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domingo, 6 de mayo de 2018

San Pedro de Tejada: algo de su historia.



Cruzamos el Ebro, el río padre de Iberia, de Hispania, para llegarnos a Puente Arenas. El pueblo está tendido entre el río y la Sierra de la Tesla. Lo dejamos a la izquierda para dirigirnos a la iglesia románica de San Pedro Tejada. Antigua, muy antigua… Pero, ¿Desde cuándo está allí? José Manuel Elespe Esparta se apoyaba en la procedencia de unos capiteles descubiertos cuya técnica mozárabe nos plantaba al inicio de la Reconquista. Con ellos se enlazan las primeras noticias de San Pedro Tejada, regentada hacia el año 860 por el abad Rodamio o Podamio. Esos capiteles, encontrados en los años veinte del pasado siglo, nos hablarían de religiosos y cristianos de Córdoba y otros sitios de Andalucía huidos al norte en busca de su libertad religiosa.


En ellos se ve una especie de estrella y varios relieves, que representan la escena de los tres jóvenes hebreos de Babilonia, rehusando adorar la estatua de Nabucodonosor, figurada por un busto del Rey, y el acto de atizar el horno preparado para arrojarlos en él, si rehusaban prestarle su adoración; Adán y Eva alargando la mano para tomar el fruto prohibido, y a un hombre vencido por un león, más una ventana arqueada igualada con el resto de la fábrica, con arcos de herradura y cordón en el collarino y en torno a la estrella. Las tiaras de los hebreos no ofrecen la forma puntiaguda a manera de gorro frigio con que se ven figuradas en los monumentos cristianos de los primeros siglos de Roma y aun en la zona de Burgos, y son cilíndricas y lisas, sin labor alguna. Lo mismo sucede con las vestiduras, cortadas hasta cerca de la rodilla, como corresponde a una época en que se habían perdido las tradiciones artísticas. Da igual, su significado es suficiente para aquellos monjes que huían de los mahometanos. Esta escena, además, formaba parte de las súplicas litúrgicas de la iglesia en los funerales, donde se recitaba: “Libra, Señor, a este difunto como libraste a los tres jóvenes en el horno de Babilonia”. Como esta inmigración de monjes tuvo lugar al fin del siglo IX, por entonces podemos fijarlos en ese momento.

Originariamente debió ser conocido como el Monasterio de San Pedro y después Texada que sería una derivación de la palabra latina “tegulata”. Tal vez procediese de “cella tegulata”, esto es: celda cubierta. Y, como monasterio, debió tener claustro y patios hoy totalmente desaparecidos. Salvo esos capiteles descubiertos al mediodía del templo. ¿Del convento? Nada. ¿Del Priorato? Queda un ala de edificio de unos veintitantos metros al cual se entra por un arco de medio punto del siglo XVII un escudo real de Castilla y León, que puede datar del siglo XIV.

Vista aérea (GOOGLE)

Por lo dicho, los capiteles encontrados, podemos asumir que estaríamos ante uno de los primeros monasterios de Las Merindades. Pero ya antes de este descubrimiento se conjeturaba sobre su antiguo origen. Para el Padre Yepes su fundación era anterior al año 820. Para Argaiz, en su libro “Soledad Laureada”, la situaba en el año 850 gobernando en Oña el obispo Salustato. Según Argaiz, se juntaron treinta y tres eclesiásticos, sujetándose a una regla común, y edificaron el convento, y como tenían cargo de iglesias parroquiales, las unieron a San Pedro de Tejada, desde donde las servían. Esas iglesias eran: San Andrés, de Población; San Facundo, San Medel, San Román, Santa Eulalia, otra de San Andrés, San Esteban, San Millán, San Tirso, otra de Santa Eulalia, San Salvador, de Encinillas, y Santa María, de Puente. Como, además, tenían sus patrimonios, que unieron a los bienes del Monasterio, éste pudo convertirse pronto en una Abadía importante del momento.

