Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 30 de abril de 2017

Mola en Bilbao: La escultura de la discordia


Volvemos a ceder este espacio a un autor de Las Merindades que ya ha visitado varias veces esta bitácora. Creo que tantas como obras ha publicado. Hoy nos hablará de la más reciente: “Mola en Bilbao: La escultura de la discordia”. Cerca de 150 hojas de texto ameno y dinámico acompañado de numerosas fotografías y prologado por Santiago de Pablo Contreras, profesor de historia contemporánea de la Universidad del País Vasco.

Realizó el pasado miércoles 26 de Abril de 2017 la primera presentación de la obra escoltado por el antiguo diputado y senador del Reino de España Iñaki Mirena Anasagasti Olabeaga y por Iñaki García Uribe etnógrafo y miembro de la sociedad Aranzadi.

Iñaki Anasagasti, Aitor Lizarazu e Iñaki García.

No quiero extenderme en las presentaciones y, por ello, les dejo con Aitor Lizarazu Pérez:

Es difícil tratar de explicar cómo nace un trabajo de divulgación histórica. Podemos encontrarnos decenas de estudios tratando el mismo tema mientras otros sin embargo quedan ocultos hasta que se desvanecen.

Soy consciente de que ciertos hechos levantan ampollas y generan enormes polémicas porque el ser humano no es ajeno a su entorno y porque tanto las experiencias individuales como colectivas determinan nuestra opinión. En ese sentido, la Guerra Civil es ese filón que no deja a nadie indiferente, incluso para aquellos que queremos mostrar nuestra objetividad, y es hoy en día una fuente inagotable de trabajos, estudios o publicaciones que, de manera más o menos objetiva, nos colapsan con información.

Mi curiosidad, como investigador -y como persona- me lleva a tratar de escarbar tanto como me es posible en las raíces de aquellos datos que pretendo contrastar. No me basta leer algo en un libro, habitualmente necesito conocer su origen, el porqué. De hecho, cuando a menudo hay algo que me llama la atención trato de contrastarlo, hasta que me parece que ha quedado lo suficientemente claro.


Normalmente uno no se levanta pensando en escribir un libro, a pesar de tener otras publicaciones previas, sino que la materialización de este es únicamente la consecuencia  de la acumulación, procesamiento y organización de la información recabada. Alguno me dirá: "que sí, que está todo muy bien, pero todavía no has dicho ni una palabra en concreto sobre tu trabajo ¿Por qué Mola? ¿Por qué la Guerra Civil?" La respuesta no es sencilla pero matizaría dos aspectos. El primero es que Mola no es el objetivo del estudio, sobre el organizador del golpe de Estado se ha escrito mucho y, modestamente, nada tengo que añadir al respecto. El segundo aspecto es que me parecía muy interesante la lucha simbólica y ahí sí que entra este monumento y sobre ello se había estudiado menos y había mucha información inconexa o contradictoria. En ese aspecto he pretendido recalcar, en aclarar los hechos.

Entonces, ¿Qué tiene de novedoso este estudio? Quizá lo más novedoso sea tratar únicamente una escultura (o varias, como se verá en el interior) y ver cómo la historia transcurre alrededor de esta, con diferentes tratamientos en función de las diferentes ideologías y sensibilidades políticas. De forma que diferentes colectivos se van fijando en ella desde su colocación hasta su definitiva desaparición. Quizá puede resultar banal, algo menor pero a menudo cuando la lupa se acerca lo suficiente al objetivo se pueden ver las valiosas ramificaciones que explican lo que muchos autores han citado sin fijarse en los detalles. De forma que hay prensa, periódicos, testimonios que recogen la voladura del monumento a Mola en Bilbao en la década de los 40 y que no se preguntan porque sigue fijada al Arenal bilbaíno hasta la Transición. En cierta forma se puede definir que aunque la presencia del objeto de estudio es permanente en la hemeroteca de más de cuatro décadas, su importancia va recayendo hasta literalmente desaparecer sin más.

