Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


miércoles, 30 de diciembre de 2015

Villarcayo al borde del... 2016.


Estamos en otro de los cortes en que segmentamos la vida. Es curioso, cuando estás en la escuela los años son de Septiembre a Junio y la Navidad y el fin de año no significan más que juguetes, familia y unas vacaciones frías. ¡De hecho, algunos llaman ahora a este periodo "vacaciones de invierno"!

Volviendo al camino. Sentado frente a mi mesa de trabajo, mirando el campo a través de la ventana donde no termina a asentarse el anhelado invierno, llegan a mi mente los aciertos, y los errores, del pasado. ¡Siempre el pasado! Rondándome. Royéndome...

Y Villarcayo...

...En varias imágenes contrapuestas.

Calle Manuel Laredo (Ayer)

Calle Manuel Laredo (Hoy)
Plaza Mayor 1891
Plaza Mayor (2015)
Esquina Sigifredo Albajara
Esquina Sigifredo Albajara (actual)
Calle San Roque, junto al Hospital Laredo
Calle San Roque, junto al Hospital Laredo 2014
Centro de la calle San Roque
Centro de la calle San Roque (actual)
Calle Madrid

Calle San Roque, mirando hacia la gasolinera

Calle San Roque a la misma altura pero en la otra dirección

Calle San Roque desde la gasolinera

Plaza Mayor, palacio de los Isla
Plaza Mayor con la calle Santander 
Plaza Mayor con la iglesia al fondo

Plaza Mayor.



Bibliografía:

Google.



miércoles, 23 de diciembre de 2015

La iglesia de Villarcayo: Lo pasado, pasado está.

Lleguémonos a Villarcayo (todavía sólo Villarcayo, nada de "de la Merindad de Castilla la Vieja") para "observar" su templo parroquial. Recios contrafuertes enmarcaban un edificio más renacentista que gótico, sin trazas -ni remotas- de románico y que poseía una humilde entrada decorada por un sencillo tímpano. Una estrecha ventana entre cada dos contrafuertes tamiza la luz al interior. La entrada difícilmente permite el paso de dos personas a la vez.


El templo de Villarcayo, que pertenecía al arciprestazgo de Medina, estaba en obras ya el 26 de junio de 1558 cuando el reverendo licenciado Villoslada, arcipreste de Salas y visitador del obispado de Burgos, estudiaba las obras de la misma.

El interior que nosotros hubiéramos podido ver estaba formado por una única nave, alzada a finales del siglo XVI, de crucería sencilla y algo gótica. Parece que con base en otra... Ejem, ¡Pasemos al altar mayor! Este era una pieza renacentista, en dos cuerpos, con la efigie de Santa Marina y cuatro relieves coronados con un Cristo crucificado. Databa de 1564 y el carpintero A. A. González pasó al cobro 1.125 maravedís por mudar el altar y hacer los asientos. ¿Mucho? ¿Poco? Si tenemos en cuenta que la primera custodia se compró en 1574 por 1.222 maravedís y Pedro de Rivas, un cantero, cargó 40.134 Mrs.... En 1563 se colocó la pila bautismal.

Retablo y nave principal

El retablo se encargó a Sebastián López, de Villapanillo, por un importe no superior a 600 ducados y con figuras de media talla (no talladas enteras), menos Santa Marina, el Cristo, el niño Jesús y los cuatro angelitos. Costó realizar los pagos acordados por el trabajo dada la precariedad de ingresos de esta parroquia.

Pero la falta de monetario nunca fue un freno porque hacia 1650 se decide que una población como Villarcayo, cabeza de Las Merindades y corregimiento, necesita una iglesia de mayor tamaño para lo cual se derribó parte de la misma. Constatamos por ello que eso de derribarla no es algo tan reciente. Se buscó alargar la nave principal frente al altar mayor y hacer una torre "por no haber ni sitio donde poner las campanas" con su escalera de caracol. Por suerte, ayudaba al pago el obispado.

Retablo mayor

Durante la guerra de independencia sufrió el saqueo -algo común a muchos templos y palacios- de muchos de sus elementos de valor: la lámpara grande donada por el general Manuel de la Torre y Angulo; candelerillos del sitial donde se exponía el Santísimo Sacramento; una corona de plata maciza... en fin, una lista larga. Para qué engañarnos.