Argaiz daba a conocer el documento denominado “Pacto de Tejada” fechado "Sub era DCCCXI, Rex Ordonio et comité Rodericus", es decir: 773. Y a partir de aquí está el lío montado porque para Fray Justo Pérez de Urbel la fecha estaría mal dada, ya que al original le faltaría una C, obteniendo el año de 860.; frente a él está Joaquín de la Iglesia que considera la fundación anterior al “Pacto de Tedeja”; y remata el asunto Mañero que se apunta a la fecha de Urbel y destaca que en el Valle de Valdivielso la repoblación la dirigiría el Monasterio de Tejada aglutinando bajo su dominio las parroquias de San Salvador de Población, San Salvador de Incinillas y Santa María del Puente entre otras. No parece afectarles los capiteles.


Y, es que, durante mucho tiempo San Pedro de Tejada fue sede episcopal llegando a extender su radio de acción fuera del valle. Argaiz dice que en el año de 873 los monjes de Tejada prestaron obediencia al abad Arciselo. Se convertirá, además, en un núcleo irradiador del estilo románico en su área de influencia como ocurre, por ejemplo, con la iglesia de San Nicolás de Bari de El Almiñé.

La presencia de obispo en Tejada se deduce asimismo de un pleito que tuvo la iglesia de Burgos, siendo obispo García Martínez de Contreras, con el Monasterio de Oña, sobre la jurisdicción que pretendía tener éste en los Monasterios que le entregó el Conde Sancho, documento que se hallaba en tiempo de Argaiz en el archivo de Oña, en idioma latino, y que se llevó como prueba a Aviñón cuando la Rota Romana se encontraba allí, en donde se tradujo y regresó.

Escudo de Castilla y León
(Cortesía de Monestirs.cat)

En este pleito hubo más de sesenta testigos; uno de ellos declara que San Pedro de Tejada fue en tiempos parroquia y sede episcopal. El pleito se sentenció en 1233. Argaiz cita como último obispo de Tejada a Pedro, fundándose en la donación de Doña Munia, abadesa de San Miguel de Pedroso y que se halla en el tumbo de San Millán, en la que firma Petrus Episcopus. Gobernó este prelado lo de Valdivielso, Villarcayo y Oña, con sus valles adyacentes. Sitúa este fin del obispado en tiempos de Almanzor.

Otra fecha, esta no discutida, es 1011 cuando Sancho García, conde de Castilla, funda el Monasterio benedictino de San Salvador de Oña. Sancho no buscaba una funcionalidad piadosa, que también, sino asegurar a su único hijo varón, un niño de tres años, la herencia del condado. Para ello pone en manos de su hija Tigridia, y su hermana Oneca, el abadiazgo del monasterio posible signo de pervivencia de cierto sistema matrilineal. Irónicamente, el monasterio fue la mejor herramienta de propaganda en el periodo en que Castilla fue controlada por Navarra.


Debemos hablar ahora un poco sobre los monjes que harán la iglesia que conocemos. Serán los de Cluny. La reforma cluniacense entró por Navarra. El propio rey Sancho consideró este hecho como uno de los mayores acontecimientos de su reinado. En el año 1025, el abad Paterno, -uno de los monjes que Sancho envió a formarse en Cluny junto a San Odilón-, implantaba en San Juan de la Peña la reforma cluniacense. En el año 1032 el rey Sancho hace que el abad Paterno lleve a Oña las costumbres de Cluny eliminando de aquel monasterio la comunidad de monjas.

El objetivo de la propaganda, impulsada por Cluny, que apoyaría una alianza en Navarra y León para repartirse el condado castellano, era finiquitar lo que quedaba de sistema matrilineal y de usos precristianos, introduciendo a las poblaciones en la obediencia, por el temor a la muerte civil y religiosa. Además se daban más pasos hacia un sistema económico de tipo feudal. Para controlar la explotación de sus dominios Oña creó prioratos en Tejada, Villavés, San Pedro del Romeral, Noceda-Berrueza, Cillaperlata y Trespaderne. Adiós a la abadía de Tejada. Será dependiente de Oña hasta la desamortización de Mendizabal.