De hecho, tras la conquista de Bilbao por parte del ejercito sublevado son abundantes las publicaciones afines, las que hacen eco de la colocación de un monumento en la plaza del Arenal apenas 24 horas después, pero ¿Cómo podía ser eso posible? En un mundo en el que nos parece que todo tiene plazos de obra, de ejecución, de aceptación, de consensos… en menos de un día, existía un monumento a un general que no es que hubiera fallecido medio año antes, es que prácticamente había fallecido únicamente dos semanas antes. Tratar de explicar, de reconstruir esa parte de la Historia no ha sido sencillo, como tampoco lo ha sido tratar de entender que ocurrió en noviembre de 1946 cuando un artefacto explotó junto al monumento. Tomando las diferentes publicaciones habría que entender que para unos, la resistencia vasca y los colectivos antifranquistas, aquello fue un hecho sin precedentes y sin embargo para los otros no era nada… eso es lo normal… pero sí fue volado en 1946… ¿Por qué en 1947 seguían haciéndoles una ofrenda floral? La revisión constante de información ha permitido rehacer lo que otros historiadores habían pasado por alto, lo que simplemente había sido un pequeño detalle se ha convertido en un trabajo serio que ha sido muy bien valorado por historiadores contemporáneos.

Además de lo anterior la publicación permite conocer la Historia de Bilbao desde muchas perspectivas, de forma que recoge publicaciones de los cinco continentes, de más de 16 países, en más de ocho idiomas que nos corroboran que un modesto busto tenía un gran peso simbólico tanto en el interior como en el exterior.

Suelo reconocer, lo digo abiertamente, que pensé que no aparecería suficiente material y que tal vez muchas respuestas quedarían sin respuesta pero para mi sorpresa, a pesar del tiempo transcurrido ha sido posible aunar suficientes datos que hoy nos permitan afirmar que como dice el título del trabajo, esta escultura, fue objeto de una fuerte controversia entre dos modelos de pensamiento opuestos. Un autentico motivo de discordia.



Y una oportunidad para recordar y conocer un hecho en una ciudad, que para bien o para mal, ha resultado siempre muy cercana a Las Merindades.

Puntos de Venta:

El libro tiene un precio de 18€ y se puede encontrar de momento en los siguientes lugares:
Librería Milo´s – Barakaldo
Librerías Elkar – Bilbao (3 establecimientos)
Librería Hijos de Santiago Rodriguez – Burgos
Librería Zuloa – Vitoria
Librería Rojo – Villarcayo
Librería Librup – Barcelona
Próximamente en Amazon y en nuevas librerías.

Para saber más sobre este libro:


Para saber más sobre las obras de Aitor Lizarazu Pérez:





domingo, 23 de abril de 2017

Cristina Gómez-Mena y la burla que es la vida.


Hoy resaltaremos una tragedia. Una tragedia que, como todas, duelen profundamente y durante toda la vida a los vinculados y dejan un poso de leyenda en el ambiente.

Vayamos a ello.

Nota de la pedida de mano en el "Diario de la Marina"

Es un gran día en Villa Daría porque se casa otra hija del potentado hispano cubano Alfonso Gómez-Mena Vila. Es el 24 de Julio de 1927 y Cristina, de diez y siete años, contraerá matrimonio con don José (¿Ramón?) de la Sota, de veinticuatro, farmacéutico militar, avecindado en Madrid y emparentado con la familia del navarro Ramón de la Sota. Es la culminación de un proceso que se había iniciado con la pedida de mano en la tarde del 23 de febrero de 1927.

No era algo novedoso porque en 1926 ya se había casado en Cadagua María Luisa, otra hija de Alfonso, con el capitán de Aviación Sr. Vives, hijo del general del mismo apellido y jefe de los servicios de Aeronáutica.


La boda se celebraría en los jardines de Villa Daría, la fabulosa casa que posee la familia en el pueblo de Cadagua. De éste salió el patriarca hacia Cuba. El Sr. Gómez Mena fue un hombre rico, que en la isla de Cuba poseyó ingenios azucareros y propiedades valiosísimas arrebatadas por la dictadura castrista.

Los parques de azulejos del jardín, los floridos parterres y sus macizos de vivos colores, estaban preparados para celebrar el matrimonio pero no llegó el permiso eclesiástico. La solución fue habilitar para la ceremonia la ermita de San Andrés que no está lejos de la casa pero cuyo camino, entonces, era corto, empinado y pedregoso. Para compensar y embellecerlo fue cubierto de flores.