El local disfrutó una nueva reforma antes de ser demolido. En 1882, siendo cura ecónomo Juan Boezo Gómez, se acuerda con Miguel Zorrilla, maestro de albañilería y pintor, su arreglo por 7.400 reales de vellón. Se tuvo que trabajar en las áreas que determinó el peritaje previo de Julián Mediavilla: rearmar la cubierta sobre la nave central para evitar su desmoronamiento, cambiar vigas sobre la nave de la capilla de la Virgen de la Soledad, cambiar 1.500 tejas para evitar humedades, corrección de las canalizaciones de pluviales, revoque de paredes interiores y exteriores, arreglar o construir nuevas mesas de capillas y armarios. Y trasladar la vieja pila bautismal a la capilla de la Soledad.


Sigamos nuestro viaje virtual -lo que tiene existencia aparente y no real- y levantemos la mirada hacia la torre terminada en 1636. ¿Lo han mirado todo? Pues bajemos ya la mirada para, en la distancia, ver el coro con su órgano preservado en un armario del siglo XVII. Y, para terminar el paseo, giremos observando nuestro entorno y visitemos las diferentes capillas:

  • La de los Dolores: Un espacio grande, con altura y cinco altares, con sus efigies de estilo churrigueresco (XVII), que estaban dedicados a la Soledad, San José, San Roque, Santa Gertrudis y San Antonio. Albergaba también dos Cristos, uno crucificado y otro con la cruz a cuestas que eran usados en las procesiones.
  • La del Carmen, en el lado de la epístola, cuyo altar estaba coronado por los escudos de los Peña y Rueda. No contentos con ello, en el lienzo frontero con la verja de entrada lucían un exagerado escudo, mantelado, adornado de casco, lambrequines, borduras de cabezas y estrellas de ocho puntas con la chula inscripción: "Esta capilla, su bóveda y sepultura son, del señor don Josef de Linares Salazar, Isla, Gómez de las Bárcenas, vecino que es de esta villa de Villarcayo y de sus sucesores".
  • La de la Purísima.
  • La de San Isidoro, con altar hijo de la misma mano que el mayor, terminado en 1726.
  • La del Rosario. Comentemos la visita del arzobispo Manuel Samaniego y Jaca que abroncó a los mantenedores de la misma por su mal estado. Era 1729.


Por cierto, no debo olvidarme de la sacristía. Esta guardiana de secretos, confesiones y elementos litúrgicos la encontrábamos a la izquierda del altar (según mirábamos nosotros) y era una pieza amplia y cuadrada. En su frente podíamos disfrutar de un altar del siglo XVII, con efigie del Crucificado de regular talla, uno y otro de madera al natural. También había una escultura de la Inmaculada y una cruz gótica (siglo XIV) de bronce sin esmaltes.

Capilla de la Virgen de los Dolores (¿?)

Quizá esas ansias de ofrecer siempre más sitio a los feligreses impulsó en el tardofranquismo fuertes deseos de renovación que llevasen a descartar, de manera brusca, esta memoria pétrea y, buscando la "modernidad", eliminar nuestro pasado. Adiós a las sepulturas dotadas, a las pinturas murales, a los trabajos de forja, a un espacio impregnado de ancestral religiosidad... y a otro edificio que engarzaba Villarcayo con su pasado.


Da igual, ya es la nada. Lo pasado, para este caso, pasado está.


Bibliografía:

"Villarcayo, capital de la comarca Merindades" por Manuel López Rojo.
"Villarcayo y la Merindad de Castilla la Vieja" de Julián Sainz de Baranda.
Villarcayo.net




domingo, 13 de diciembre de 2015

Tobera a través de los ojos de Luciano

Las revistas del primer tercio de nuestro siglo XX, hasta la caída de la segunda República española, son una cálida forma de vernos, de sentir cómo nos veíamos, y de evaluar el peso del tiempo en nuestra mirada.

De hecho, "La hormiga de oro", fundada en enero de 1884, era un exponente del carlismo y el neocatolicismo de la mano del periodista y político Lluís María de Llauder i de Dalmases (1837-1902). Revista con una imagen siempre actual que murió el 16 de julio de 1936. Era una eficaz herramienta propagandística que mezclaba doctrina política, integrismo católico y periodismo ameno y gráfico. En 1932 tenía una tirada de 30.000 ejemplares.

Ruta recorrida en el artículo de don Luciano por la BU-504

Semblanzas de prohombres del catolicismo integrista, artículos doctrinales contra los cambios y variadas secciones en constante evolución: religión, política, historia, arte, ciencia, finanzas, economía, comercio, agricultura, moda, humor gráfico y político... Con el siglo XX la revista se renovará incorporando las fotografías masivamente en sus páginas (sobre todo a partir de 1910). Pero desde el principio publica excelentes grabados de paisajes, monumentos, arqueología, descubrimientos, viajes o costumbres.

