Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 26 de septiembre de 2016

Quintana de los Prados: como si fueran de Espinosa de los Monteros.


Hoy recorreremos la historia de uno de nuestros humildes pueblos. Muchas veces vistos como casas al borde de una más o menos importante carretera. Debemos saltar a mediados del siglo XIV que es cuando Quintana de los Prados consta en un texto referido a la jurisdicción de Espinosa.

Señalaremos que la pertenencia a la jurisdicción Espinosa no implicaba igualdad para sus integrantes e, impositivamente, cada solar tenía sus peculiaridades. Incluso había exentos totales en el siglo XIV. Uno de ellos nuestra Quintana de los Prados.

Fuente de Quintana de los Prados

Las tierras públicas de la corona o del reino visigodo, y las de las ciudades e iglesias pasan en principio a poder de la Comunidad musulmana. Lo mismo que las de los vencidos por las armas o las de los fugitivos. El botín en todos los casos, y a veces también las tierras, se reúne en una masa común y luego ésta se divide en cinco partes. Una de ellas, el quinto (jums) es la parte de Dios y del Profeta y queda para la Comunidad; las otras cuatro se reparten entre los que han intervenido en la conquista.

Avanzando en el derecho islámico nos fijamos –por no perdernos entre el ramaje- en la muzara que es la sociedad agrícola en la que dos personas se asocian para cultivar una tierra perteneciente a ambas o a una sola, siendo el aporte de la otra mano de obra, o semilla, o ambas cosas a la vez. Lo que se conoce como un arrendamiento de labrantío. Una de las variantes de la muzara es la quintería, contrato agrícola en el que una parte pone sólo su trabajo (la otra el resto) y recibe el quinto de la producción de la tierra.

Casa de Quintana de los Prados

Nos empujaría a esta idea del origen del término “Quinta” el que la mayor parte de ellas se corresponden con terrenos llanos y cultivables. Claro que, en la época romana también estos eran los terrenos llanos y el término tiene un fuerte aroma latino (del de verdad no "hispanoamericano").

Evidentemente hay otras teorías sobre el término: Para Oliver Asín (1974) las quintanas podrían tener su origen en el término quintería -casa de campo o cortijo para labor- en donde los colonos o aparceros pagan por renta una parte de los frutos. Vega de la Torre (1985) deriva Quintana de Quintus, aunque dice que, naturalmente, no todas las “quintanas” habrían de explicarse de este modo. Ortega Valcárcel considera que podría tener su origen en el quinto de libre disposición de los bienes inmuebles. Para Martínez Díez (1992) quintana, en el alto Medievo, significaba un corral por el que se entraba a una casa de labor agrícola.

Y tras esta pequeña digresión sobre el nombre de la población vamos a contar cosas sobre Quintana de los Prados.

Desandemos hasta el “Becerro de Behetrías” donde nos dice que es un lugar de realengo y que los de la población no pagan derechos al rey al disponer de los mismos privilegios que los de Espinosa de los Monteros.

Becerro de Behetrías

El “Catastro de Ensenada”, valioso documento que nos ofrece una imagen de Castilla en aquel 1752 nos insiste que pertenece a esta jurisdicción de Espinosa de los Monteros y en que se pagaban Alcabalas, Cientos y Sisas (lo bueno no dura siempre) en la ciudad de Burgos. Eso sí, por ser sus vecinos hidalgos no pagaban ni servicio ordinario ni extraordinario.

Nos indican que las tierras son de secano produciendo yerba, cebada, lino, legumbres, maíz y trigo. No tienen ni viñas, hortalizas o regadíos pero si perales, nogales, manzanos, ciruelos, guindas, cerezos, robles y olmos.

El precio que tenían estos productos en el mercado se reflejaban también en el catastro y así: una fanega de trigo, 16 reales; centeno y maíz, 12 reales; cebada, 9 reales; legumbres, 14 reales; la arroba de fruta, 3 reales; un cordero 3`5 reales; un chivito, 3 reales; un cerdito, 6 reales; un ternero, 12 reales; una mula 35 reales; una potra 16 reales y un potro 9 reales.

La relación continúa con otros precios como la gallina a 2`5 reales o un pollito por un real. No nos olvidemos de la yerba de los prados de Quintana y dejemos constancia de que su precio era de 32 reales cada carro.

Relación de labradores del Catastro de Ensenada

Los naturales tributaban los diezmos –bien décimas partes o medias décimas partes-, primicias y los beneficios eclesiásticos. Por ejemplo, Baltasar Zorrilla que era cura beneficiado en Espinosa percibía de este pueblo 273 reales y 21 maravedíes.