Jardines de Villa Daría

Ofició un sacerdote pariente de los contrayentes, y actuaron de padrinos la madre del novio, María Belén Mantilla de los Ríos, viuda, y Alfonso Gómez Mena, padre de la novia. Los votos fueron a las once, y después se celebró la misa, con la presencia de los invitados y la curiosidad de los vecinos. Para las doce terminó el acto religioso y a la puerta se produjeron las tradicionales felicitaciones.

Finalizado este ritual y, a diferencia de lo que ocurre en nuestros tiempos, volvieron a Villa Daría al convite montado en sus Jardines. La mesa principal se colocó en una plataforma, semioculta por la floresta, y elevada sobre los invitados. En la plaza del pueblo, donde se aparca hoy en día, se colocaron mesas para chóferes y criados.

Las mesas de los invitados estaban colocadas en los jardines de la villa. Estos, de postín, procedían principalmente de Madrid, Burgos, Bilbao y Santander. Estaban, entre otros, Andrés Gómez Mena -tío de Cristina que posee un palacio en el límite del pueblo-; Agapito Cagiga, el general Mantilla, Manuel Galíndez, de Bilbao; Francisco Torres, de Santander; el capitán Vives con su esposa, los señores de González Rotwos y las señoritas de Urízar y de Calvo, íntimas amigas de la novia.


Con este tipo de gente y las comunicaciones de la época ocurrió que las cercanías y las calles de Cadagua estaban pobladas de automóviles, en los que habían hecho el viaje los invitados.

El almuerzo comenzó cerca de la una de la tarde. El ir y venir de camareros estuvo amenizado por una orquesta. Los nuevos esposos tenían una agenda demasiado ajustada y por ello picaron algo del menú y se despidieron. Querían estar en San Sebastián para asistir a la corrida de la Prensa. Disfrutar de su noche de bodas en esa ciudad y, por la mañana, seguir viaje a para Biarritz camino de París.

Diario de la Marina

Para ese viaje estrenaban un Cadillac de carrocería abierta regalo del padre de la novia. El coche ya había sido lucido en las calles de Bilbao y había causado admiración. La prensa insistió en que era para José de la Sota y no para Cristina, su hija. ¿Era una especie de dote? ¿Machismo? ¿Ella no sabía conducir (manejar)? En fin. José se sentó al volante y a la derecha su esposa. Era una muestra de poderío: llevaba las riendas de su futuro… aunque con Francisco Cerveriño (en otras fuentes lo llaman Enrique Tenderiño) como carabina. Este señor era el chófer y mecánico que estaba incluido en el regalo del coche. Muchacho soltero, de veintiséis años, vecino de Bilbao y de absoluta confianza en la casa. También viajaba – ¡qué despiste por mi parte!- una cesta con viandas para picotear en una parada del camino o, en su defecto, en marcha. Porque en tres horas debían estas en los toros. Algo justos de tiempo para las carreteras de la época y las prestaciones de los coches. Incluidos los Cadillac. Quizá José pensó que era cierta su fama de buen conductor. Por lo menos así lo creían sus amigos.

El coche tenía menos de 613 kilómetros (cifra que marcaba cuando tuvieron el accidente) y había sido matriculado la víspera, el 23 de Julio de 1927, con el código M-23719. Matrícula de Madrid.


El automóvil partió a gran velocidad por el camino de tierra y desapareció entre nubes de polvo. El muchacho condujo como un loco por todos los pueblos del trayecto, incluso por Valmaseda. Sin duda el deseo de llegar a la hora de la corrida (17:00 horas) le azuzaba. A ese ritmo consiguió alcanzar el punto conocido como La Herrera. En el kilómetro 27, frente a la central eléctrica se produjo el caos.

Serían las dos o cerca de las tres, o tres y pico porque no se ponen de acuerdo las fuentes, cuando el coche chocó contra la roca que se alza a la izquierda de la carretera y luego siguió su marcha rozando el monte durante varios metros y acabando en el lado opuesto del camino. Sobre la hora diremos que “El liberal” informaba que los vecinos de la zona escucharon el accidente hacia las 13:45 horas. Incido en la hora porque hubo periódicos que publicaron que los chicos abandonaron Cadagua a las tres de la tarde.

