ganado, a razón de ocho reales y medio cada estado.

Croquis de Félix Murga

Las condiciones del contrato nos dan pistas sobre cómo fue la lobera de madera. En principio el foso era más pequeño porque indican que se ha de ensanchar y alargar, hasta 21 pies de largo y 14 de ancho, con la misma profundidad. Sus paredes serán de piedra de un grosos de 3 pies. Los brazos, o mangas, correrán por donde eran los de madera, teniendo la que mira al monte Santiago 188`71 m y la que mira hacia la sierra de Guibijo 195`39 m. La altura oscilará entre 2 m y 2`40 m. sin las cubijas. Estas cubijas tendrán 15 cm de grosor y sobresaldrán otros 15 cm por cada lado de la pared.

Con relación a las mediciones vemos que Félix Murga determina que esta mide 472`20 m en el brazo derecho y 544`70 m en el izquierdo y Judith Trueba Longo indica que el brazo este o izquierdo (mirando al foso) mide 573 m y la pared sur o derecho tiene 579 m. No coinciden y tampoco con las conversiones sobre el proyecto inicial.

Se indicaba la obligación de abrir dos portillos o la asunción del mantenimiento por el maestro de obras durante cuatro años (para evitar un trabajo chapucero). Asumieron la obra en los maestros canteros Antonio Sañudo Madrazo y Juan de la Maza, a los que se pagaría en tres tercios: al comenzar la obra, a la mitad y al finalizar la obra.

Croquis de Judith Trueba

Para costear la lobera se decidió en diciembre de 1755 vender madera de haya del monte Santiago por un total de 2.954 reales de vellón. Dados los compradores, Joseph Ignacio de Yrastorza, arrendatario de la ferrería de La Encontrada, don Pedro de Ugarte, dueño de la ferrería de Ciórraga y don Pedro de Hernán arrendatario de la de Amurrio, es evidente el uso de esa madera.

Esta lobera se usó por última vez en 1955 acabando con una pareja de lobos. El tirador fue Félix González, un vecino de Berberana.

Féliz González de Berberana.

Centrándonos ya en la estructura de esta lobera de Santiago podemos destacar que tiene dos fosos y que al más antiguo se le denomina "hoyo nuevo". ¿La causa? Probablemente una rectificación del proyecto inicial del que se aprovechó la pared este y creando un foso nuevo en el extremo opuesto de la pared. ¿Sería esta la razón de las diferentes medidas referenciadas?

La pared este tiene una longitud de 573 m y en algunos tramos alcanza una altura de 2`30 m. Su espesor oscila entre 0`80 m-0`85 m. Presenta dos portilleras de 2`50 m de anchura.

Es un punto turístico dado que ha sido objeto de una restauración pero esta fue poco afortunada ya que, entre otras cosas, suprimió el alero de las paredes en el tramo de embudo próximo al foso.

La pared oeste tiene un desarrollo de 579 m y en función de la topografía del terreno, su altura oscila entre 1`85 m y los 2 m. Cuenta con dos portilleras de 3 m de anchura aproximadamente, y en uno de sus tramos presenta tres pequeños vanos desde los cuales los cazadores disparaban al lobo.


En el embudo contamos hasta doce cabañuelas, conformadas por grandes losas hincadas verticalmente en el suelo y losas horizontales a modo de cubierta. El foso más moderno tiene forma rectangular que se estrecha en la embocadura, adoptando forma trapezoidal. Mide 5`44 m de largo por 3`85 m de ancho en el centro del foso (20`90 m2 de superficie). La profundidad de éste oscila entre los 2`36 m en el borde inicial y los 2`50 en el muro frontal de esta estructura. Sumada la profundidad a la coronación de los muros en este espacio, obtenemos una altura que oscila entre los 4`26 m y los 3`50 m.

El foso más antiguo, situado en el extremo opuesto de la pared este tiene forma rectangular de 6`50 m de largo por 4`35 m de ancho, lo que nos da una superficie de 28`27 m2.

A las batidas acudían personas de Berberana, Murita, Villalba, y también hombres del cercano valle alavés de Cuartango ya que, ante el lobo, todos los pueblos ganaderos, con independencia de sus límites administrativos, unían esfuerzos para acabar con la amenaza que representaba este animal para subsistencia.