Lo que acabamos de decir estropea el relato fantasioso que contaba que “hace mucho tiempo, cuando el valle de Valdivielso estaba poblado por un importante número de agricultores y el monasterio habitado por una comunidad de monjes, sobrevino una epidemia de peste que segó la vida de los lugareños. Los monjes de Tejada bajaron a los pueblos para atender a los enfermos y uno por uno se infectarían y morirían, hasta que el último monje, sintiéndose presa de la mortal enfermedad cavó con sus propias manos su fosa y se acostó en el lecho de tierra hasta que le sobrevino la muerte. Desde entonces ya no hay monjes en Tejada”. Preciosa mentira.

Restos (Cortesía de Monestirs.cat)

La de Tejada es la iglesia mencionada en las bulas de los pontífices Eugenio III y Alejandro III, en los años 1148 y 1163 entre las dependencias del monasterio de Oña, la que recibía en 1203 la ofrenda de casas en Incinillas de los Hocinos, y la que estaba presidido en 1244 por el prior don Esteban, varón de relieve en la vida del Valle, testigo de la donación de propiedades en los pueblo de Quecedo y Arroyo a favor del Monasterio de Oña por la poderosa familia de los Sánchez de Velasco de Bisjueces.

Bajo la dirección del prior Rodrigo, hacia 1180, el priorato vivió una época de esplendor incorporando a su patrimonio nuevas posesiones. Entre 1190 y 1193 Lope Sánchez de Riomolino donaba a San Pedro de Tejada el solar de Pesadas con la iglesia de San Miguel y las heredades que tenía desde Dobro hasta Escobados y desde Villaescusa del Butrón hasta Lagos, en la zona norte de los Butrones.

Más datos de Tejada esparcidos por la historia: El Conde Gonzalo, un Salvadores o Manzanedo -según autores- poseía diversos solares. Pues, en 1200, empeña por 82 maravedís al prior de San Pedro de Tejada sus heredades en Pesadas, Dobro, Valcavado, Población, Arroyo, Valhermosa y Santa Olalla, y los collazos de la alberguería de El Cuerno (Villalta). En 1201, documenta la venta de parte de las heredades de 1200 –Arroyo, Valhermosa, Santa Olalla–, si bien asocia collazos con solares poblados o yermos.

Edificio adyacente a la iglesia. Parte del priorato.
(Cortesía Monestirs.cat)

En 1335 San Pedro de Tejada era, a la vez que priorato de Oña, parroquia para los feligreses de los lugares de Tejada, de La Puente y de Arenas. De pronto, parte de los feligreses del priorato de San Pedro de Tejada se niegan a asistir a esa iglesia trasladándose a la de Santa María de la Puente. Bueno, no fue algo tan imprevisto porque en 1255 había existido un pleito entre los clérigos de estos lugares con el prior de Tejada por la distribución de los diezmos, primicias, menudos, granados y mortuorios, pleito que fue dirimido por don Aparicio, el obispo de Burgos.

A mediados del siglo XIV Tejada tenía su población aparte de Puente Arenas. Daban al Rey monedas y servicios cuando los demás y pagaron fonsadera en tiempo del Rey Alfonso XI, pero Pedro I les eximió de ella, confirmando los privilegios que tenían para no pagarla. El Monasterio de Oña, como Señor, cobraba del solar dos fanegas y media de pan mediado, seis maravedís y una gallina.

Esta foto da a entender que el edificio y
el templo estaban pegados.

En el Memorial de Oña de 1480 se cita una sentencia entre el Concejo de la Puente y el Monasterio, sobre los términos, montes y pastos del monte de la Tesla y la Mata de la Nava y el privilegio de los diez excusados en Tejada y Puente (vecinos libres de jurisdicción ajena), concedido por el Rey Alfonso, junto con el Monasterio, a Oña.