Tenía tres molinos harineros de una sola rueda. Uno propiedad del pueblo que muele cuatro meses al año y que se sitúa en la zona que llaman Reanchos. Estaba gestionado por Gregorio de la Arena y pagaba por ello al concejo dos fanegas de trigo. Un segundo molino era propiedad de Agustín de Vivanco (50%) y de Gabriel García Diego y Julián de la Arena. Estaba en el sitio de la Calera y molía cuatro meses en invierno. El tercer molino era de los herederos de Julián de las Vegas. Estaba sobre el Trueba con lo cual muele todo el año y da 10 fanegas de trigo al concejo.

Existieron 143 colmenas en el pueblo: 110 de Agustín de Vivanco; 11 de Francisco Villasante; 15 de Manuel de Bustillo; 6 de Gabriel García Diego; y una de los herederos de Juan de la Vega. Rentaban unos 4 reales de vellón. Como ven: mucha miel.

Pero no solo había abejas, tenían bueyes para la labranza, vacas, yeguas parideras, cerdos y cerdas, novillos y novillas (¡parezco políticamente correcto!), ovejas y cabras. Todos los de pasto lo hacían dentro del término municipal. Por no ser exhaustivo, una cerda de vientre rentaba unos 20 reales al año.


Pasemos ahora a hablar de las personas. El catastro nos dice que hay 22 vecinos y tres viudas. Había 27 casas con su horno, pajares y corrales y que no había ni alquerías ni casas de campo. Claro que solo había habitadas 23 porque tres estaban arruinadas y la última era la casa de concejo.

Concejo que disponía de unos ciertos ingresos procedentes del ya citado molino (857 rs.), de las sisas de las tabernas de Espinosa de los Monteros (800 rs.), de la renta de mesones de la villa (13`50 rs.), de una obra pía fundada en Espinosa (31 rs. y 26`5 mr.) y de alguna otra tasa, como la de la carnicería. Pensemos que de estas fuentes saldrían los gastos, como salario de Justicia y regidores, fiestas de Corpus u otras; empedrado, fuentes, sirvientes, etc. en una cuantía de 532 Rv. y 25 mr. al año. Señalan en el catastro que este dinero se empleaba en el pago del preceptor de gramática, escribano, justicia, cirujano, puentes… Sin olvidar los 50 reales que se embolsaba el cura por las procesiones y letanías.

Este minucioso documento también nos da cuenta de los censos –deudas- que había asumido el concejo como los 300 ducados al tres por ciento. Nos habla de la deuda contraída por pleitear contra Espinosa de los Monteros buscando que los vecinos de cada pueblo –entiendo que de la jurisdicción- estuviesen en igualdad de condiciones y con mismo voto.


En el pueblo no había hospitales, ni cambista, mercader de por mayor o quien beneficie su caudal por mano de corredor u otra persona, con lucro e interés ni tendero de paños, ropas de oro, plata y seda, lienzos, especería u otras mercadurías, médicos, cirujanos, boticarios, escribanos, arrieros y demás. Lo cual es lógico dada la cercanía de Espinosa de los Monteros y su preponderancia.

Claro que tenían a Roque Ruiz del Valle que era sastre, Manuel Gutiérrez que era herrero y Manuel de Isla que era pastor de ovejas. Como viudas –si es que se puede catalogar como “oficio”- constan María Revuelta, María Sainz y Pascuala Pesadas. Y Manuela López y Manuela Zorrilla son pobres de solemnidad. Supongo que estas serían la principal preocupación del único clérigo residente, Francisco Sainz Ezquerra.

La guerra de la independencia formó parte de la historia de Quintana de los Prados al ser una de las esquinas del campo de batalla de la batalla de Espinosa que figura en el Arco de triunfo de París.


El diccionario Miñano nos cuenta que para finales de la década de 1820 este pueblo tenía 26 vecinos que se traducían en 101 habitantes. Si recurrimos al mucho más conocido diccionario Madoz nos dice que dista de Burgos 16 leguas y que forma parte del ayuntamiento de Espinosa de los Monteros. Recalca que su clima es frío reinando los vientos del Norte, Sur y Oeste (Zona batida por los vientos, vamos). Las enfermedades dominantes son los reumas, catarros y pulmonías.

Decía que tenía unas treinta casas; varias fuentes inmediatas a la población entre las que hay una, la fuente del Arroyo- de aguas sulfúreas (a media legua de Espinosa); una escuela de primera enseñanza concurrida por 26 alumnos y dotada con 1.000 reales; una iglesia parroquial (Sta. María), y un cementerio bien ventilado a la parte Norte del pueblo; el culto de aquella está servido por un cura párroco y un sacristán.


El agua de minero medicinal de Quintana es cristalina, de olor y sabor a huevos podridos y, para aquellos que asistían a balnearios a tomar las aguas, menos cargada.

