Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 29 de enero de 2017

USPAT: 306.904 Date: 1884/10/21


La máquina de escribir es hoy un invento muerto. Pocas mantienen en casa una encima de un armario (quizá una de aquellas Olivetti portátiles) y los más jóvenes solo reconocen de ellas el teclado QWERTY de su ordenador que se ha convertido en el canon. ¿Quién inventó la máquina de escribir? Pellegrino Turri, Henry Mill, William Austin Burt, Christopher Sholes, Carlos Glidden, Samuel W. Soule… y, quizá, también uno de Medina de Pomar, en Las Merindades.


Caminen desde la plaza Somovilla hacia la avenida de Bilbao. Avancen por ella hasta el cruce con la calle Portugalete y tómenla. Lean los carteles de las que se encuentren: Príncipe de Asturias, Pedro de Paz, Paraguay, Paraguay otra vez... y Vicente A. de Celada y Varona (este último apellido no aparece en la placa de la calle). Descansen un poco y remiren el nombre de la calle. ¿Lo conocen? Este ilustre medinés, con calle dedicada, es un jándalo que hizo su vida en la Tacita de Plata. Un hombre que cambió Las Merindades por el malecón de Cádiz ejerciendo de profesor mercantil en la ciudad más comercial del sur de España.

Don Vicente nació en Medina de Pomar el 19 de Abril de 1827, en plena década oprobiosa de Fernando VII. Según el libro “Medina de Pomar. Cuna de Castilla” fue el inventor de la primera máquina de escribir. Un invento hoy muerto, como les avanzábamos.

Sección desde el lado izquierdo

Con poco más de 50 años (1 de febrero de 1879) constituye una sociedad –parece que la segunda de este tipo- con el objeto social de desarrollar su invento. La base primera de dicha sociedad nos informaba que "Habiendo encontrado el señor don Vicente Alonso de Celada la difícil fórmula para escribir la palabra del hombre, a fuerza de estudios severos, tan pronto como se pronuncia por cierto aparato, se asociaron a dicho señor los comparecientes Torre y Rodruejo a fin de que, después de practicados los correspondientes estudios, se diese al público en España y en el extranjero, previa las patentes de derecho. Por virtud de la presente escritura, se aumenta la sociedad primitiva con la cooperación espontanea del señor Lazaga, que desde hace algún tiempo viene confundiéndose con los demás comparecientes".

En otra cláusula del acuerdo se le reconocía primacía frente a los demás socios en cuestión de reparto de beneficios pero él, generosamente, renunciaba a ese privilegio.

La máquina fue patentada en España el 17 de noviembre de 1881 con número de registro X0. 2.031.

“Invento: A los Sres. D. Pedro Torres y Soto, D. José Pérez Lazaga, D. Vicente Alonso de Celada y D. Jorge Rodrigo y Pueyo, vecinos de Cádiz, se les ha expedido patente por veinte años por un aparato titulado “Protuógrafo” (sic), para sustituir a la taquigrafía, reemplazándola en todas sus aplicaciones de seguir y reproducir la palabra y el pensamiento humano por medios mecánicos y con caracteres impresos, sirviendo al mismo tiempo para todos los usos de la escritura realizada mecánicamente. Si el Sr. Torres es como suponemos el digno hijo del notable fabricante de instrumentos de precisión, en la patente que antecede, hay ciertas probabilidades de que se trate de algún invento verdadero”.

Mención en "La Gaceta Industrial"

Sorprende la duda sobre la existencia de ciertos inventos patentados y la mala transcripción de su nombre. En fin, sigamos. No solo en nuestra patria sino que también se inscribió la patente en Francia el 15 de julio de 1882 y N ° 150.124; en Inglaterra el 31 de julio de 1882 y número de registro N ° 3.633; y en USA se presentó la solicitud el 18 de diciembre de 1882 y se registró el 21 de Octubre de 1884 como mejora de aparatos taquigráficos para reproducir discursos. Es decir, para registrar el habla por medios mecánicos y en caracteres impresos. Parecía un piano pequeño y tenía treinta teclas.

Cada una de ellas designaba una letra, carácter o signo a imprimir en el papel cuando la tecla es pulsada. Huelga explicar el mecanismo de las teclas de una “máquina de escribir” pero, si tiene interés, les adjuntamos las hojas de la oficina de patentes americana donde se explican esos pormenores, y algunos otros que se han obviado. Sigamos con las explicaciones: el papel que recoge los datos está enrollado sobre un tambor –carrete-, y pasa de allí, entre dos rodillos, sobre la plataforma de impresión hacia otro rodillo.

Vista lado derecho

El papel queda sujeto por medio de un dispositivo de fricción que actúa por medio de un muelle. El papel se enrolla finalmente sobre un segundo carrete por medio de un movimiento de reloj que concentra su fuerza sobre una rueda dentada que engrana con dicho carrete.