En la relación de las iglesias de este Monasterio (año 1581), consta que en este tiempo Tejada estaba poblado con monjes y vecinos que recibían allí los Sacramentos y se enterraban en él. Cobraba el tercio de los diezmos en ella y en Puente, y entre otros privilegios, gozaba, el de recibir en este pueblo, los domingos y otros días, una torta en reconocimiento del Señorío y poner un clérigo para que sirva la iglesia.

En el cuaderno de rentas de Oña (año 1544), el Priorato de Tejada figura con ciento cinco mil maravedís, sin contar algunos censos. En la ejecutoria de Puente Arenas citada se incluye un folio suelto, con letra del siglo XVII, donde se lee: “Había en Tejada veintiséis casas y familias y al presente tan solo un vecino y este parroquiano de Puente Arenas”. Esto podría llegar a probar que había cesado ya el culto en la iglesia.


En 1580 se sabe que habitan monjes pero en 1616 no figura Tejada como lugar de vecinos. Es decir, en la primera mitad del siglo XVII Tejada se despobló de vecinos, aunque el monasterio podría seguir habitado. En 1670 es cuando Argaiz ve los muros medio derruidos. Posiblemente en esta fecha ya no tendrían residencia regular los monjes en este lugar, habiéndose trasladado a Oña. Aunque se seguían recogiendo y almacenando los frutos de los diezmos, pues el edificio utilizado para tal fin, que aún vemos al lado de la iglesia, es posterior. Hay constancia de que todavía en 1673 un abad de Oña había sido antes prior de San Pedro de Tejada.

¡Hombre! Ya que nos hemos metido en el tema de los abades... ¡Hablemos de priores! El nivel del director da muestra del nivel del centro. Tenemos a Juan de la Sota (1685-1689). Debió ser hermano de Francisco de la Sota, monje de Eslonza y natural de Puente Arce (Santander). Profesó en Oña y fue abad de Villanueva (1677-81). Ocupó los cargos de mayordomo de Oña y de Sto. Toribio de Liébana, sacristán de San Martín de Madrid, prior de San Ildefonso de Madrid y visitador general (1689-93). En la crónica sobre él se dice: "No fue a los colegios, pero fue persona de gran talento e inteligencia en los pleytos". Murió siendo prior de S. Pedro de Tejada el 27 de julio de 1696.

Fotografía cortesía del blog "Tierras de Burgos"

Y otro algo posterior: Benito Celada (1745-1749). Era profeso de Oña y siguió la carrera de predicador, siéndolo en los monasterios de San Martín de Madrid (1719-21), Carrión (1725-29), Valladolid (1729-33), Sahagún (1733-37) y Oria (1741-45). Después de su abadiato en Obarenes (1745-49), fue prior de Santo Toribio de Liébana (1753-57) y de San Pedro de Tejada (1751-65). Murió de apoplejía en Oña el 2 de junio de 1769.

En el Libro de Visita de 1707 se dice que “sobre la visita de su iglesia hubo algunos pleitos entre los Prelados y el Abad. Como los pobladores desertaron del lugar pasándose a la Puente y otros circunvecinos, los monjes quitaron la pila, reduciéndolo a Priorato”. Tal como lo dicen parece que el priorato fuese reciente y tenía casi 700 años.

Algo más nos cuenta Joaquín de la Iglesia, siguiendo los datos obtenidos por Luciano Huidobro. Parece que en 1603 fue llevada a Tejada una reliquia de la Vera Cruz. Esta reliquia permaneció en la Iglesia del monasterio hasta el 9 de febrero de 1842, cuando muerto el antiguo monje benedictino Benito Carrasco (9 de febrero de 1842). Entonces fue llevada a la iglesia parroquial de Puente Arenas. El 3 de mayo de 1843 fue entregada, con su banda encarnada, a Juan Fernández, otro antiguo monje benedictino, con la obligación de atender a su alumbrado desde San Miguel de mayo hasta San Miguel de septiembre y de hacer el toque de oraciones, siendo por cuenta de los pueblos de valle arriba suministrar el aceite necesario. En Tejada, claro.


