Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


viernes, 15 de julio de 2016

Blasones, lobos y loberas. (La lobera del Toyo)


La Heráldica –el escudo de armas-, primeramente un diferenciador, evolucionó para mostrar elementos de la identidad, el carácter y la historia del que lo portaba. Por ello, cada uno de los componentes que forma el escudo de armas tiene un significado. Símbolos compuestos a partir de muchos elementos: figuras geométricas, antropomorfas, vegetales o edificios, entre otras. Nosotros nos fijaremos hoy en las Figuras zoomórficas.

Lobo acechante y uñado de sable

Estas representaciones surgían porque la cultura medieval no disponía de las capacidades necesarias para reproducir en el escudo la figura de su poseedor y la mentalidad tampoco de la época lo hubiera aceptado. Aunque se admitía la figura humana entre los ornamentos exteriores del escudo, como tenante o como cimera, blasonarse con una figura humana, dentro del escudo, era propio de la heráldica religiosa o de la de artesanos y comerciantes. Claro que, en esta iconografía –principalmente española-, el cuerpo humano aparece sustituido por partes del mismo: un brazo, mano o el corazón.

En cuanto a los animales, en la edad media había por doquier. A elegir. Pero estas gentes recurrieron a los Bestiarios (narraciones moralizantes en las que los distintos animales tenían las mismas virtudes y pasiones que los hombres, viviendo en una sociedad regida por el león). El hombre medieval veía a los animales tanto como seres, beneficiosos o perjudiciales, como símbolos del bien y del mal en una interpretación antropomórfica del mismo. Lo que sirvió para lucir en sus blasones.

Escudo de la Villa de Bilbao

El bestiario europeo (lobos, osos, zorros, jabalíes, perros, serpientes, águilas, halcones, cuervos, abejas...) se vio enriquecido por nuevos animales, unos reales (leones, panteras, elefantes...) y otros fabulosos (grifos, unicornios, dragones...), todos ellos convertidos en símbolos de diferentes virtudes y pasiones, por lo que su representación gráfica se encontraba estereotipada y a veces tenía muy poco parecido con su figura natural.

Gracias a lo arriba explicado la fauna heráldica, inicialmente limitada a unos pocos animales tomados generalmente de las enseñas militares preheráldicas, se fue incrementando paulatinamente a lo largo de toda la Edad Media, especialmente por la aparición de las armas parlantes (Aquellas composiciones, escudos de armas y blasones, que incorporan una figura o pieza cuya denominación alude al apellido del linaje o al topónimo de lo que se representa), mucho más abundantes en animales que en otras figuras heráldicas, y por la extensión de la heráldica entre las clases nobiliarias.

Tendencia que sería más intensa según las diferentes épocas hasta estabilizarse a finales del siglo XVII en el 25% de los escudos heráldicos, si bien presentaba importantes variaciones según las zonas geográficas.

Escudo de Vizcaya

Dispondríamos, en la heráldica española, de cuatro amplias tipologías:
A) Animales Terrestres: son aquellos que pueblan las tierras. Son los que más encontramos.
B) Animales Voladores: son aquellos que pueblan los cielos.
C) Animales Acuáticos: son aquellos que pueblan las aguas.
D) Animales Quiméricos: son aquellos que solo existen en la imaginación.

Como estamos hablando de lobos –o lo estaremos en breve- nos centramos en los animales terrestres que podríamos encuadrarlos en seis grupos: el León, rey de los animales terrestres, y los Felinos; los Animales Salvajes como el Lobo y los demás animales autóctonos; los Animales Silvestres como la Ardilla o el Castor; los Insectos; los Animales Exóticos; y los Animales Domésticos.

Centrado el terreno de juego nos fijamos en el lobo. En la heráldica hispana era un animal violento y atrevido, elegido de Apolo y luego de Marte (dios de la guerra romano). En sentido activo el lobo representa al guerrero esforzado, cruel con sus enemigos, a los que nunca da cuartel, y siempre listo para la acción, lo que se manifiesta por su posición acechante. Mientras en su aspecto pasivo de lobo desollado o con solo su cabeza, resulta ser un trofeo de caza y simboliza el triunfo sobre malhechores o traidores al reino que han sido vencidos.

Lobo de azur acechante y cebado

El diseño del lobo en nuestra heráldica está más presente que en el resto de Europa. La tenemos como figura principal, cuando no única en el campo del escudo, y por su fiereza natural suele ser dibujado con gesto agresivo y las fauces abiertas, mostrando la lengua, la pata delantera derecha alzada, las orejas enhiestas, y el rabo largo, ancho y extendido en toda su longitud, cuya punta cae hacia el suelo. ¿Bonito, no? Para darnos un baño de cultura heráldica les diré que esta posición se denomina en heráldica francesa como “pasant”, lo que ha hecho que muchos heraldistas españoles la hayan traducido literalmente por “pasante”, equívoco término pues en España los únicos pasantes son los becarios de los despachos de abogados. Atención, aquí lo correcto sería llamarlo “acechante”, por recordar la posición de acecho a su presa que adopta un perro de caza bien adiestrado al oler la presencia de una posible pieza. Esta posición se da en el 90% de los escudos con lobos localizados en España.

Situación de la lobera del Toyo

Generalmente el lobo se dibuja de cuerpo entero y macho, pues solo en raras ocasiones aparece dibujada la hembra y sus lobeznos, o bien solo la cabeza de éste, cortada y sangrante en gules, lo que en heráldica se denomina mufle. Su esmalte es normalmente el sable, con el que se pinta todo su cuerpo con la única excepción de la lengua que ha de ser siempre de gules. En ocasiones se emplea también el gules para colorear sus garras, sus dientes, su lengua o su sexo, diciéndose entonces “uñado”, “fierezado”, “lampasado” o “vilenado”. También puede presentar su piel manchada de gules, en representación de las desolladuras que recibe como animal vencido, lo que se dice “escorchado”.