Por cierto, gracias a estas características podemos disfrutar de artículos como el presente de Luciano Huidobro Serna, historiador y hombre de iglesia que relató sus impresiones de las tierras de Frías y el cauce del río Molinar en aquel lejano junio de 1930. Ayer, vamos.

Y eso, que a ello vamos. Les ruego que disculpen el verbo arcaico con el que se expresa en esta pieza -puede que fruto de la edición en imprenta- y disfruten del "paseo":


"El dicho castellano «al cabo de los años mil vuelven las aguas por do solían ir», tiene aplicación a los caminos, en los que se observa esta coincidencia frecuentemente, pues son muchos los que siguen el trazado de las vías romanas comerciales.


Esto se verifica en el antiguo camino de los mercaderes de Burgos hasta las villas del Cantábrico, Bilbao y Santoña, principales entradas del comercio enorme establecido entre los puertos del norte de Francia y más aún de Flandes con Castilla, que enviaba productos de la ganadería y agricultura, lanas merinas principalmente, y recibía por. ellas tapices, brocados y objetos de arte, en los últimos siglos de la Edad Media.

Entre sus principales etapas figuraban Briviesca y Frías, poblaciones que contaban con populosas juderías dedicadas al comercio y la industria. Situada la última en medio del amplio valle del Ebro, llamado Tobalina, se alza en un alto espolón de los Ovarenes (hoy Obarenes), cordillera que forma parte de la Ibérica, y obliga al Ebro a dar un gran rodeo al pie de sus muros.

Constituye por esta situación un emplazamiento estratégico, que fue habitado desde los tiempos primitivos y adquirió gran preponderancia en tiempo de Alfonso VIII, quien la hizo ciudad y construyó su fortaleza colgada como sus edificios sobre altas rocas, calzadas en partes con gruesas vigas para evitar su caída.


Este, aspecto singular y pintoresco es conocido gracias a las revistas ilustradas; pero ninguno de los que se han ocupado de Frías ha llegado a ella por el nuevo camino del Portillo de Busto, que sigue el trazado del antiguo, y remontando en Busto de Bureva (hoy Bureba) los Ovarenes, ofrece vistas dilatadas de la Bureva, valle del Ebro y montañas de Álava, Rioja y Santander.

Su trayecto más pintoresco comienza en la Aldea del Portillo y antes de llegar a Ranera atraviesa una estrecha garganta formada por altísimos peñascos poblados de encinas y perfumado el ambiente por variedad de plantas aromáticas.


La industria, que ha profanado tantos paisajes predilectos de la Naturaleza con sus establecimientos fabriles, ha añadido aquí una nueva vida a aquellos riscos, mediante una conducción de aguas hecha por el ingeniero señor Keller para aprovechar las de la Sierra y Suministrar energía eléctrica a muchas poblaciones, origen de un vertedero de las sobrantes en forma de cascada de unos ochenta metros de alta, la cual al caer sobre las rocas se tamiza y divide en nuevos saltos de aguas cristalinas que aumentan el caudal del saltarín torrente que muere en el Ebro después de regar los huertos de Frías.

A la vuelta del alto peñón cortado perpendicularmente, que coronan como en el resto del paisaje agujas rocosas, se yerguen junto a la carretera dos santuarios, uno sobre otro.


Emplázase el primero sobre una roca y constituye una pequeña iglesia de una nave, dedicada a Nuestra Señora de la Hoz, con su atrio de arcos para refugio y amparo de caminantes. ¡Y en verdad que difícilmente se podrá encontrar paraje más imponente por su situación al norte, cuando las sombras se extienden por la angosta Hoz, que éste, lleno de oquedades, poblado por gran número de aves nocturnas y carnívoras, que con sus lúgubres cantos y graznidos han hecho retroceder de pavor a más de un viandante, como es fama en el país! ¡Qué seguridad, se siente, en cambio, mirando bajo los arcos protectores las bellezas del desfiladero y el hondo camino, aun cuando la tempestad descargue sus iras sobre aquellos montes!

Reproducimos, como en las demás,
la situación actual

El segundo, dedicado al Santísimo Cristo de los Remedios, es obra del siglo XVII, que ha sustituido a otro más antiguo y está abovedado. Ignórase en el país quien construyó estas ermitas; pero la circunstancia de verse en las jambas de la portada de la primera un escudito nos da algún indicio. Son sus blasones tres barras y las pesas, que en sepulcros blasonados de mercaderes de Burgos ostentan los Pesas. Las barras corresponden tal vez a la familia de los Valderrama, muy distinguida en el país, que las ostenta desde que Iñigo las ganó en Francia en tiempo de San Luis, conforme se consigna en la historia de esta Casa.