Según Gutiérrez Bueno que analizó estas aguas en Madrid en 1805, la de la fuente de Quintana contiene en diez y seis libras veintinueve pulgadas cúbicas de aire juro y cuatro de hidrógeno sulfurado, sin indicio alguno de sustancia térrea. Correspondían, dentro de aquellas clasificaciones, estas aguas por su temperatura a las frías y por su composición química a las sulfurosas.

Madoz nos recordaba que Quintana de los Prados comprendía el caserío llamado las Casas del Monte compuesto por dos edificios.


Los ríos que atraviesan el pueblo, según este diccionario, son el Trueba que corre por la parte meridional y cerca de la población y el Ujedo o la Orcaja que es poco caudaloso y nace en una sierra que hay a la espalda del lugar. Atraviesa el pueblo y desagua en el Trueba. Para atravesar el Ujedo había dos puentes de madera.

Pero como no hay dos sin tres, Madoz nos recordaba que había hay un arroyo, que descendiendo de la sierra atravesaba el pueblo sirviendo sus aguas -y las del Ujedo- para el riego y demás usos de los vecinos.

Seguimos: “También se encuentran dos montes denominados Edillo y Santotís, ambos poblados principalmente de robles altos y bajos, varios prados naturales que producen yerbas de buena calidad, y en las sierras nominadas Calvas, así como en las limítrofes de la merindad de Montija, se crían pastos, á los que tiene derecho el pueblo que se describe”.

Camposanto.

En aquellos años los caminos estaban en mal estado y, como hoy, llevaban a Espinosa, a la Merindad de Montija, al Valle de Mena y a los demás pueblos de la comarca. El correo, que tenía que circular por esos caminos, se recibía de Villarcayo a través de Espinosa. Claro que, en el año de 1883 y gracias a la ley del 20 de julio, se incluyó en el Plan General de Carreteras del Estado una de tercer orden que desde Bercedo llegaba a Espinosa de los Monteros pasando por Noceco, Montecillo y este nuestro pueblo sujeto a estudio. Exacto: la BU-526 de hoy.

El último dato que figura en el Madoz es la producción agrícola lo que nos permite comparar con lo anotado unos cien años antes: Trigo, maíz, patatas y algunas legumbres; ganado lanar, vacuno, cabrío, de cerda y algo de yeguar. Finalizando con la actividad cinegética centrada en liebres, perdices, corzos, jabalíes, lobos, zorros y osos. ¡¡¡Osos!!!


En ese año de 1849 el número de molinos que constan es de uno. Y ¿Cuántos vivían? Este documento nos dice que había 26 vecinos o 98 personas. Una cifra que no nos aclara mucho pero si la comparamos con el censo de población del siglo XVI quizá, solo quizá, nos diga algo: 40 vecinos. Y una pila bautismal. Evidentemente el dato procede del Obispado de Burgos y su relación de iglesias parroquiales.

Porque la Iglesia tenía todo bien estructurado y es una gran fuente de información. Principalmente religiosa, claro. Así sabemos que las almas de Quintana de los Prados estaban pastoreadas en 1863 por el nuevo presbítero Benito Salas y Gil y que, ese mismo año, Isidoro Fernández era el ecónomo (administrador de los bienes de la parroquia) del lugar. Además, Benito era una persona caritativa que entregó 20 reales para Manila (Filipinas) y que fue acompañado por cuarenta y tres vecinos del lugar en ese altruista acto. Por cierto, esto nos dice que en catorce años habríamos pasado de 26 vecinos a, al menos, 43. Claro que lo mismo es un error y se refiere a cuarenta y tres residentes.


A medio año de 1871 serán un residente menos (como mínimo) porque el 7 de Mayo el Presbítero D. Ildefonso de Llarena, Capellán Párroco castrense jubilado residente allí decidió pasar a mejor vida. En 1872 era cura de la parroquia de Santa María de Quintana de los Prados –parroquia de categoría de “entrada”-, con 209 almas a su cargo Francisco Gallo, de 29 años, que difícilmente ejercía su tarea al encontrarse en Porquera de Ebro (¿de Butrón?). Las tareas religiosas eran llevadas a cabo por el presbítero Andrés L. y Pereda, de 31. Y eso que tenía una dotación 3.400 pesetas.

Bendito sacerdocio del siglo XIX tan lleno de beneficios y poder. ¡Incluso se publicaba en la prensa los edictos del Obispado convocando a concurso la provisión de los curatos! "El Siglo Futuro" de 1877 nos indica los plazos y la categoría de las parroquias.