Los avances del papel son de tres milímetros en tres milímetros. Si se pulsa cualquier tecla, por ejemplo la “A”, su palanca la imprimirá y el rodillo hará avanzar el papel. Terminada la charla, el mecanismo de reloj es desacoplado, el freno liberado y la tira de papel escrita puede volver al primer carrete. Entonces es agarrada por su extremo para hacer que pase a través de una ranura de la máquina y enrollarlo a un carrete paralelo a la ranura y, haciendo que la bobina gire a mano, se puede leer y copiar los datos. Este nuevo carrete sobre la tapa es desmontable.

El funcionamiento del aparato tenía ciertos condicionantes. Para permitir que el operador captase todas las palabras al menos una sílaba debe ser pulsada a la vez. Todas las sílabas se pueden integrar en un sistema que incluye un conjunto completo de consonantes para las consonantes iniciales, un conjunto de vocales y un conjunto completo de consonantes para las consonantes finales.

Sección eliminando la parte superior

Claro que, al parecer, el número de sonidos articulados de un golpe de voz es cinco. Si son más sonidos resultan irreconocibles (al menos en castellano). Y, también, el máximo de cinco sonidos sólo se alcanza en una sílaba donde hay dos sonidos consonantes iniciales y dos finales. Las sílabas que contienen cinco o menos sonidos ocuparán casi la misma duración, ya que sólo se requerirá un impulso de la voz (que determina la duración del tiempo ocupado).

En el caso de que una sílaba contenga más de cinco sonidos, el tiempo de enunciación se duplicará, o casi, si se añade un solo sonido, y se aumentará proporcionalmente si se añaden más sonidos y, en consecuencia, los golpes de voz. Resumiendo: el operador de un aparato taquigráfico nunca será requerido para golpear más de cinco llaves simultáneamente.

Vista frontal

Y lo dicho influye en la disposición del teclado y de las manos sobre el mismo. El teclado se dispuso para que las consonantes iniciales fuesen operadas solo por los dedos de la mano izquierda, las consonantes finales solo por los dedos de la mano derecha y las vocales por los pulgares de ambas manos. Resultando que cada mano controla un conjunto de llaves que representan todas las letras, o todos los sonidos fonéticos de una lengua. Estas claves, duplicadas para las vocales, constituyen una característica del invento y ventaja para su uso dada la proporción de vocales. Por ello podría disponerse, explicaba el inventor, desde veintiséis teclas para cada mano en el cálculo más bajo y cuarenta teclas si se adoptan caracteres fonéticos. Para evitar una disposición engorrosa se disponen treinta llaves: quince llaves por mano donde varias pueden ser pulsadas simultáneamente.

Inicialmente las instrucciones podían parecer engorrosas pero Vicente indicaba que era sencillísima la aplicación del sistema. Hum… Veamos:

“Sólo la mano (izquierda), ya que la disposición del teclado de la mano derecha en general será el reverso de la de la izquierda, esas letras se colocan primero (en el lado izquierdo), que nunca puede ser la segunda letra combinación posible de dos Consonantes, y entre estas letras y las vocales se colocarán aquellas letras que pueden llegar en segundo lugar en una combinación de dos consonantes. Las consonantes de casi todos los idiomas se pueden arreglar de tal manera que proporcionen casi todas las combinaciones posibles de dos consonantes, de modo que se necesitará un solo conjunto de letras y los pocos casos excepcionales son tan raros que muy pocas combinaciones arbitrarias Suficiente para cubrirlos.”

Plano transversal inferior

Don Vicente indicaba que el dedo meñique de la izquierda se emplea para operar sucesivamente sobre la primera, la segunda, la tercera, la cuarta y la quinta teclas, que representan, respectivamente, las letras GKBPF; que el anular para actuar sobre la sexta clave (letra T); que el dedo medio sobre la séptima llave, letra D; y que el dedo índice está destinado a ser pasado sucesivamente sobre la octava, novena, décima, undécima y duodécima llave (L R RR M J). Así es posible formar hasta veinticinco consonantes. El pulgar produce las vocales A I U presionando las llaves decimotercera, decimocuarta y decimoquinta.

La mano derecha actúa simétricamente. Hay veinticinco consonantes y seis vocales bajo el control de la mano izquierda, y el mismo número de consonantes y vocales bajo el control de la mano derecha.

El invento podía registrar números. Un solo pasaje de los dedos sobre las teclas era suficiente para anotar todos los números correlativos de 1 a 9.999.999 y es posible llegar a un total de cuarenta millones, menos cuatro unidades. Y, para evitar confusiones hay variaciones en el sistema de cifrado.

Café Fornos (Cortesía de "Es Madrid no Madriz")

Por supuesto este era un superficial acercamiento a la máquina pero, entendemos, que necesario para comprender lo qué se presentaba en el “café Fornos” de Madrid. 