Los viajeros salieron despedidos (algunas informaciones resaltaban que el coche dio “vuelta de campana”), y de los tres, solamente Cristina fue cogida por la rueda trasera izquierda, que materialmente, la aplastó. En un primer vistazo pareció muerta pero viendo que respiraba fue auxiliada. (¿Sin sentido?). José fue recogido a unos siete metros del vehículo, en el centro del camino; el chófer a unos cinco metros del automóvil quien se quejaba por el dolor en sus piernas. El recién casado, dijeron, preguntaba por su esposa.

Vista aerea de la zona del accidente (Google)

El Cadillac tenía rotos el parachoques y los focos, los tapacubos del lado derecho y grandes rozaduras a lo largo de la carrocería. Eso sí, el motor seguía ronroneando. Cosas de los coches caros.

No están claras las causas del accidente: impericia, despiste, pinchazo, fallo mecánico, evitar chocar con otro vehículo... La carretera, en el sitio donde chocó el automóvil es una recta tras salir de una curva amplia. Al final de la recta está una curva cerrada. ¿Pudo ser que el joven de la Sota frenara a fondo y reventara un neumático y perder la dirección del coche estrellándose contra el monte? ¿Por qué?

Los periodistas de “El liberal” se presentaron en el lugar del accidente para “levantar un atestado” del mismo y publicaron que “ocurrió en una insignificante curva entre los kilómetros 27 y 28. La vuelta no ofrece peligro alguno visible, pues no desaparece la carretera de la vista de un conductor. Se advertía un gran frenazo en un espacio de unos treinta metros y grandes rozaduras en el desmonte de la derecha de no menor de unos diez metros de longitud y a una altura de uno y medio”.

La posible zona del accidente

Llegaron a la conclusión de que “esto hace suponer que el conductor trató de tomar la curva muy cerrada, lanzándose y dando, como aseguran los habitantes de los caseríos próximos, el coche la vuelta de campana hacia la izquierda, volviendo nuevamente en su posición y dirección normal hacia Bilbao”.

La versión que ofreció el periódico “La Voz” era: “Al llegar cerca de la fábrica de electricidad de la Herrera (cerca de Valmaseda), en un lugar donde la vieja carretera tenía una curva muy pronunciada, el novio debió hacer una brusca maniobra para evitar chocar con otro automóvil. Viró hacia el monte lo que, unido a la inercia y la velocidad, provocó que el coche volcase y sus ocupantes quedasen atrapados bajo el vehículo. Otro automóvil recogió a los heridos y los trasladó al hospital de Basurto (Bilbao) donde falleció Cristina Gómez una hora después”. Hemos visto, y veremos, que esta versión contradice lo apuntado en otras publicaciones. Digamos que el ajuste a la veracidad requería más… más de lo que ofrecían los periódicos. Vemos que aquí intervienen otros automóviles. Uno que, aceptando el giro de esta publicación, se interpuso en la loca carrera de José de la Sota bien porque venía de frente o porque estaba delante e iba a ser embestido. El segundo sería el que cargaría con los tres heridos, y sus graves lesiones, hasta el hospital de Bilbao.

Pero no crean que es una versión deslavazada porque presenta elementos de veracidad como que “instantes después pasó un automóvil ocupado por D Fernando Villabaso que auxilio a los heridos, trasladándoles sin pérdida de tiempo al hospital de Bilbao”. Aunque “La gaceta del norte” señalaba que Villabaso y señora les recogieron para llevarles a Valmaseda.

Versión publicada por "El diario vasco" con un
impresentable inserto publicitario al final del
cuerpo de la noticia.

Hay periódicos que, simplemente, escriben “de oído” y colocan el río a la izquierda en el sentido a Bilbao. Y otros sitúan a una pareja de la Guardia Civil del puesto de Valmaseda ayudando en el rescate y al juez de instrucción de Valmaseda instruyendo diligencias. Este se llamaba Enrique García Montero y estuvo acompañado del secretario Ramiro López.