En 1894 el párroco era Bernardo López y descubrimos el nombre del maestro de escuela: Jerónimo Martínez. Suficiente para un pueblo de 62 habitantes. Tres años después la iglesia está dirigida por Demetrio García y la escuela tiene como profesor a Juan Manuel Saiz de Heredia. Indicar que otras fuentes mantienen al Bernardo López como sacerdote en el año 1808 al dar un donativo para el mantenimiento de “El Correo Español” de 5 pesetas. Por cierto, a partir de ese año tenemos constancia en el “Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración” de diversos negocios existentes en la localidad: Manuel J. Esquena y J. Manuel Muza son comerciantes (¿de qué?) y son ganaderos el citado Manuel J Esquena, Carlota Villasante, Francisco Villasante y Santiago Villasante. A partir del año siguiente, 1898, se añade un comerciante más a la lista de Quintana: Lorenzo J de la Maza. Y no tendremos cambio alguno hasta pasado el año 1903. Bueno, sí. En algunos documentos del Obispado nos consta como sacerdote de Quintana de los Prados José López (año 1899). Claro que puede ser un sustituto, una errata o cualquier cosa.


El año de 1904 debió ser una revolución porque Nicanor García cantará las misas del pueblo; la educación estará en manos de Carmen Zamora; Gabino Fernández Gutiérrez será el único comerciante que nos aparezca; y los ganaderos serán: nuestro conocido Manuel J. Esquena, Juan Ruiz Rosa, Carlota Villasante, Santiago Villasante y Luisa Zorrilla. Bueno, en 1905 notamos a faltar a nuestro antiguo conocido Esquena pero lo suplimos con la entrada del ganadero Urbano Maza.

Será en 1906 cuando nos entremos cual era el negocio de Gabino: vendía tabaco. Y vinos porque lo suyo era la taberna del pueblo. Una importante labor para un colectivo de 219 habitantes de hecho o, si lo prefieren, 227 de derecho. Claro que en 1908 eran 149 habitantes de hecho y 151 de derecho. ¿Causas de la variación? ¿Tal vez un error en el Anuario Riera? ¿Migración a través del tren de La robla? ¿…?


A partir de 1908, o quizá desde un año antes, el párroco es Restituto Fernández. Los ganaderos que figuran –inalterables hasta 1911- son Modesto Martínez, Urbano Maza, Carlota Villasante, Santiago Villasante y Luisa Zorrilla.

Si esa era la tendencia habría problemas para don Restituto que podría empezar a encontrarse con huecos en su templo de diseño racionalista. Ya saben: utilización de formas regulares, ordenadas, uso de grandes volúmenes y torres cúbicas, de planta de cruz latina, cubierta de falsa bóveda, muros de piedra sillería y torre cúbica a los pies. Eso sí, ningún problema en dar dinero al mantenimiento del diario tradicionalista “El Correo español” en la cantidad de 2´50 pesetas de 1910.

¡Que no se me olvide! Si encuentran en la iglesia, dentro de la capilla de Juan de la Vega, unas armas formadas por un escudo partido con una parte de fondo liso –Vega-, y, en el otro, una torre sobre un peñasco y debajo ondas y sobre la torre una flor de lis, atravesada de una espada –Peña- es de Juan de la Vega que fue Montero de Cámara de S. M., y estuvo casado con Luisa Azcona, natural del barrio de las Bárcenas, en Espinosa de los Monteros, y, él, natural de Quintana de los Prados.

Y ya metidos en el mundo de los Monteros de Espinosa que, como estarán comprobando, eran de más sitios que el estricto lugar de Espinosa de los Monteros vamos a contar algo de algunos recios apellidos del lugar:

  • Arenal: Según Rufino Pereda eran un linaje vizcaíno que recibió ese sobrenombre, luego convertido en apellido, por una victoria en un arenal del río Zadorra. El linaje se extendió por Navarra, Vizcaya y Castilla, viniendo ya a fines del siglo XVIII a establecerse en Espinosa de los Monteros. Bernardo Arenal y García, que casó con Sofía Diego y tuvieron por hijo a Bernardo Arenal y García-Diego, el cual emparentó con la familia Sainz de la Maza, de la misma localidad, constituyendo desde entonces dos ramas distintas. Ambas tuvieron sus respectivas casas solares situadas: una en Quintana de los Prados y la otra en Barcenas de Espinosa; y ésta existía aún en 1804, ostentando en la fachada el escudo de armas. El escudo heráldico estaba partido. El lado el diestro de oro con tres barras azules y el siniestro de plata con un árbol de sinople y una flor de lis azul. ¿Monteros? Entro otros, los siguientes: Manuel Arenal y García-Diego, en 1796; Cayetano Arenal y García-Diego, en 1803; Manuel del Arenal y Sainz de la Maza, en 1804; y Bernardino del Arenal y García-Diego, en 1814.