Bibliografía:

"Loberas en la comarca de Las Merindades" Judith Trueba Longo.
"Catálogo de loberas de las provincias de Álava, Burgos y León" de Félix Murga.
"Las loberas del Monte Santiago" Salvador Velilla Córdoba.


lunes, 8 de junio de 2015

Ramón Chíes, una calle antes que Franco.

Hoy traemos un hombre que ha sido olvidado por su población natal y que continua mereciendo una calle, aunque fuese en esos barrios exteriores al estilo de los suburbios norteamericanos.

Ramón Chíes y Gómez de Riofranco nació en 1845. Y lo hizo en la calle del Condestable de Medina de Pomar. Aunque el callejero no lo refleje. Claro que eso es bastante normal en Las Merindades donde algunos nombres parecen no haber existido o, peor, han desaparecido. Porque debemos recordar que la largamente conocida como Avda. del General Franco y hoy Avenida de Burgos fue en tiempos anteriores... ¡la Avenida de Ramón Chíes!


Fue hijo de padres con posibles económicos y un gran estudiante que se formó en Santander y Madrid. Compartió a sus padres con varias hermanas y un hermano, Alfredo que fue capitán de Estado Mayor. Ramón estudió ciencias exactas, filosofía y derecho dedicándose, al final, al periodismo. Le tenía que ir bien y, así, en 1866 era uno de los redactores de "La Discusión" un periódico fundado y dirigido, inicialmente, por el abogado y político José María Rivero (1814-1878). Este medio consiguió, desde su nacimiento en 1856, tender puentes entre la izquierda del antiguo partido progresista y el demócrata recién legalizado.

Ejemplar de "La Discusión"

En sus páginas se reconocerán las firmas de Emilio Castelar, Estanislao Figueras, Cristino Martos, José María Orense, José Calderón y Llanes, Nemesio Fernández Cuesta, Eusebio Blasco, Juan Pablo Nogués, Pedro Antonio de Alarcón, Manuel Zorrilla, Eduardo Chao, Vicente Romero Girón, Manuel del Palacio, nuestro Ramón Chíes, y muchos otros grandes nombres del momento y de la historia de España.

El 21 de junio de 1866 finaliza su primera época, al ser suspendido como las demás cabeceras demócratas y republicanas como consecuencia de la sublevación del Cuartel de San Gil. Se perdía el primer periódico de referencia nacional con gran circulación y prestigio.

Tras el triunfo de la septembrina -o la Gloriosa-, reaparece. Como periódico republicano sin más, "La Discusión" ejercerá una gran influencia durante el sexenio. A su cabecera sumará los lemas “No más tiranos” y “Soberanía del pueblo”, que pronto cambia por “No más reyes” y “Viva la República”, que por orden gubernamental serán quitados a partir del siete de octubre de 1869, aunque reaparecerán después.

Con el golpe restaurador del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto, "La discusión" publicará el último número de su segunda época el 30 de diciembre de 1874. Tuvo una tercera de 1879 a 1887.

En esta escuela se formará, o madurará, políticamente Ramón y por ello al triunfar la Gloriosa en 1868 contribuirá a la formación del partido Republicano Democrático Federal siendo, en 1869, secretario de José María Orense. Sus contactos y voluntad política le consiguieron el cargo de Gobernador Civil de Valencia que abandonó al estallar la revolución cantonalista.

En 1875 se incorpora a "El Voto Nacional" para después dirigirlo sujeto ya a la nueva constitución de 1876, de corte conservador, pero que continuaba consagrando la libertad de prensa... teórica. Se crearon los Fiscales de Imprenta que censuraban cualquier publicación que atacase o ridiculizase a la Iglesia.

Sanción a Ramón Chíes publicada
por "La Iberia"

En 1880 participó en la fundación de la Unión Mundial del Libre Pensamiento, con sede en Bruselas. Esta entidad celebró en 1934 uno de sus congresos mundiales en Barcelona.

En 1881 presidió en Madrid la reunión republicana del Teatro de la Zarzuela que fue la primera celebrada tras la restauración borbónica. de hecho, se le conoció como un orador audaz y provocador y un incansable propagandista de la causa federal orgánica.