La portada se adorna en sus archivoltas con baquetones y una serie de estatuillas de santos. La cabecera con ventanas góticas geminadas se cubre con bóveda de crucería y el resto con bóveda de cañón. Parece obra del siglo XIV. Hay algunas estatuas antiguas.


Siguiendo el camino se encuentra un puente ojival cubierto por le yedra en su mayor parte. Dos grandes rocas cortan el paso y es tan angosto que, según se refiere, el año 1812, un sólo paisano de Tobera detuvo por más de una hora a una columna francesa arrojando piedras sobre el mismo. A la salida se encuentran restos de una fábrica de papel, que data, según los libros parroquiales, del siglo XII, y un batán de los muchos que tuvo Frías, cuando surtía de sayales hasta algunos lugares de Vizcaya.


Si el Jordán, con la voz de sus pequeñas cataratas glorifica al Criador en expresión del Salmo, ¿qué diremos de los numerosos saltos que aquí producen un ruido ensordecedor, lo que obliga a los habitantes de Tobera a hablar muy alto para entenderse?

Pronto, atravesando el estrecho pero aprovechadísimo valle del Molinar, cultivado en bancales que producen frutos primerizos, se divisa la ciudad de Frías, presentando un aspecto el más pintoresco y medieval que pueda pedirse.

La variada situación topográfica de Frías hace más sorprendente esté aspecto. Esta histórica ciudad, enclavada en terreno llano y de monte, regados sus términos por el río Ebro y los de Molinar y Soto, sabe de la hermosura y deliciosa fertilidad de los valles, y de la imponente y majestuosa brusquedad de los altos riscos. Bellezas todo esto que la madre naturaleza ha prodigado en este bello rincón de la provincia burgalesa y que constituyen un irresistible atractivo para los que gozan admirando esta majestuosa y sorprendente variedad que puso el Criador en cuantas obras salieran de sus divinas manos.

Ermita del Santo Cristo de los Remedios

La ciudad de Frías cuenta en sus anales históricos portentosas hazañas que le valieron el título que hoy tan gloriosamente ostenta de ciudad. Fue allá por la Edad Media, cuando sitiada la entonces reducida población, sus habitantes, llevados por un ardiente y justo deseo de defensa, irrumpieron, valerosamente, al mando del duque de Frías, contra el furioso enemigo al cual batieron en toda su línea, alcanzando gloriosa victoria.

Luciano Huidobro Serna. Cronista de la Provincia de Burgos."

Como les digo ha sido una atemporal forma de visitar estas dos ermitas y su puente:

  • Nuestra Señora de la Hoz, un templo de toba que se nos muestra despejado en su románico tardío con trazas góticas que en la edad media sirvió además de hospedería a los peregrinos del camino de Santiago. Si nos fijamos en los capiteles descubrimos la decoración románica de tema vegetal. Los canecillos también son románicos salvo algunas actuaciones actuales.
  • Y el altar de Caminantes del Santo Cristo de los Remedios en cuyo interior está la imagen del Santo Cristo auxiliador, visible desde la calle a través de un arco enrejado. El crucifijo tiene la muda de una gran culebra a sus pies. Este humilladero tiene su leyenda: "Por este camino romano pasaba un día un correo de la reina castellana, al que le salió una serpiente gigante al cruzar el puente de tobera. El caballo se encabritó y se desboco con el jinete a lomos. Pero el mensajero se encomendó al Santo Cristo de los Remedios y milagrosamente salió ileso del fatal accidente. Por ese motivo mandó construir junto al puente una pequeña ermita. El altar de hoy es el heredero de la fundó el correo de la leyenda."
  • El puentecito sirve actualmente -amén de para su uso natural de evitar mojarse en el río Molinar- para posar en las fotos con las ermitas indicadas. Puede que sustituya a algún puente romano.



Bibliografía:

Revista "La hormiga de oro"
Hemeroteca digital de España (BNE)


¿Más?



domingo, 6 de diciembre de 2015

De impuestos y otros deberes

Toda corona, imperio, estado, región, territorio o ciudad que se precie debe poder recaudar tributos. Estas contribuciones son fruto de la coerción (lo otro son donativos) y es la forma más importante, por no decir la que mejor, de engrasar una administración.


Para nosotros, sujetos al mismo esfuerzo, será una forma de acercarnos a aquellos hijos de frontera en aspectos económicos, políticos y sociales. Porque no era lo mismo la exacción en el campo, bajo el dominio regio o bajo dominio señorial, que en una ciudad.