Sigamos. En el autobús propiedad de Cesáreo Borque, que hacía el servicio entre Bilbao y Villasana de Mena, y que era conducido por Urbano Saiz Esquerra, fueron colocados los heridos, excepto el chófer que fue cargado en una camioneta. Como se estarán dando cuenta no se aplicaban los protocolos de auxilio que hoy empleamos. No se optó por enviarlos al hospital de Basurto sino que todos se llevaron a la cercana Valmaseda que quedaba a sus espaldas. O sí, depende de cada periódico.

Entre varias personas los heridos fueron subidos al piso del médico titular, Miguel Andonegui que procedió a hacer las primeras curas con el apoyo del doctor Antonio Fernández. El señor de la Sota, según se llegó a escribir, insistía en que se tratase primero a su mujer quizá fruto del amor, quizá fruto de los remordimientos o quizá fruto de la pluma del gacetillero. Los periódicos publicaron que ella recuperó el sentido y que llamaba a su madre.


Terminada la primera cura, se les condujo en dos automóviles de Pedro Aricha al Hospital de Basurto. En esta comitiva marchaban ambos médicos acompañados de Juan Cruz Santibañez, Enrique Reina, Ramón Agustino y Pedro Sagredo. Mientras se delegaba a los vecinos de Valmaseda señores Rodenas y Zubiaurre para llevar la noticia a Cadagua. Debieron llegar sobre las tres y cuarto de la tarde cuando los comensales tomaban el café y la orquesta tocaba un Foxtrot. Edulcoraron la noticia cuando se enfrentaron a Alfonso Gómez-Mena pero no se podía minimizar la tragedia. Todos abandonaron el convite para lanzarse a la carretera. Era una rápida caravana de más de treinta automóviles.

En cambio, “El pueblo vasco” dijo que fue el tío de la fallecida, Andrés Gómez-Mena, quién comunicó a Cadagua el fallecimiento y que tras ello se suspendieron los fastos y enfilaron hacia Basurto.

Jardines de Villa Daría

El médico de guardia del Hospital Civil de Basurto, Julián Guimón, y su equipo revisaron, nuevamente, a los heridos: 

  • Cristina Gómez-Mena: rotura de la base del cráneo, shock traumático, desgarres interiores en el vientre, fractura de todas las costillas del lado derecho, fractura del brazo del mismo lado y fractura del brazo izquierdo.
  • José de la Sota: hundimiento de la región frontal izquierda, tres costillas rotas del lado derecho y lesiones menores. Pronóstico grave o muy grave. (Según periódicos)
  • Francisco Cerveriño (o Enrique Tenderiño): fractura de la pierna derecha, con desgarre de todos los tendones y lesiones menores. Pronóstico grave.


Para intentar salvar a de la Sota se le realizó una trepanación. Cristina se desangró y murió a la hora de ingresar en Basurto. Parece ser que intentaron operarla. Su cadáver, tras confirmar su identidad su hermana María Luisa, fue depositado en la sala de espera del hospital, convertida en capilla ardiente. Respecto a la identificación hay periódicos que informan que la hermana fue retirada a otra sala a causa de un síncope fruto de la tragedia (un punto de sensiblería que no casa con la identificación del cadáver… o consecuencia de la misma).


El cadáver de cristina permaneció en el hospital para su embalsamamiento. Este se inició a las siete de la tarde del día 25 de Julio y para las diez menos cuarto había finalizado. El objetivo era preparar los restos para su posterior traslado al panteón familiar de La Habana.

También estuvieron en el hospital los gobernadores Civil y Militar de Vizcaya señores Ballarín y Echagüe. Este último informó al capitán general de la región militar al ser José de la Sota farmacéutico militar.

El día 27 de julio, dos días después de su boda y en la misma capilla, se oficiaron los funerales de Cristina presididos por sus tíos Andrés y José Gómez-Mena y Agapito Cagiga.