Si bien puede aparecer en el escudo un lobo solo lo más común es que venga dibujado por parejas (50%), en general ambos se dibujan corriendo y puestos el uno sobre el otro, lo que también se denomina “escachantes”; diciéndose “contrapasantes” cuando caminan en dirección contraria el uno del otro.

Curiosamente –y más si, como es el caso, si hablamos de loberas- la representación del lobo en forma de cabeza cortada (mufle), como trofeo de caza, es rara en la heráldica hispana.

Detalle de la lobera del Toyo

Una variante del lobo acechante es aquel lobo que lleva un cordero en las fauces, lo que se dice “cebado”. Mientras que otra es el lobo acosando una presa. Excepcionalmente se lo puede pintar arrojando fuego por las fauces o “flameante”, o bien con el cuello alzado hacia el cielo y el hocico estirado, lo que en heráldica se denomina “aullante”.

Raro será que lo veamos corriendo y no caminando. Y podemos encontrarnos al lobo parado y atado al tronco del árbol por una cadena, lo que se dice “arrestado”. También hallamos al lobo aprisionado por un cepo o “atrapado”. Excepcionalmente el lobo puede aparecer alzado sobre las dos patas traseras, rampante, pero para los lobos se dice “arrebatado”.

Al lobo lo vemos a menudo junto a un árbol con lo que se resalta la simbología de este animal, combinándola con lo representado por el árbol: Con ello se recuerda, del linaje que así se blasona, su notoriedad e importancia surgidos de propio esfuerzo, habiendo ganado sus tierras a los moros con la fuerza de su espada y posteriormente defendido su solar y patrimonio frente a sus enemigos que los acosaban como lobos furiosos. Normalmente se trata de un solo lobo que se dibuja resaltado o atravesado por delante del tronco del árbol, mientras que si fuera una pareja lo normal es que ambos vayan acechantes en la misma dirección, el uno resaltado al tronco y el otro dibujado por detrás del tronco. Además, si está pasante a un árbol, recuerda su condición de Gobernador de una plaza que sacó de sitio. ¿Recuerdan el escudo de Vizcaya? El histórico no el inventado por Sabino Arana.


La presencia de este recurso heráldico es muy abundante pero no está uniformemente distribuido encontrándonos zonas muy ricas en lobos, como Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra, y comunidades escasas en Lobos como Cataluña, Baleares y Valencia.

Si se encuentran ante un escudo y tienen dudas sobre el animal representado recuerden que el lobo se diferencia del zorro porque lleva la cola alzada y del perro, porque el lobo es mucho más fiero y la figura del perro se suele representar con la forma característica de los galgos. Y si está policromado sepan que, generalmente, la figura es del esmalte sable o azur.

Esos colores significan algo más que un hermoso contraste. El azur (color azul) simboliza a Venus -el aire- y las cualidades de justicia, obediencia, lealtad, piedad y prudencia, con la obligación al servicio y protección de la Agricultura ante su Soberano y Patria. Y el color negro –sable- era el símbolo del pudor, la discreción y la prudencia.


Pero toda la magia de este animal, todo el magnetismo que con el que se empapaban los escudos y la heráldica medieval no servían de nada frente al daño económico que producía en las tierras ganaderas del norte. Había que eliminar a la bestia cuando aparecía en Las Merindades. Para ello, entre otros métodos, se empleaban las loberas.

Hoy nos fijaremos en la lobera del Toyo. Esta hermosa pieza arqueológica se encuentra en una ladera del monte comunal del mismo nombre (Toyo) cuya propiedad es compartido por Río de Losa, San Llorente y Villaluenga.

Los que accedan a ella se la encontrarán en muy mal estado de conservación fruto de la descuidada tala de los pinos dentro y fuera de la construcción.

Croquis de la lobera del Toyo

Las paredes son de piedras pequeñas y ripio –material de relleno diverso- y presentan un espesor medio de 70 cm, una altura de 2`30 m y una longitud de 695 metros para el lado norte y de 318 metros para la pared sur. Puede que a alguno de ustedes le suenen estas otras medidas de 705`90 metros y 405`20 metros que recogió el alavés Félix Murga en su trabajo sobre loberas de Álava y Burgos. Da igual. En ambas paredes nos encontramos con portilleras: dos en la pared norte (2`7 metros y 3 metros de anchura) y una en la pared sur (2`7 metros de ancho).

El foso tiene una forma regular de 4`48 metros por 3`53 metros aproximadamente con una profundidad de 1`50 metros. Destacamos que en el borde de salto hay tres palos de unos 40 cm que podrían tener como finalidad soportar el parapeto de bardado que impedía que el lobo viese la trampa. En el cono que forman las paredes de la lobera están los restos de dos cabañuelas.


La lobera se construyó entre los siglos XVII a XVIII y en las batidas participaban vecinos de pueblos del valle de Losa, de Hozalla, Mambliga, Fresno de Losa, San Llorente, Villaluenga, Río de Losa y de los alaveses Basabe, Bóveda, Pinedo, Mioma y Quintanilla.


Bibliografía:

“Loberas en la comarca de Las Merindades (Burgos)” de Judith Trueba Longo.
“ANÁLISIS DE LAS CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA HERÁLDICA GENTILICIA ESPAÑOLA Y DE LAS SINGULARIDADES HERÁLDICAS EXISTENTES ENTRE LOS DIVERSOS TERRITORIOS HISTÓRICOS HISPANOS”. Tesis doctoral de Luís Valero de Bernabé y Martín de Eugenio.
Revista Kobie.
Blog “Dibujo heráldico”.
Mapas SIGPAC



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.