En el reino de León, y en su escisión Castilla, logró subsistir la idea de res-publica y el fundamento del poderío real sobre los aspectos públicos. El feudalismo no resultó tan profundo como en otras zonas europeas.

Los sistemas tributarios que aplicaron tendrían unos periodos suficientemente diferenciados: El periodo previo a la segunda mitad del siglo XI, que está en una nebulosa; un segundo intervalo hasta la primera mitad del siglo XIII; y otro sistema a partir de Alfonso X (1221-1284).


Lo primero es comprender cómo eran aquellos impuestos. Imaginemos una sociedad rural, agraria, donde el comercio y la vida urbana son residuales, -por ello la imposición sobre el comercio es marginal- y el grueso de los tributos son sobre la producción y la fuerza de trabajo campesinos.

Con el avance de la reconquista y la reducción de la presión islámica del siglo XI, se produjo la recuperación de cierta autoridad pública regia que permitió revitalizar ciertos conceptos y funciones y mejorar los efectos fiscales. Es lo que ocurre con la regalía de moneda, con la de minas y salinas, con los derechos y multas derivados del ejercicio de la justicia regia, y con diversos derechos de tránsito.

Igualmente, la quiebra del régimen de parias desde finales del siglo XI y el peso de las actividades bélicas frente al Islam, obligó a los reyes a pedir a todo el reino alguna contribución que, aun siendo en principio extraordinaria, acabó por convertirse en ordinaria, en forera. Así ocurre con el petitum, del que hay noticia desde tiempos de Alfonso VII, y con la moneda ya a fines del XII.
Alfonso VII de León y Castilla

En el siglo XIII, durante el proceso de constitución del nuevo sistema fiscal, estas figuras impositivas desaparecerán o mutarán. Cuando se pone por escrito el Fuero Viejo de Castilla -mediados del siglo XIV-, leemos que los cuatro atributos no enajenables del poder regio son moneda, justicia, fonsadera "e suos yantares". Que podríamos traducir como: política monetaria, poder judicial, defensa y recluta y servicio a la corona. Sin embargo, cuando se publica este texto sólo tenía valor para la corona la acuñación de moneda.

Pero en la edad media la moneda no abundaba y, inevitablemente, eran varios los elementos con que se recaudaba: trabajo, especie y dinero. El tiempo, como sabemos, eliminará las dos primeras. Esto ocurre tanto por el incremento de la masa monetaria como por su más efectiva recaudación. Claro que, debido a la depreciación de la moneda (inflación), surge una merma para el estado, la administración, la Corona, que debe buscar ingresos por otras vías, y, por ende, un aligeramiento de la carga tributaria del campesino contribuyente.

Además, la obsolescencia de algunos derechos, cuyo importe disminuye por ese motivo, facilita a menudo la concesión de exenciones fiscales (siglos XII y XIII) o la transferencia a la autoridad concejil.




¿Y los nobles y Clérigos? ¿Qué opinaban los señores feudales tradicionales? Pues, para ellos, la serna -el pago en trabajo- era un sistema útil frente al interés del rey que tenía sus posesiones, el realengo, dispersas. Además, por la vía monetaria se esquivaban los "malos fueros", se fomentaba la población del realengo y con ello aumentaba el número de contribuyentes que, potencialmente, podían ser objeto de otras exacciones, porque la fiscalidad regia no era inmóvil sino que tenía gran capacidad de renovación.

Otro tema fundamental era la distribución de las obligaciones tributarias, tanto por localización como por beneficiario. Y eso lo vemos en el fabuloso Becerro de Behetrías que "picotearemos" a continuación.

TIPOLOGÍA DE LOS INGRESOS

I. Renta solariega:

En la alta edad media hay confusión entre lo que es de la Corona y la propiedad del rey. Aunque, para bien de la reconquista, lo que no tenía señor era de la Corona. Así será fácil la expansión de campesinos libres que avanzarán por Castilla Vieja trabajando nuevas tierras pero que, en compensación, debían una renta al rey. Renta que recibía diversos nombres -infurción, fumazga, martiniega o marzazga- que llevan a posibles actuales despiste- y que no les preocupaba en aquel momento. Eso sí, se indicaban claramente su cuantía.

La infurción u offertione, pudo haber sido inicialmente una ofrenda o regalo del cultivador al dueño de la tierra, más que un tributo o renta. Y destacamos lo del dueño de la tierra porque en el "Becerro de Behetrías", en los caso escogidos, vemos que se llegaba a pagar al "señor" sin que tuviera que ser el rey.

Valdenoceda

Llegando a Las Merindades, en el caso de Trespaderne el abad de Oña recibirá cien fanegas de pan, mitad trigo y mitad cebada, y el otro señor -el prior de Nájera- diez almudes de pan en la misma proporción.