El joven viudo, tras ser estabilizado en el hospital de Basurto fue trasladado a la clínica del doctor Gobeo (Gordoniz, 10) donde falleció el día uno de agosto de 1927. Tras su muerte surgieron dudas sobre donde hacer el sepelio ya que se sopesó trasladarlo a La Habana, juntamente con su esposa, o a Madrid, para darle sepultura en la cripta de la parroquia de la Concepción. Estas dudas afloraron por la casualidad de que el día dos de agosto atracó en Bilbao el transatlántico, procedente de Ferrol, “Alfonso XIII” donde sería embarcado el cadáver de Cristina Gómez Mena. Aunque, en su día, también se habló que sería el vapor “Cristóbal Colón” el encargado de ese trasporte.

Esquela de ABC donde a José le llaman Ramón

Para enredar más: el “ABC” publicaba que el día cuatro de agosto los restos de ambos había sido trasladados a Madrid para ser enterrados en la Iglesia de la Concepción de la Villa y Corte.



Bibliografía:

Periódico “El Liberal”.
Periódico “La Voz”.
Periódico “La libertad”.
Periódico “La Gaceta del Norte”.
Periódico “El Sol”.
Periódico “El noticiero del lunes”.
Periódico “El pueblo vasco”.
Periódico “Diario de la Marina”.
Periódico “ABC”.
Periódico “El diario palentino”.



domingo, 16 de abril de 2017

Palabras acorraladas y argot moribundos.

  
Los romanos, incluidos los de Hispania, ya poseían dos formas de “hablar”: el latín culto, que empleaban los escritores romanos, y el latín vulgar, de uso cotidiano. Por ello, según Menéndez Pidal, "en los casos en que un mismo tipo latino produjo una voz en boca del pueblo y otra en los escritos de los eruditos, la voz popular tiene una significación más concreta y material, mientras la culta la tiene más general y elevada".


Y esa dicción popular devino en dialectos regionales, incluido el Castellano que el rey Alfonso X el Sabio empleó como su lengua en el siglo XIII. A partir de entonces, nuestro idioma ha ido enriqueciéndose con la obra literaria de nuestros mejores escritores (creando cultismos que se vulgarizaban), y con la cultura popular.

Hagamos un recorrido, a vista de pájaro, sobre las formas de hablar, de nombrar, de nuestras Merindades y contornos porque, necio es negarlo, las palabras no suelen estar sujetas a los siempre cambiantes límites políticos que crea el ser humano.

Las palabras que empleamos, para que naveguen por las estructuras gramaticales, tienen diversas procedencias y el paso del tiempo sustituye las arcaicas por otras novedosas o que se ajustan mejor al concepto a explicar. De nuestras bocas salen voces de origen prerromano, latino, vasco (en parte prerromana y latina), árabe y mozárabe, francés, inglés, alemán… e incluso japonés, chino o sudafricano (¡esa vuvuzela!). Claro que muchas de esas llegadas exóticas son fruto del mundo intercomunicado de hoy. De hoy que no de siempre.

Si descontamos los efectos de la “aldea global”, la existencia de palabras autóctonas referidas a todos los ámbitos sociales ofrece datos sobre nuestro pasado cultural e histórico. Vocablos que se asemejarían a los empleados por los residentes altomedievales de Castilla Vieja y entorno. Palabras -máquinas del tiempo- que nos trasladan allá aunque no tengamos certeza de dónde está ese lugar. Los lingüistas suelen chocar con arcaísmos latinos, la mayoría, algunos árabe o mozárabes y, también, eusquéricos, no lo olvidemos. Anotar que hay aportaciones del euskera contemporáneo -fruto de la movilidad humana y comercial- y de la emigración de vascoparlantes hacia Las Merindades y el resto de Castilla hasta el inicio del siglo XX.


No solo los idiomas citados influyeron en el castellano. Si nos fijamos en el límite occidental de Las Merindades tenemos la comarca de Alto Campoo que está situada en el alto Ebro. Quedando así separada del resto de Cantabria por la Cordillera Cantábrica. Este es un territorio donde predomina la influencia del castellano antiguo y cuya habla nos ha influido.

Los posos del mozárabe llegan remontando el Ebro y entre estos “fósiles” lingüísticos hallamos:

Ababol: amapola presente en todo el valle del Ebro, Cantabria y hasta Zamora. Del mozárabe habapaura, alteración del lat. papavere ‘amapola’ por influjo del árabe “habba” grano de cereal o semilla de verdura. No resulta sorprendente porque es el mismo proceso que con el spanglish.