Estos plazos eran importantes porque la tradición de la “Rogativa de Tejada”. El día de San Miguel de mayo van todos los pueblos del valle con sus estandartes, en rogativa, al Santuario de Tejada y contribuían a la luminaria que ardía allí junto a la reliquia de la Vera Cruz durante el tiempo de las cosechas. La iluminación, sobre un hastial de la torre, era sufragada por los pueblos del Valle Arriba, quienes pretendían así obtener la protección divina contra los pedriscos en la época de la cosecha. Por ejemplo, Quintana de Valdivielso daba al prior de Tejada, para alumbrar el lignum crucis, siete reales y diez y seis maravedís.

En el año 1845 se acordó llevarla a Quintana, por encontrarse el puente ruinoso, con la obligación de devolverla una vez reparado. El puente se reparó pero la imagen no volvió. El peso de la reliquia era de una libra y tres onzas. A partir de 1845 la reliquia permanece custodiada por la familia Huidobro en Quintana de Valdivielso.

Cortesía del blog "Tierras de Burgos".

¿Y eso por qué? Porque en 1840, dentro de la desamortización que realiza el gobierno de la regente Cristina, fueron adquiridas todas las propiedades por la familia Huidobro, que es la que aún las posee. No era solo la iglesia, claro. Habría fincas y otros bienes. Pensemos que el Priorato de Tejada tuvo molino de tres ruedas en el Ebro y varias fincas. Por supuesto, junto con el templo deben ser propiedad de la familia los capiteles mozárabes y, como hemos dicho, el fragmento de la Vera Cruz. En esos años habrá habido más -¿cómo decirlo?- “centrifugado” de piezas históricas. Pero ese tema lo tocaremos en la siguiente parte sobre San Pedro de Tejada.



Bibliografía:

“Estudio arqueológico del Desfiladero de La Horadada: La transición entre la tardorromanidad y la Alta Edad Media (ss.V-X d.n.e.). Por José Ángel Lecanda.
Periódico “El Coreo de Burgos”.
“Iglesia de San Pedro de Tejada. Un informe y una resolución” Marceliano Santa María.
“Aula activa de la naturaleza de Soncillo” Pedro J. Mediavilla Pereda y Joaquín García Andrés.
“Apuntes sobre la historia de las antiguas merindades de Castilla” por Julián García Sainz de Baranda.
“El obispado de Burgos y la Castilla primitiva desde el siglo V al XIII” Luciano Serrano (abad de Silos).
“Apuntes descriptivos históricos y arqueológicos de la Merindad del Valle de Valdivielso” Luciano Huidobro Serna y Julián García Sainz de Baranda.
“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” por Julián García Sainz de Baranda.
“Las Merindades de Burgos: un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Arribas Magro.
“Abadalogio del imperial monasterio de Santa María de Obarenes (s. XII-XIX)” Ernesto Pascual Zaragoza.
“El arte visigótico de la Reconquista en Castilla” por Luciano Huidobro Serna.
“San Pedro Tejada” Teófilo López Mata.
“Arte románico en San Pedro de Tejada, una interpretación”. José Manuel Elespe Esparta.
“San Pedro de Tejada” del Proyecto Aldaba.
"San pedro de Tejada y su retablo" Joaquín de la Iglesia Alonso de Armiño.
Periódico “Imperio”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Revista Atticus.

6 comentarios:

  1. Buenas, Don Lebato:

    Me pregunto si, en el error de cuantos intervinieron en la escritura o interpretación de esos números romanos, tuvo algo que ver alguna infusión fermentada y destilada de hierbas de la pradera, típicas de conventos monacales, porque si DCCCXI son 811 y no 773 como escribió el presunto piripi, mal le podríamos añadir una C según la recomendación de Fray Justo para llegar a 860, que es DCCCLX según la infinita ignorancia que me acoge.

    Quiero darle las gracias por este blog que me instruye de un modo muy agradable, y de paso decirle que nuestra casa se ve en una de las fotos del blog. Una desilusión para mí fue comprobar que no era la que citaba el marqués de la Ensenada, ¡cachis la mar!