  • Diego: Fundaron su casa solar en Espinosa de los Monteros. De este tronco procede Diego García-Diego que casó con María Sainz de Villasante, y tuvieron por hijo a Gabriel García-Diego, el cual casó con Manuela Sainz de Ezquerra, y tuvieron por hijo a Juan José García-Diego, de quien proceden los Monteros de este linaje. Y su escudo es uno de los dos más llamativos de la población: Escudo cuartelado con superior izquierda e inferior derecha de campo azul y en cada uno tres barras de plata y los otros campos de gules y castillo de oro aclarado de azul. ¿Saben ya qué casa es? Entre los monteros de este linaje tenemos: Juan José García-Diego, de 1755 a 1761; Gabriel García-Diego, de 1774 a 1802; Ignacio García Diego, de 1780 a 1796; Antonio García Diego, de 1901 a 1811; y Clemente García-Diego, de 1805 a 1819.

  • Villalobos: este linaje consta desde el año 1631 cuando Francisco de Bustamante y Villalobos, clérigo, da inicio a los Monteros de Cámara con este apellido. Sus armas son escudo en campo de plata y en él dos lobos andantes negros.



No solo hubo monteros sino que, incluso, un descendiente de este barrio vistió los hábitos de la orden de San Juan. Fue Francisco de Frías (1709) que era hijo de Teresa de la Vega, nacida aquí.

Creo que vamos conociendo algunas pinceladas del lugar. Hemos tocado a los monteros, la religiosidad y esbozábamos la educación.

Y de educación vamos a hablar ahora. Entre los papeles ha aparecido la obra pía para escuelas dotada por Pedro Agustín de Vivanco. En su testamento otorgado en Filipinas el 11 de Diciembre de 1779, ante el Escribano Manuel de la Rosa y Romero, se contiene la siguiente clausula: “ítem manda un mil pesos para que empleados a censo o bienes raíces, se dé su producto a un Maestro de escuela que enseñe de gracia los primeros rudimentos de doctrina cristiana, leer, escribir y contar a los niños de dicho barrio de Quintana”. Dicho.


Claro que si comparamos esa situación con lo que ocurría a principios del siglo XX…donde aquel refrán de “Pasar más hambre que un maestro de escuela” era la norma… Pues eso. El diario “El Sol” en 1930 lo situaba entre los que tenían vacante la escuela, es decir, sin maestro. En el periódico “El Imparcial” se reseñaba –en el lejano 1924- que se había nombrado maestra sustituta de Quintana de los Prados a María del Rosario Rosalía Martín. Que, si nos hemos fijado, no aguanto seis años. Y eso dando por sentado que llegó a ejercer en el pueblo.

Pensemos que lo del movimiento de los profesores de un centro a otro no es algo de hoy causado por las listas, los interinos y las sustituciones sino que viene de lejos en el caos educativo español. Así, les invito a conocer a Purificación Blanco Castejón, nacida el dos de febrero de 1871 en Madrid, y que tomó en propiedad la plaza de maestra de Quintana de los Prados tras dar unos cuantos tumbos por la piel de toro. Eso sí, la antigüedad era de fecha del 13 de julio de 1912. La obtuvo por oposición y tenía una dotación económica de 1.000 pesetas. Afortunadamente esa dotación ascendió a 1.100 pesetas el 19 de diciembre de 1913 ¡un buen aguinaldo!

Escudo de Vivanco

Pues esta señorita consiguió la adjudicación de las escuelas de Cuevas de Vinromá (Castellón) en 1915. Y Quintana de los Prados quedó desierta y así estaba en 1916. Y quince años después también.

Vino la república, la guerra de 1936-1939 y el franquismo. Será en estos años cuando, como en otros lugares de Las Merindades y de toda España, marcharon muchas personas en busca de una vida mejor. En 1951 teníamos 208 personas viviendo en Quintana de los Prados.


El resto es casi presente que pueden preguntar a sus convecinos.

Pero no nos marchamos sin hablar de los dos grandes escudos que destacan el Quintana de los Prados. No son los únicos pero sí los más llamativos. El escudo de Vivanco y alianza está timbrado por un casco con visera y leones rampantes, sirenas…A la izquierda del escudo están las armas de Vivanco y a la derecha dos perros brochantes al tronco, en jefe un castillo y en punta tres fajas. El otro es el ya comentado de los García-Diego.