Albérchigo ’albaricoque’: Recorre toda La Rioja y Navarra, gran parte de Castilla la Vieja, León, Extremadura, Canarias y Vascongadas. Término surgido del mozárabe. al-bérchigo ‘variedad de melocotón’, derivado del lat. persicu ‘melocotón’, y éste a su vez de malum persicum ‘fruta de Persia’.

Cagarruta ‘excremento de las cabras y de las ovejas’: es un regionalismo riojano, burgalés, navarro y aragonés, aunque es probable que también exista en otros espacios peninsulares. Interesante en extremo es la presencia del sufijo –“uta” aportado en esta voz, dados los escasos ejemplos que nos restan en la lengua (canuto, langaruto, viruta, zacuto).


Limacha: ‘babosa’ del latín “limace”, con cambio de terminación por influjo del género del vocablo. También nos ha llegado como Limaco al pasar por el tamiz del euskera.

Valgan estas como ejemplos de palabras de la población mozárabe, muchas procedentes del latín, y que han podido ser empleadas por quienes nos antecedieron en estas tierras. Elías Rubio Marcos, entre otras pesquisas, recogió en sus paseos vocablos casi perdidos de distintos lugares de Burgos –y, por tanto, de Las Merindades-, como el diccionario realizado en la comarca y municipio de Cuatro Ríos Pasiegos, los pasiegos burgaleses aledaños a Espinosa de los Monteros, sitos en los valles de Lunada, Rioseco, Trueba y La Sía.

Registró una serie de palabras de diverso origen sin ánimo de determinar su etimología y más como recuento etnográfico que como trabajo de investigación. De dicho trabajo destaco unas cuantas:

ACORRAR: Formar corro (“las vacas se acorran cuando sienten al lobo”).
AGORMELLAR: Apolillarse la madera.
ANGARILLAS: Armazón de madera utilizado para sacar y transportar el estiércol de las cuadras.
ALPACAS : Pacas. Fardos de hierba.
APERRAR: Ordenar al perro para que haga una acción.
APIDRIAR: Granizar, apedrear.
APLOCLAMAR: Proclamar.
APRADAR: Transformar en prado una superficie de monte bajo.

Pasiego (José Luis San Román)

ÁRGOMA: Tojo.
ARRUYU: Arroyo.
ATROPAR: Reunir en montones las hojas caídas de los árboles.
BARAJONES: Raquetas de madera para caminar sobre la nieve.
BORCIL: Cortín. Pequeña construcción, de piedra o de madera.
BRANIZAS: Prados y cabañas de altura. Antiguamente, beranizas.
BRENA: Hierba salida en un prado tras segarlo.
BUQUERA: Trampilla que comunica el payu con la cuadra y por la cual se echa la hierba que ha de distribuirse al ganado.
CABARRAS: Garrapatas.
CÁNTARA: Recipiente de barro utilizado para natar la leche.
CELINGAR: Cimbrear un árbol.
CORDUVÍA: Tábano
CHURRAR: Orinar
DALLO: Dalle.
DESBERRAR: Mugir las vacas.
EMBASURAR: Abonar los prados con estiércol.
EMBRAZALAO: Llevar a la espalda algún bulto sujeto con brazales.
EMPALLAR: Distribuir la hierba en el payu y apelmazarla.
ESPUNDIAS: Especie de verrugas alrededor de las mamas de las vacas.
GARMACHÓN: Peña. Machorra grande.
GATO: Padrastro de las uñas.
GUAREÑA: Diaclasa.
HACINA: Montón de hierba.
LASTRA: Cada una de las losetas que cubren un tejado.
LUMIACO: Limaco. Babosa.
MACHORRA: Peña que sobresale en el terreno de manera aislada.
MORRILLO: Piedra.