Si nos vamos a Valdenoceda vemos que en este concepto los vecinos pagarán:

  • Por un par de bueyes, o más, darán un almud de pan medio de trigo y medio de cebada.
  • Por un buey medio almud de lo mismo.
  • Por no tener bueyes darán un cuarto de almud. (No se libraba nadie)


La infurción solía gravar los bienes del pechero en un porcentaje desde el 3`75 al 7`50. En la primera mitad del XIII era frecuente el pago de un maravedí de oro por yunta de bueyes o de un cahiz de tierra por yugada de tierra, considerando ambos –yunta y yugada- como unidades de cuenta básicas correspondiente a la tierra labrada por una familia campesina.

En cualquier caso, todos los pechos, censos o foros pagados por el uso de la tierra a su señor evolucionarán y recuperarán el carácter “público” en el nuevo sistema fiscal del XIII, aunque en posición marginal.


Por otra parte, desde el siglo XII, las formas de contribución en trabajo y en especie eran cada vez más escasas. Referidas, básicamente, a tareas de cultivo y recogida del cereal y la vid. ¿La causa? La dispersión del realengo y la dificultad de consumir la renta en especie impulsan a convertirla en renta-dinero. Pero no olvidemos el dato de que las fechas afectaban al tipo de pago. Si la renta se pagaba entre Navidad y Pentecostés, lo habitual es hacer la entrega en dinero porque las reservas del campesino eran pequeñas. Si los pagos eran por Santa María de agosto (día 15) los tendríamos en cereal, en vino por San Miguel (29 de septiembre) o en la primera mitad de octubre, y por San Martín (11 de noviembre).


Quizá sea por lo arriba señalado que en el "Becerro de Behetrías" muchos de los lugares pertenecientes a la merindad mayor de Castilla Vieja figuran, en el campo de derechos del rey, como que "pagan al rey monedas o servicios cuando los dé la tierra". Es el caso de Trespaderne, Quincoces, Salazar, Valdenoceda -más dos tercios del diezmo-, Medina de Pomar (excepto los clérigos) y Villarcayo -aunque el monarca solo tenía un solar aquí que por haber sido de Frías tributaba en Frías, el resto: del monasterio de Oña-.

Respecto a otra de las denominaciones de este tipo de tributos, tenemos algunas referencias a la martiniega: Valdenoceda indica la obligación con 60 maravedís; y Salazar pagará 47 maravedíes como martiniega que gestiona Pedro Fernández de Velasco, que aparece como prestamero. Prestamista diríamos hoy. ¿Podría ser que los tributos del lugar estuviesen, de hecho, hipotecados?

Debo hacer una referencia a la ciudad de Frías donde, recordemos, existió esa tensión entre ser de realengo o señorial, y que al rey le otorga el derecho a la prestamería, al portazgo, a los omezillos, las caloñas y de cada solar 16 dineros. Resalta que los que moran en la muela de la ciudad, intramuros, no pagan nada. De la puerta de la cadena hacia afuera pagarán monedas, servicios, yantar y fonsadera.

Frías

Por último bajarnos al valle de Mena para contar que Villasana no pagaba ni monedas -estaba acogida al fuero de Vitoria y, además, se titulaban hidalgos-, ni fonsadera, ni martiniega, ni yantar.

II. Las rentas jurisdiccionales:

Estas surgen de los derechos personales del señor/propietario de tierra como patrono del campesino. Afectará a la libertad de movimientos y la capacidad de disposición testamentaria del villano. También pueden derivarse de la capacidad jurisdiccional para organizar la justicia, la defensa y convivencia que tiene el señor.

En el caso de Quincoces, que era lugar de Behetrías, nos encontramos que cada señor -de los cinco existentes- recibía media fanega de cebada, un carnero y cecina.

Salazar, también de Behetrías, tiene como señores a: una Orden (¿la de San Juan? Probable), Lope García, Pedro Fernández, Pedro Gómez de Porres y Elvira de Villasana. No debemos perdernos porque estos nombres nos llevan a la lucha entre Velascos y Salazares. Centrémonos: todos estos obtendrían del que labra con un par de bueyes un almud de pan; Lope García recauda de dos solares otro almud de pan y una gallina (¡una sola gallina!); Pedro Fernández recibe, además, nueve almudes de pan medio de trigo y medio de cebada por un solar; La Orden recibe tres almudes de pan -medio de trigo y medio de cebada- y 2 maravedís y 8 dineros.

Salazar

Los de Villarcayo repartirán entre sus varios señores 51 almudes de pan, mitad trigo y mitad cebada.