Bibliografía:

“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V Partido judicial de Villarcayo” Francisco Oñate Gómez.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar” por Pascual Madoz.
Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración.
Anuario Riera.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media” Tesis doctoral de María del Carmen Arribas Magro.
Becerro de Behetrías de Castilla.
“MEMORIA DE LOS TRABAJOS HECHOS POR LA JUNTA PROVINCIAL DE BENEFICENCIA PARTICULAR DURANTE EL AÑO DE 1874, Y RESEÑA DE LAS FUNDACIONES PARTICULARES INSTITUIDAS EN LA PROVINCIA” por Federico Martínez del Campo (1876)
“Boletín eclesiástico del obispado de Burgos”
“Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España”. 1877
“Índice de pruebas de los caballeros que han vestido el hábito de los Caballeros de San Juan de Jerusalén”
Memoria de carreteras del año 1883
Censo de la población de España en 1877
Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI.
Crónica del quinto congreso católico español celebrado en la ciudad de Burgos en 1899
Diario oficial de avisos de Madrid
Periódico “El Correo español”
Periódico “El Imparcial”
Periódico “El siglo futuro”.
Periódico “El sol”.
Estadística del Arzobispado de Burgos.
“Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal” de Sebastián Miñano.
“NOMENCLATOR DE LAS CIUDADES, VILLAS, LUGARES, ALDEAS Y DEMÁS ENTIDADES DE POBLACIÓN DE ESPAÑA FORMADO POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA”.
Revista “Nueva Academia Heráldica”.
Revista “Suplemento a la escuela moderna”.
“Tratado completo de las fuentes minerales de España” por Pedro María Rubio.
Biblioteca Nacional de España
"Los monteros de Espinosa" de Rufino Pereda.




lunes, 19 de septiembre de 2016

La escuela del jándalo León de Argüeso.


Todos nos hemos acercado alguna vez hasta el pantano de Arija. Hemos visto el lago, el campanario saliendo de las aguas y la playa. Pero quizá en esa excursión no nos acerquemos al centro de la población, bueno a uno de sus barrios, al más alejado de la estación de tren, de la playa y de la fábrica. Aunque seguro que cuando se dirijan al barrio de la estación verán a lo lejos las ruinas de un edificio que, por su altura, destaca sobre el resto de casas.

León de Argüeso

¿Qué es eso? ¿Qué estamos viendo? Son los restos de las escuelas construidas por León de Argüeso. ¿Que quién es este señor? Podría decirles que alguien que está cayendo en el olvido en Las Merindades y que ahora es de otro lugar… al que llegaremos.

Trasladémonos al año 1810 durante una guerra abierta en varios frentes: españoles contra españoles y españoles contra franceses; ingleses contra franceses; y guerrillas contra franceses. Y todos ellos viviendo sobre el terreno. A costa de los pueblos y comarcas.

Sanlúcar de Barrameda (cortesía de Fotos y postales antiguas de Sevilla)

La salida económica estaba al sur donde los ingleses comerciaban libremente con Cádiz y, desde esta ciudad, hacia el interior de la península y hacia América. El protagonista de esta historia partirá cuando mejore el tiempo y atravesará un país en guerra. Será una gran aventura para un chaval de 9 años, si nos atenemos a la fecha de nacimiento que da la historiadora Ana Gómez Díaz-Franzón: 1801.

Fijémonos un poco más en este joven valiente: León de Argüeso y Argüeso. Es uno de los seis hijos de Manuel de Argüeso e Isabel de Argüeso. Hidalgos. Los otros son Melchora, Manuel, María, Francisco y francisca. Esta familia procede de Campoo de Suso con mayorazgo en la, actualmente sumergida, población de Quintanilla de Valdearroyo. A finales del siglo XVI se traslada el mayorazgo a Arija. Entre las diversas ramas de la familia encontramos –y esto es importante para la historia- jándalos en la zona de Cádiz.

Sanlúcar de Barrameda (cortesía de Fotos y postales antiguas de Sevilla)

Un jándalo es un emigrado a Andalucía que retorna a su tierra. En 1775 figura en Sanlúcar de Barrameda (según archivo de Indias) otro arijano llamado Juan de Argüeso, hijo de Miguel Argüeso y María Fernández. Era criado de un comerciante de vinos que exportaba a América vinos y aguardientes. ¿Un pariente? Probablemente. Si la fecha de nacimiento arriba dada es la correcta podríamos pensar que León marchó en busca de, o llamado por, un pariente; que –lógicamente- no marcharía solo; y que, por ello, nunca tuvo el deseo de emigrar a América. O puede ser una fecha de nacimiento equivocada porque tampoco la fecha de defunción coincide con la de otros autores. Personalmente me fio de la de defunción que sale en el libro sobre los bodegueros de Sanlúcar de Barrameda: 1880.

Arribará a la zona gaditana con la vendimia -¡tres meses en llegar a Jerez!-. Su estación final fue Sanlúcar de Barrameda. La población estaba tomada por las tropas francesas y formaba parte del cerco a Cádiz. Su rey era José I. Bueno, hasta agosto de 1812.