En 1882 funda "Las Dominicales del Libre Pensamiento", un semanario heterodoxos vinculado al movimiento librepensador y racionalista francés del XIX. Aboga por el libre examen, el liberalismo, la cuestión ultramarina, el feminismo, el divorcio, el cuestionamiento de la pena de muerte, la unión ibérica, el naturalismo y el estudio de las humanidades y la historia de las religiones. Su anticlericalismo le granjeó la inquina de las instituciones oficiales y los voceros eclesiásticos.

Siendo claros, acusaba al entramado eclesiástico de ser el responsable del oscurantismo del pueblo español, al que le sobraba fanatismo y le faltaba espiritualidad; afirmaba, además, que una parte importante de los católicos españoles viven al margen de la religión oficial, limitándose a cumplir con los preceptos externos más indispensables. Llovieron las críticas al semanario desde pastorales, púlpitos y confesionarios, llegando algunos obispos, como los de Tuy y Orense, a amenazar con la excomunión para aquellos fieles que osaran leer sus páginas. Ramón Chíes fue excomulgado múltiples veces e incluso se intentó encarcelarle.

¿?-R.Chíes- F. Lozano Montes

En esta lucha "celestial" se benefició de la "Ley de policía de imprenta" de 1883. Pensemos que esta era una publicación afín a la masonería, el espiritismo y la teosofía, la Institución Libre de Enseñanza, la Asociación por la Enseñanza de la Mujer, la Sociedad Protectora de los Niños y animaba, entre otras expresiones culturales, el resurgimiento de la cultura sefardí en España. Vamos, que se buscó enemigos fuertes. En el fondo "Las Dominicales" intentaba transmitir el mensaje de lucha contra lo que se oponía a la modernización y al progreso: clericalismo, caciquismo o corrupción.

Contrariamente a lo pensado Ramón no se presentaba como anticristiano ya que explicaba que "Tenemos derecho a ser considerados mucho más que cristianos... que los que en nombre de un Dios de paz, persiguen, matan y achicharran en nombre del que dijo "amaros los unos a los otros", defienden aún con santo celo en patronato, el cepo y el grillete para los negros de Cuba".

Como podrán suponer los directores de "Las dominicales..." fueron: él, republicano federal, hasta su muerte bajo el seudónimo Eduardo de Riofranco con Fernando Lozano Montes (Demófilo); y, después, Antonio Zozaya. Como en la primera revista en la que participó encontraremos una interesante lista de colaboradores como Francisco Pi y Margall, Emilio Castelar, Antonio García Vao, Rosario de Acuña y Villanueva, Esperanza Pérez, Amelia Carvia, Odón de Buen, Miguel Morayta, Eduardo Sojo, Salvador Sellés, Joaquín Dicenta, M. Curros Rodríguez, Eduardo Zamacois, Pedro Barrantes o José de Diego.

Aparecía los domingos en gran formato y apretados textos, con artículos de fondo sobre temas de política, cultura, literatura, teatro, etc., en números de cuatro páginas, desde el primero, el 4 de febrero de 1883, hasta 1909.

Aunque con el cambio de siglo empezaron a tener mayores impedimentos para salir a la calle como se recoge en la siguiente anotación del ejemplar del 15 de julio de 1900:

Destacado la columna llamada NUESTRO CALVARIO 

En febrero de 1901, después de cubrir una suscripción de acciones de 50 pesetas nominales cada una y la aportación voluntaria de cinco céntimos semanales, por parte de sus lectores durante seis meses, vuelve salir a la calle con el nombre de “Los Dominicales. Semanario Librepensador”. La publicación, con sus diversas denominaciones, obtuvo un gran prestigio y difusión, y sus noticias y sueltos fueron redactados por numerosos corresponsales en las provincias españolas y en el extranjero, de tal forma que, en 1902 se convirtió en órgano de la Federación Internacional de Libre Pensamiento en España, Portugal y América Iberia. Y así llevó el subtítulo de “Órgano de la Federación Internacional de España, Portugal y América íbera”.