Lo cierto es que de todas estas rentas o, por mejor decir, derechos, sólo sobreviven desde mediados del siglo XIII aquéllos que han sido englobados dentro del nuevo sistema, especialmente el yantar y la fonsadera, considerados como pechos y derechos foreros o ciertos, claramente distintos de las prestaciones propias del nuevo régimen fiscal.

Desglosaríamos estos derechos del señor en:

1. Los “Malos fueros”. Mañería, nuncio y ossas: El nuncio era cobrar al campesino libre por la transmisión de sus bienes fuera del ámbito del dominio del señor. La mañería se pagaba para poder transmitir por vía hereditaria su derecho de disfrute del predio que, de otro modo, volvía al señor. En las tierras norteñas, donde son más frecuentes, tienen la consideración de malos fueros. Sí, es una especie de impuesto de sucesiones y donaciones. En cambio, las ossas o huesas eran “la prestación económica que las mujeres de condición servil tenían que entregar a su señor cuando querían casarse. A veces es también la pena pecuniaria que se impone por haberse casado sin permiso del señor”. Quizá de esta situación deriva el espurio derecho de pernada.

Podríamos interpretar como un mal uso lo que el "becerro" cuenta en Salazar donde Pedro Fernández recibirá 20 maravedís de cada hombre muerto y 6 de zapatos.

2. Prestaciones personales y su redención en dinero: Afectaban a todos los vecinos del realengo y se refiere a trabajos que fueron redimidos más adelante por derechos pagados en metálico. Se trata de la facendera (la reparación de puentes y caminos de la comarca) que será pasada a los concejos por el rey; la mandadería (servicios de correo o mensajería); la anubda (servicio de vigilancia del territorio );y el fonsado (obligación de acudir a la guerra defensiva hasta el límite (fossatum) del dominio regio) que con el tiempo se transformó en una aportación dineraria. De esto último Frías estaba exenta.

3. Monopolios: Los dos más típicos son los de uso de horno y molino por los que se pagaba, respectivamente, el furnaticum u hornaje y la maquila, casi siempre en especie. Pero las exenciones eran muchas.

4. Deber de alojamiento y mantenimiento: Este acabo por tener carácter general en el siglo XIII aunque, antes, no era así y, además, se practicaba con mayor frecuencia en León que en Castilla. La frecuencia del yantar es mucho mayor que la de otras prestaciones o denominaciones como conducho (debido a los que trabajan para el señor y dado a veces por éste; o al rey cuando acudía a alguna ciudad), posada, hospedaje u hospicium, etc.

En las poblaciones que hemos tomado como ejemplo de tributación en Las Merindades indicaremos que:

  • Los de Trespaderne, cada año, estaban obligados a darle de yantar al abad de Oña durante la visita que les pudiera girar.
  • Los de Medina de Pomar daban de yantar al rey cuando fuese a la ciudad y cuando estuviese en la frontera con los "moros" que lo harían en metálico con 600 maravedís.


Hasta tiempos de Alfonso X, el yantar se pagaba o bien en especie o bien en dinero y cuando el rey o sus enviados se personaban en el lugar. Alfonso X estableció tarifas en dinero de pago general. Así, el yantar, lo mismo que sucedía con la fonsadera, se vino a convertir en un derecho público integrado en el nuevo sistema de fiscalidad regia, aunque sus cantidades perdieran valor muy rápidamente, al no modificarse su importe.
El derecho de Pernada

5. Multas y penas de justicia. Derechos de cancillería. Los ingresos por penas impuestas a consecuencia del ejercicio de la justicia son, básicamente, las multas o caloñas y las compensaciones por delitos de sangre u homicidios. Ambos tienen carácter eventual, como es lógico, y suelen ser elevados, así como estar fijada su cuantía en los fueros y demás textos legales: la composición por homicidio era, por ejemplo, de 500 sueldos si la víctima era un noble, o de 300 si se trataba de un hombre libre no noble.

Pero las multas se repartían entre el rey o la instancia judicial que lo representaba; el denunciante que se ha querellado; y el concejo correspondiente, de modo que las caloñas vienen a ser una fuente de ingresos desde que, en el siglo XII, aparecen estas divisiones. Estos derechos dejaron de ser relevantes como fuente de ingresos pero conservaron su valor como parte de pago de los servicios públicos de justicia.


Algo semejante ocurre con los derechos de cancillería sobre la expedición de documentos, que hemos de suponer vigentes al menos desde mediados del siglo XII. Pronto aquel caritellum o caritel, llamado más adelante tabla de cancillería y cobrado por arancel, pasó a servir para el pago del personal de la cancillería y muy pocas veces se aplicaron cantidades importantes de este origen a otras necesidades de la corona.