Debemos dejar caer una pregunta en este punto. ¿Era normal que un niño marchase al sur o es que León era de otra pasta? Miren, la inmigración procedente de La Montaña (Santander, Las Merindades, norte de Palencia y aledaños) en la bahía de Cádiz ya en el último tercio del siglo XVIII eran el 29`5% de la inmigración a la zona.

(Cortesía de Arija.es)

Los montañeses procedían, en la mayoría de los casos, de poblaciones pequeñas y de los valles, empotrados en las montañas de la cordillera cantábrica, que se extienden desde Asturias y Santander hasta las estribaciones de los Pirineos. La escasez de tierra y la relativamente alta densidad de población son los factores que explican estos desplazamientos, sobre todo de campesinos y artesanos desde el siglo XVI.

Los acomodados podían llegar hasta los virreinatos americanos. Los demás se quedaban por la zona: El Puerto de Santa María, Jerez, Sanlúcar de Barrameda o San Fernando. Montañeses que, desde el principio, monopolizaron el comercio de comestibles y bebidas, abriendo tabernas y almacenes de ultramarinos o abacerías, que solían quedar anexos en un mismo establecimiento. Los capitales los diversificaban en otros sectores como navieras, comercio ultramarino o el vitivinícola.

Situación actual (2016) del edificio del colegio de la
Fundación León Argüeso

La norma de la emigración norteña era la modesta de tipo familiar que llegaba con escasos recursos y bajo el patrocinio de algún familiar, paisano o amigo comerciante ya establecido en la bahía de Cádiz. Trabajaban a su lado para terminar independizándose y abriendo nuevos negocios. Pensemos que cuando el rico comerciante necesitaba ayuda en las tiendas de su clan escribía a los padres respectivos dándoles las instrucciones necesarias para que, aprovechando el viaje de vuelta de algún criado que había ido de permiso, viniera bajo su custodia. Y esto pudo ser el auténtico viaje de León de Argüeso. Nada de la épica de un muchacho cruzando solo una España en guerra en busca de la fortuna andaluza o ultramarina.

Fachada

Con esa coyuntura León encontró trabajo en un comercio que durante las 24 horas daba servicio a todos los transeúntes que llegaban y partían en cuanto era posible hacia las Américas. Es decir: fue “chicuco”. Tras aprender el oficio durante cinco años, -y ya con Fernando VII en el poder- creó su propia tienda llamada "Almacén del Reloj"(en la calle Bolsa). Vendía clavos, mantas, queso, alpargatas y levitas. Para entenderlo pensemos en las actuales tiendas de chinos de nuestras ciudades con la familia viviendo en el comercio. Pues él igual.

Desde el negocio de los coloniales añadió algunas actividades portuarias y, lo que sería su riqueza: una bodega. Vemos que actuaba aplicando el sistema de los del norte. Adquirió unas viejas soleras y la bodega "San José", en el callejón de Santo Domingo. Con ello debía comprar tierras para no depender de la uva de los demás. Parece ser que también ejerció el oficio de prestamista.

Placa sobre la puerta

Dado el bajo nivel de vida de una España destrozada por la guerra, la perdida de capitales de los virreinatos independizados y la situación de ciudad portuaria de Sanlúcar lo mejor era orientar el producto hacia Cuba. La Habana era la ciudad española más rica del momento. Gracias a este mercado, en 1822 crea las bodegas de Argüeso.

Un gran industrial que -vayan a saber por qué- permaneció soltero y sus bienes los heredarán sus sobrinos (Algunas referencias dicen tres y otras dos). De hecho, uno de ellos, Juan de Argüeso participaba en la dirección de la empresa. A la muerte de León (1878 unos o 1880 los más) el negocio y su cuantiosa fortuna recayeron en dos sobrinos: Juan y Francisca. De ahí viene la leyenda que refleja el escudo de la actual bodega " Herederos Argüeso" con las siglas "J y F".

Puerta de las escuelas

Argüeso no fue un visionario. Constatamos que desde finales del siglo XVIII, ante la pujanza industrial y comercial de los vinos de Jerez muchos montañeses se habían animado a invertir en el negocio. Un vino que ofrecía enormes posibilidades de beneficios en el mercado internacional. Eso sí, tuvieron el reconocimiento de la sociedad como conocedores del sistema de soleras y expertos en la manipulación del vino y las botas y desempeñaron una labor muy importante, hasta el punto que investigaciones recientes tienden a afirmar que fueron ellos, no ingleses y franceses, quienes transformaron el sector del vino y la realidad social de las ciudades del área del Jerez.

Vale. Ya conocemos la vida de una saga de vinateros sanluqueños vinculados con Arija. Y me dirán: ¿Y el edificio en ruinas? ¿Qué tiene usted que contarnos sobre el edificio?

Ventanas donde se aprecia la cantería y la decoración.