Este local se abrió el 21 de julio de 1870 en la esquina de la calle Virgen de los Peligros con Alcalá. Era un aviso de modernidad: se hablaba de política, de literatura y de regeneracionismos tras el año 1898. Nobles y burgueses se solazaban en el local. Quizá ayudados por los reservados, salas y diversas plantas que les permitía estar, si lo deseaban, separados de las clases medias que visitaban el local. Era un lugar de divanes, tapices, alfombras y cuidada vajilla. Toda una novedad para la época de Alfonso XII. Tuvo, incluso, un reportaje de inauguración en la prensa del momento. Su propietario era Pepe Fornos, cercano al marqués de Salamanca. Fue un punto de reunión de lo mejor de la sociedad madrileña del momento.


En la planta superior había un restaurante con una carta exquisita. En el entresuelo se encontraba la tertulia “La Farmacia”. En la planta inferior se encontraban los discretos reservados en los que se realizaban almuerzos, cenas privadas y demás saraos, siempre dentro de la más estricta intimidad.

Y es en uno de los reservados del sótano donde se presentaría el “Pontuógrafo” -que es el nombre correcto del aparato-. Les transcribo el texto que presentó el “Diario de avisos” de Madrid del jueves 11 de agosto de 1887 sobre un acto sucedid el lunes 8 de agosto por la tarde:

“En el entresuelo del café de Fornos se ha verificado el examen y prueba de un nuevo aparato llamado Pontuógrafo, que sirve para trasmitir las palabras de un discurso y las concepciones del pensamiento con suma rapidez. Consiste este aparato en un lujoso mueble de palo-santo primorosamente trabajado, de forma muy parecida a la del armonium, pues tiene, como éste, un teclado dividido en dos, colocado convenientemente para ambas manos, y que comunican por medio de palancas a un alfabeto especial. Para funcionar dicho aparato no hay más que tocar con los dedos a un mismo tiempo tantas teclas como letras o sílabas se quieran gravar en el papel, resultando con frecuencia la impresión de una sola palabra en un solo golpe.

A la construcción de ese aparato debida al instrumentista mayor del Observatorio de San Fernando, D. Pedro Torres y Soto, ha servido de base la clave silabográfica inventada por don Vicente Álvaro de Celada, quién empleó en tan arduo trabajo más de veinte años.

El Sr. Celada ha muerto antes de ver que el éxito ha coronado la obra a que consagró todos los desvelos de su existencia y todos sus recursos, y gran parte de los de su familia. Las pruebas practicadas dieron un brillante resultado, contribuyendo a ello la señora viuda de Riánsares, encargada de la manipulación del aparato”.

“La correspondencia de España” completaba el texto (martes 9 de agosto), idéntico por otro lado, con una última frase que conviene adjuntar:

“Los periodistas y demás invitados a presenciar el ensayo del Pontuógrafo fueron obsequiados por el Sr. Torres con un espléndido lunch”.

La revista bilingüe “Volapúk” recogía esta presentación, firmado por Iparraguirre, en su número IX de 1887 y cuyo recorte presentamos:



Si se han fijado la invención de Prontuógrafo se la asigna a Pedro Torres y Soto. Supongo que fruto de la máxima de que “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. Y el bollo, evidentemente, era la búsqueda de financiación entre los burgueses que disfrutaban del bar. La pena es que la prensa lo presentó como una curiosidad y podríamos llegar a pensar que era un espectáculo para disfrute de ricos ociosos.

A estas alturas del trabajo se habrán percatado que lo de inventar una máquina de escribir es mentira. Más bien era una máquina de taquigrafía. ¿Y fue inventor de esta? Pues…


Antes de responder demos unas notas sobre la taquigrafía. Esta omite partes de los discursos y un texto así recogido no puede ser entendido por otro taquígrafo que no lo haya escuchado previamente. Nombres de inventores de sistemas de taquigrafía tenemos a Jenofonte, Marco Tulio Tirón, Timothy Bright, Heinrich Roller, o Francisco de Paula Martí en 1802 para España. A su vez hay varios sistemas taquigráficos como el método Pitman, el Garriga, el de Gregg o el Larralde.

(Cortesía Bibliotypes)

Estamos acostumbrados a ver en las películas, en el Congreso de los Diputados del reino de España o -si han tenido el inconveniente- en los juicios al taquígrafo pulsando unas pocas teclas (21 a 25) en una cajita. Esas máquinas son tanto mecánicas como digitales, las letras presentes se adaptan a los diferentes idiomas… y llevan en circulación desde el siglo XIX. Como la de Vicente.

¿Qué queda? ¿Qué importancia tiene la creación de Vicente? Mejor dicho, ¿Creó “la” máquina estenógrafa (nombre correcto del invento)? No. Pero, al menos, creó una.


Bibliografía:

Periódico “Diario oficial de avisos”.
Periódico “La correspondencia de España”.
“La Gaceta Industrial”.
Periódico “Crónica de Las merindades”.
Periódico “La dinastía”.
“Medina de Pomar. Cuna de Castilla” Inocencio Cadiñanos Bardeci, Emilio González Terán y Antonio Gallardo Laureda.
Oficina de patentes de EEUU (a través de Google)



Anexo: Documentación de la patente para EEUU:














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