Para este medinés “El libre-pensamiento se caracteriza por rasgos del todo opuestos. Al terror sustituye el amor: al recelo la confianza. El amor le es indispensable, porque su fin es persuadir al hombre a la verdad, no imponerle la verdad: llamarle a reflexión para que él mismo se cree esta verdad, mostrándole que no puede hallarla fuera de su conciencia, fuente única de certidumbre. La confianza es igualmente fundamental característica de la nueva fórmula social; porque sin confianza en la bondad congénita de la humana naturaleza, habría que ir a buscar el bien fuera de ella, como hacen los católicos, que la creen presa del mal”.

Aunque nacido en Medina de Pomar no se prodigaba mucho por el lugar. Una excepción, que conocemos gracias a sus artículos, se produjo en 1888, una vez fallecidos sus padres, donde visitó la tumba eclesial de sus abuelos en Medina y recorre la Merindad de Castilla Vieja. Puede que este no ejercer de medinés fuese lo que llevase a Julián García Sainz de Baranda a no incluirle en la relación de medineses ilustres de su obra "Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar".

Ejemplo de relación de condolencias

Ramón falleció el 15 de octubre de 1893, a las cuatro de la madrugada. Lo hizo en su domicilio de la calle de Las Beatas del barrio de Malasaña (hoy Poeta Antonio Grilo), con menos de 50 años. Aunque, ciertamente y como han podido leer, vivió intensamente llegando a organizar logias masónicas, círculos republicanos, asociaciones de obreros y hasta escuelas laicas.

Ramón decía haber heredado de su madre el idealismo castellano y de su padre la rigidez catalana: "Tengo pasión desbordada en mi alma que me ha llevado continuamente a combatir por los débiles, por los afligidos y por los presos".

Sabemos que su muerte no fue repentina al aparecer publicado en "La Voz del Pueblo" del 26 de Agosto de 1893 una nota en la que se recordaba su estado de salud y la intención de trasladarlo a tierras de aire más puro que el madrileño en cuanto no se encontrase tan mal. Pero la cosa venía de largo y en enero de 1893 ya se publicaban notas refiriéndose a su salud que continuaron durante ese año acompañadas de cartas al director insuflándole animo tanto de particulares como de otras publicaciones españolas e iberoamericanas. En algunos casos definían así su mal: "una larga como penosa enfermedad".

¿De qué estaba enfermo? No lo dicen pero nos dejan caer alguno de los síntomas como debilidad y episodios febriles.

Poco tiempo antes de su muerte consiguió ser concejal del ayuntamiento de Madrid, donde instó a que los obreros tuviesen una jornada de 8 horas. Su cadáver se expuso en el ayuntamiento. La carroza mortuoria pasó por la Puerta del Sol y por la calle de Alcalá en dirección al cementerio civil del Este. Será aquí -actual cementerio de La Almudena- donde, un año después, se le erija un mausoleo gracias a la suscripción popular. Se aprobó, con fuerte oposición, poner su nombre a la calle del Álamo (B.O. Prov. Madrid 08/03/1894) y, en Portugalete, se creó la Logia "Hijos de Chíes núm. 152" en su memoria.

Portada de obligada lectura donde se detalla
el funeral de Ramón Chíes

Como nota curiosa diré que el periódico "El Pueblo", en 1925, a través de un artículo de Roberto Castrovido, se confunde de calle y dice que la calle a renombrar era la de Las Beatas pero que presiones de sus enemigos lo impidieron al final. Esta calle sí que fue propuesta para homenajear a Ramón pero en una propuesta del grupo republicano municipal de Madrid que defendió en señor Zuazo.

Estuvo casado con doña Carolina Arzeda con la que tuvo a su hijo Pedro. Dejó, también, una obra literaria póstuma titulada "Notas de estudio sobre la Santa Biblia: Antiguo testamento" (Madrid: Cosmópolis, 1904, 2 vols.)

Mausoleo de Ramón Chíes


Bibliografía:

Periódico "La verdad. Diario católico".
Periódico "Las Baleares. Diario republicano".
Boletín Oficial de la Provincia de Madrid
Periódico "El Pueblo".
"Las dominicales del librepensamiento"
"Medina de Pomar. Cuna de Castilla" de la asociación de Amigos de Medina de Pomar.
Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España.


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