Para entender el edificio, y la fundación, debemos comprender la situación de la educación en España en la segunda mitad del siglo XIX. La crisis, la necesidad de reconstrucción del país y la guerra que padeció España frenaron los ímpetus liberales en el proceso de escolarización. Veremos un lento aumento del número de escuelas con el lastre de un modelo de escolarización basado en la asignación de la enseñanza elemental –coste y gestión- a los ayuntamientos y la configuración del aula como unidad organizativa. Lo que nos dice esto es que ayuntamientos pobres conllevan escuelas pobres o inexistentes.

León buscará paliar este problema en su terruño. Mandó construir y pagó, dotándolo, el colegio y la fundación educativa asociada. El 23 de Noviembre del año 1871 se crean los estatutos de la Fundación con una clara inclinación de cultura humanística y religiosa para todos los niños y niñas de Arija y sus pueblos limítrofes. Las obras se extienden hasta 1891. No lo vio don León que ya había fallecido. Por ello la placa de la fachada es un remedo de lápida.

Cubierta

Hay publicada la idea de que el colegio se construyó en una huerta de los antepasados de León. Podría ser. Existen próximas casas de fechas anteriores a 1800. Y esto justificaría su construcción en el centro del pueblo y no fuera.

Hubo una escuela anterior, que funcionó desde 1888, en un edificio cercano a las actuales ruinas. Lo que vemos hoy no hace justicia al edificio levantado hace más de cien años. Un colegio que contrastaría con las construcciones aledañas por el uso de buena piedra sillería –que todavía se mantiene firme-, planta rectangular y tres pisos con buhardillas utilizables. El centro de la fachada está ligeramente resaltado, rematado en escalones y con una veleta con cruz de hierro. Los aleros eran de madera de roble; las ventanas de madera, con terminación de piedra en sus alfeizares; escaleras de roble; y artesonados en techo raso de yeso, algo nuevo en la época. Los techos de las diferentes plantas tenían tres metros de altura. La construcción se inició en 1890 y duró 6 años.

Pared oeste con las marcas del paso del tiempo

Es la mejor muestra del estilo historicista en la zona. El edificio estaba dotado de vivienda, aulas, salones, capilla y dormitorios para unos cuarenta alumnos. Un Vicario iba a ser el educador permanente del Colegio. Su presidente, el Arzobispo de Burgos, y miembro permanente para vigilar el correcto funcionamiento, el Cura Párroco de Arija.

Fue inaugurado para el curso 1896 a 1897. En esas fechas se construía la fábrica de vidrio en el Barrio de Abajo. Era otro disparo económico para Arija tras el ferrocarril. Por ello, el centro llegó a tener en algún curso hasta 60 alumnos. Límite físico, no de peticiones de ingreso.

Interior.

Había dos Vicarios, el Cura párroco de Arija impartía también clases. Hasta el histórico cura-párroco de Llano, Don Bernabé, iba dos días a la semana al Colegio de Arija. Don Bernabé era de Santa Gadea y estuvo de cura-párroco 64 años en Llano.

El centro seguirá activo hasta los años sesenta del siglo XX. ¿Causas de la decadencia? La despoblación, la llegada de las escuelas públicas, el desinterés de los patronos y la perdida de la conexión con la tierra de sus antepasados…

Detalle de la primera planta

El edificio no solo fue escuela: se empleó como acuartelamiento durante la guerra civil y como seminario después de 1940. Dos cursos se realizaban en el Colegio de Arija. Cada curso pasaban 30/40 niños por sus aulas. Eran los dos primeros cursos del Seminario de Burgos.

Jardín y puerta de la finca.

Hoy todo está hundido. Falló una parte del tejado que terminó afectando a una viga maestra. Hundido el tejado, su peso aplastó los cuatro niveles del colegio. Hoy todo el interior está amontonado confundiéndose aulas y dormitorios.

La finca donde está el Colegio es amplia y acotada con un muro de piedra. Todo el terreno está de césped. La valla se mantiene bien, salvo la parte delantera que ha sido expoliada. La verja ya no existe, ha desaparecido.


El viernes 1 de diciembre de 2006 se subastó la finca y el edificio del Colegio.


Alumno de este colegio fue Manuel Fernández Navamuel quien después de superar los cursos de Arija, fue a Madrid y allí completó una brillante carrera universitaria y política. Era de Santa Gadea de Alfoz.




Bibliografía:

“MONTAÑESES EN LA BAHÍA GADITANA” por María del Carmen Cózar Navarro.
“Historia de la educación en España y América” por la fundación Santa María.
“Arija” por José Fernández Arenas.
“LEON DE ARGÜESO, UNA VOLUNTAD DE HIERRO” por Jesús Fernández Navamuel.
“Linaje de los Argüeso” por Carlos Argüeso Seco.