    Un cordial saludo

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    1. Buenas, doña Begoña:

      Primero: Yo tampoco. Cuando preparaba la entrada intenté encontrarle una lógica sumando o restando los años de la era Hispánica (38 años) porque 773 + 38 = 811 pero no llegué a nada en cuanto al 860. Argaiz restaría 38 para dar una fecha en nuestra era.Asó que opté por reflejar lo que contaba mi autor de referencia.

      Segundo.¡Ya me gustaría saber en qué foto sale su casa! pero entiendo que no lo diga. Esto es un foro abierto y, para muestra un botón, yo me oculto tras este alter ego.

      Tercero. Gracias por sus elogiosas palabras hacia esta bitácora.

      Un saludo.

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  2. Buenas,de nuevo, Don Lebato:

    Puedo describirlo así más o menos …El huerto bien regado, donde se cuelan los gatos del señor Emiliano al olor del mirlo muerto bajo el membrillo, junto a los nogales, celindas y lilos. Y por la noche en verano, allá por San Ignacio, en el silencio del patio entre el granero, la casa y el horno, un erizo que saborea, goloso, una ciruela del suelo, entre el rosal y la salvia, junto a la parra, mientras el Humión se refleja, imponente y distante, en el mirador de la casa, si asoma la luna, mientras San Roque…

    Un saludo sonriente

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  3. Discurre en los años de la república española la guerra Civil y la postguerra en una zona muy concreta: El norte de Burgos, una de las zonas donde menos acción de guerra hubo pero más represión se dio. Y queda narrada por sus dos personajes: Candela y Friedhelm Burbach (Personaje histórico real. Adjunto biografía) hasta llegar al momento en el que confluirán sus historias, unidas por el azar o el destino.
    Es de esta manera que se nos descubre la historia de un pueblo, de una comarca y unas gentes únicas. El origen de Castilla, el emblema de su bandera: el castillo de Tedeja, la virgen de Covadonga (cuya más longeva réplica se encuentra en ese pequeño pueblo: Cillaperlata) y la que fue, presumiblemente, la batalla que dio inicio a la reconquista por parte de los cristianos frente al invasor musulmán. Y se dan cita en este texto y en tan singular espacio.
    La represión de la guerra civil y su miseria, la dura vida en el campo, la depuración de responsabilidades, el maquis… Pero ahí no queda la cosa. Uno de los 104 agentes nazis que han vivido en España con la protección de Franco, reclamado por la justicia al finalizar la segunda guerra mundial, Friedhem Burbach, primer representante del nazismo en España y Portugal, Juzgado y condenado en el juicio de Nuremberg, entra en escena. Quien fuera parte del engranaje, peón de un tablero que llevaría finalmente a la Alemania fascista a prestar la ayuda en favor del alzamiento militar de los nacionales en Julio del treinta y seis, es escondido en una granja del valle de Valdenubla.

    Lisboa Berlín Bayreuth Madrid y Bilbao, cierran el círculo. Un círculo cuyo epicentro es El Valle de Valdenubla; entorno en el que se encuadra el que es origen del origen de Castilla: Las merindades. Y que dará cobijo a una humilde familia de granjeros. Descubriremos pues, o rememoraremos, los albores de una locura y un genocidio. Y los motivos, si es que los hay, que condujeron a tal fin. Pero no sin antes dar fiel testigo de lo que fue la dura y bella vida en el campo; así como antiguos oficios. Tal es el caso del molinero, el herrero, carboneros o resineros que a bien se ganaron el sustento en una tierra en donde la industria o “el progreso” pasó de puntillas. Una tierra que languidece, como tantas otras zonas rurales de España. Esta es, por tanto, una historia dentro de la historia; una novela histórica a la que he bautizado como - LA NOCHE OSCURA (Cillaperlata) –


    próximamente haré presentación por la zona y dejaré ejemplares en librerías

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    1. Don Javier, por favor, escríbame a sietemerindades@gmail.com para hablar de su libro.

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