III. Regalías:

1. Moneda. Minas. Salinas. En todas el rey tenía la capacidad para explotarlas o ceder su uso. Las salinas, con anterioridad a Alfonso VII (1105-1157), eran de uso y explotación particular pero este rey reivindicó la regalía. Desde mediados del siglo XII, las salinas se arrendaban y los arrendatarios, a trueque de pagar el alquiler convenido y de mantener un nivel de producción fijado, podían vender la sal a un precio de tasa y en régimen de monopolio, dentro del área correspondiente a la salina de que se tratara. En Castilla había muchas salinas terrestres como Añana o Rosío.

Por cierto, en la época del "Becerro", las salinas de Rosío eran propiedad del monasterio de Las Huelgas que pagaba al rey 2 maravedís por cada fanega de sal.

Salinas de Rosío

2. Montazgos: El rey era propietario eminente de todos los terrenos baldíos, aguas corrientes, pesca y caza, zonas de bosque y pasto no acotadas, y tenía capacidad para regular su uso. Montazgo, herbazgo y otras denominaciones comparables aparecen en los documentos para designarlos, y gravan tanto a los campesinos que los pagan en sus términos de residencia, como a los ganados trashumantes.

3. Tráficos mercantiles: Los derechos sobre el tránsito son los más antiguos ya que desde el siglo X hay noticia del teloneum o portaticum (portazgo) cobrado a la entrada de la ciudad sobre las mercancías. Pontazgos, barcajes y rodas, citados de forma dispersa, serían, por su parte, contribuciones para asegurar el funcionamiento rentable de puentes y barcas, los dos primeros, y la guarda y seguridad de algunos caminos, el tercero. Ya bien entrado el siglo XII, observamos que casi siempre pertenecen a las fiscalidades municipales o señoriales, y no a la regia, que las ha cedido o enajenado.

En nuestros ejemplos señalaremos que, a fecha del "Becerro de Behetrías" el portazgo era de dependencia regia y contaba alrededor de 15 dineros.

Medina de Pomar

No hablaremos de la Sisa o de las Alcabalas que tardaron en generalizarse en el reino de Castilla, asentándose entre 1270 y 1340.

IV. Contribuciones directas generales

1. Parias y botines. Permitían pagar a la aristocracia guerrera y sustituir la rapiña por la compra de bienes y servicios en Al-Ándalus; para sustentar el comercio y la construcción; para ofrecer limosna o censo a Cluny y otras instituciones eclesiásticas; y para monetizar parcialmente la actividad económica.

2. Pedido. Nace el petitum -futuro pedido forero- como contribución directa y extraordinaria a partir del año 1091. Obligaba a todos los pecheros, a los clérigos y también, posiblemente, a los nobles, salvo que hubiera privilegio expreso de exención. Desde luego, lo pagaban los campesinos solariegos sujetos a dominio de nobles o eclesiásticos. El número de exenciones creciente y su fijación como una cantidad de dinero, global para un lugar a repartir entre sus habitantes o fija por hogar, hizo que perdiera importancia fiscal en el segundo tercio del siglo XIII.


3. Moneda forera. Un intento por mantener el valor de la moneda estable a cambio de servicios a la corona. La moneda forera obligaba a todos los pecheros que no hubieran ido a la guerra. El tipo era, en principio, como el del pedido, un maravedí por hogar. En el último tercio del siglo XIII, cuando el maravedí ya no era una moneda de oro sino que funcionaba sólo como moneda de cuenta, se observa que los leoneses tributan menos que los castellanos: seis y ocho maravedíes respectivamente.


En fin, vemos que la gestión de los recursos regios es de carácter rudimentario. No hay cuentas ni estimaciones o previsiones sobre ingresos, ni cálculos sobre el monto de derechos o de tesoros disponibles. En el territorio actúan Merinos y Sayones del rey como administradores y recaudadores, pero no hay la menor noticia al posterior régimen de arrendamiento de rentas reales. La falta de una corte estable favorecería el consumo directo de parte de la renta en las zonas donde se producía.

Las relaciones y el reparto de poder entre la Corona y en resto de agentes político-sociales se puede aclarar teniendo en cuenta los aspectos tributarios.



Bibliografía:

Libro de las Behetrías de Castilla (Ed. 1885)
"EL SISTEMA IMPOSITIVO EN CASTILLA Y LEON SIGLOS X-XIII" por Miguel Ángel Ladero Quesada (Catedrático de Historia Medieval Universidad Complutense de Madrid)
Fuero viejo de Castilla.