Valles Pasiegos de Cantabria

PALU: Palo. Garrote. El tradicional palu pasiego fue utilizado para salvar accidentes del terreno (saltos sobre arroyos, etc.) y también como arma para defensa personal.
PAYU: Piso superior de la casa-cabaña. Por lo general, en el payu se encuentran juntos el espacio habitable del pasiego y el henil.
RESOL: Mariquita.
RESQUILAR: Trepar a los árboles.
SAGALLINO: Sistema para recoger la hierba o el rozo segado, que consiste en envolver dichos vegetales en un sábano, anudando juntos sus cuatro extremos. El transporte del sagallino puede hacerse bien a la espalda de una persona o bien a lomos de una caballería.
TRAPA: Especie de cajón que sirve para transportar el estiércol. Se arrastra con una caballería.
TOCHU: Tonto.
VELORTA: Vara delgada, generalmente de avellano, que sirve para ayudar a transportar la hierba.
ZAPITA: Jarra de chapa o madera para contener leche. Se utilizaba cuando se ordeñaba a mano.

Pero esta colección de palabras perdidas, deformadas o dialectales no es la única colección de términos recogida por don Elías. Un anciano de Brizuela le ofreció, en 1998, una serie de palabras que empleaban los canteros de la zona en la que se cruzaban vocablos de raíz gallega y eusquérica, voces con sílabas cambiadas… que pudieron emplearse por los canteros itinerantes o que procedían de recuerdos deformados del entrevistado.

Lo presento como homenaje al periodista, al informante y a aquel mundo rural y cerrado que difícilmente participaba de las grandes corrientes de la comunicación. No como ahora.


AGUA: ureta. En eusquera “agua” es “Ura”.
ALMORZAR: azormar. ("proro a azormar" = voy a almorzar)
BEBER: trovar.
BUEY: urnio,
BURRO: astrabu. (¿”Asto” y “burro”?)
CAMA: saule,
CAMINAR: andariguear
CAMINO: Landosu.
CAMISA: saldiana.
CANTERÍA: erguinería.
CANTERO: erguina
CARNE: araguia (Euskera: “Haragia”)
CARPINTERO: calcoza
CARTA: papelosa
CARTERO: papelosiego
CASADO: escanduciao
CERDO: urriaco
CLARO: aroclá ("en chapurreao")
COMER: gandir
CORAZÓN: zocarón
CUADRA: zancarria
SACERDOTE: badía
DIOS: quicoba
DORMIR: sauliar
ESCALERA: escaleruz
ESPOSA: sunía ("es la mujer")
FRIO: llofre
FUENTE: uretiona
GRANDE: amenciau
GUARDIA: estornijo
HABLAR: gallear
HERRERO: samaca
JORNAL: dornil
JUGAR: estaruguear
LARGO: argulá (en Euskera: Argala)
LAVADERO: uretión
LECHE: alambriz
LETRAS: lepras
LLORAR: uretear
MADRE: aldrame
MAESTRO: tresmo
MARTILLO: escoriatu
MATAR: apurrar
MESA: sema
METRO: tremo.
MORCILLA: minchula
MUERTO: apurrao
NO: cio
ORINAR: uretiar
PADRE: aldrape
PAN: guitu (¿del vasco Ogia?)
PATATA: guarnacha.
PEQUEÑO: cipurquín
PERRO: chacurra (evidentemente: Txakurra)
PESETA: peluda
POCO: chiqui
RÍO: uretión
ROBAR: latrear
SI: bai
SOL: usquia (del vasco “Eguzkia”). También podía ser “calor”.
SUELO: sipiu
TABERNA: bayuca
TETAS: margaritiegas
TIO: liotí
TOCINO: urdalla (en Euskera: Urdai)
VACA: urnia
VIEJO: jabardu


Esta es una selección de las palabras recogidas por Elías. Su interlocutor le confesó que empleaban este argot para confundir a la gente y, personalmente, me parece que algunas de las recogidas por el periodista procedían de la imaginación del entrevistado, más que de sus recuerdos.


Bibliografía:

“Presencia de mozarabismos en el castellano hablado hoy en La Rioja” por José María Pastor Blanco.
“Vocabulario pasiego en el municipio burgalés de Cuatro Ríos Pasiegos” por Elías Rubio Marcos
Homogeneidad del léxico agrícola en la merindad de Campoo según el atlas lingüístico y etnográfico de Cantabria” por José Manuel Ruíz Núñez.
“Jerga de los canteros en el pueblo de Munilla (de Hoz de Arreba)” por Elías Rubio Marcos.